Odio sin ley, por Juan Vicente Gómez
Autor. Juan Vicente Gómez
Con la masacre de El Junquito latente en el inconsciente colectivo, retumban mucho más las amenazas de Maduro de perpetuarse en el poder “por los votos o por las balas.”
En medio de tanta crispación por la situación socioeconómica del país, ni siquiera el operativo contra Óscar Pérez y su grupo ha logrado distraer del todo a la opinión pública de los suplicios diarios que hay que enfrentar en el día a día de la V República. Los saqueos persistentes y el hambre van retomando de nuevo la cima de nuestro ranking de calamidades, una realidad que hace rato se le fue de las manos a Maduro y su combo.
Como si todo lo irregular que estamos enfrentando no fuese suficiente, el uso desmedido de las fuerzas de choque del gobierno para contener a 7 personas no dejaba duda para vislumbrar cuál sería el final que le esperaba al pelotón subversivo: muerte o muerte. Probablemente nunca hubo ni siquiera la intención de hacerlos prisioneros. Luego de la brutal represión ejercida durante 2017 contra la población civil, los derechos humanos en este país no se le respetan ni al gato, y mucho menos si ese gato es tildado de “terrorista” por los reyes del plomo.
Fuentes presentes en El Junquito contabilizaron una fuerza militar y policial de 600 personas aproximadamente, una avasallante relación de 85 a 1 donde no valieron rendición, perdón, piedad ni misericordia.
Con todo a favor para poder apresar vivos a los sublevados, el ensañamiento de la represión militar y policial del régimen evidenció que preferían “eliminar el mal de raíz” aniquilando al grupo “en caliente”, e involucrando incluso a los colectivos en la matanza, otro giro de la historia que aún está por despejarse.
La presencia de Heyker Vásquez en medio de la acción tuvo este miércoles su primera explicación oficial por boca de Diosdado Cabello: “fue el mismo Óscar Pérez quien lo mandó a llamar. Nosotros lo autorizamos para negociar y después ellos lo mataron a traición”.
Cabello pareció considerar como algo natural recurrir al líder del Colectivo “Tres Raíces” como enlace en la operación, lo justificó durante la edición # 160 de “Con el mazo dando” y tampoco encontró nada irregular cuando los paramilitares trancaron Caracas para que desfilara el cortejo fúnebre que trasladó los restos de Vásquez entre el Bloque 40 del 23 de enero y el Cementerio La Guairita. El diario El Nacional inclusive señaló que los autobuses que se usaron durante el entierro fueron autorizados directamente por la Presidencia de la República.
El totalitarismo ejercido por el régimen y todos sus abusos de poder van dejando contradicciones groseras que tuvieron mucho contraste esta semana cuando Maduro sugirió aplicarle la Ley del Odio a los Obispos de Barquisimeto y San Felipe luego de sus intervenciones frente a la feligresía que le rindió culto a la Divina Pastora el domingo. Intolerante ante las críticas, el Presidente la emprendió contra los representantes de la Iglesia, seguramente presionado por el antecedente histórico del papel que jugó Monseñor Arias en el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez.
A tan pocos días del 23 de enero la sombra de alguna “Vaca Sagrada” podría estar merodeando Miraflores porque las bases del gobierno actual están más endebles que nunca.
Grandes sectores del pueblo no van a seguir calándose esta situación y el único factor que quizás esté conteniendo un final violento es el miedo, el temor bien fundado a que la represión vuelva a ser la baraja preferida de quienes detentan el poder y las armas. Para muestra, un botón: el chatet de El Junquito.
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