Ojos bien cerrados, por Paulina Gamus
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En febrero de 1967 tuve la suerte de ser la delegada por Venezuela a la Reunión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, de la ONU, en Nueva York. Era la primera vez (tenía 30 años) que asistía a un evento de esa naturaleza. Se trataba de aprender de otras delegadas que tenían experiencia en esas lides y una de las delegaciones que más me impresiónó por su destreza en la participación, su inteligencia y sus conocimientos, fue la de Irán. Ese país estaba aún bajo el gobierno del tan denostado Shá Reza Pahlevi.
Doce años después se cumpliría una antigua conseja del judeo-español que mi mamá usaba con frecuencia: “Vaya señor, venga peor”. La tan celebrada caída de un gobierno corrupto y autoritario pero totalmente occidentalizado, que estimulaba la educación superior y la participación de la mujer en profesiones liberales, fue sustituido por una dictadura islámica que decidió borrar a la mujer, ocultarla detrás de burkas y de hiyabs o velos que deben cubrir cabezas y pechos femeninos.
La directora de cine y pintora iraní, Marjani Satrapi, exiliada de su país, acaba de ganar el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades por su película animada “Persépolis” . (2007, puede verse en Youtube) en la que narra como una familia opositora al régimen del Shá y con algunos de sus miembros presos por esa dictadura, comienza a percibir lo que se les viene encima con el Ayatola Jomeini, y deciden sacar del país a su hija, una niña de 14 años y enviarla a Viena. El choque cultural que significa el exilio para esa niña constituye el eje del film.
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En 2011 la película iraní “Una separación”, recibió el Oscar a la mejor película extranjera. El tema: una madre que quiere salir de Irán con su hija adolescente para salvar a la niña de ese ambiente asfixiante para las mujeres. El papá se niega porque debe cuidar de su padre con alzheimer y sucede el divorcio, base de la trama. Se puede ver también en Youtube.
El cineasta iraní Mohammad Rasoulof, acaba de recibir el premio especial del Jurado de Cannes 2024, por su película “La semilla de la higuera sagrada”. El tema (siempre la mujer) un matrimonio con dos hijas. La esposa feliz porque su marido ha sido nombrado investigador judicial. Pero ocurre el asesinato, en septiembre de 2022, de Mahsa Amini una joven de 22 años, por el delito de “llevar mal puesto el yihab”.
Las hijas adolescentes del funcionario comienzan a cuestionarse qué hace su padre, porqué no responde el celular, cuál es su papel en la ola de represion que se desata tras el asesinato de Mahsa Amini. Por hacer esta película, Rasoulof fue condenado a 8 años de cárcel. Logró huir de Irán por las montañas, sin pasaporte y llegar a Alemania, de allí a Cannes.
El 20 de mayo último, murió en un accidente de helicóptero, Ebrahim Raisi, presidente de la República Islámica de Irán. Se le conocía con el apodo de “el juez de la horca” por su participación en el asesinato de 5.000 presos, hombres y mujeres, muchos de ellos adolescentes y niños, en 1988.
Esa masacre fue recogida en un informe que Amnistía Internacional tituló: «Secretos empapados de sangre”. A las mujeres las violaban antes de asesinarlas “para que no llegaran vírgenes a El Paraiso”. A raíz de las protestas por el asesinato de Masha Amini, el presidente Raisi ordenó una brutal represión que causó la muerte de 500 presos bajo custodia.
La desaparición física del genocida Ebrahim Raisi, ha suscitado mensajes de condolencia obligatorios -por protocolo- en los países y organismos que tienen relaciones con la República islámica de Irán. Pero en Venezuela, el único país del mundo donde “salido” y “metido” tienen el mismo significado, el IVIC, el que fuera nuestro Instituto de Investigaciones Científicas, orgullo nacional, publicó de salido un obituario para Raisi y además con una cruz. El metido fue Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, quien hizo borrar del diario de debates –por grosera– la intervención del diputado Bruno Gallo quien dijo: “yo en este momento quisiera rendir un homenaje solidario a las mujeres que no se tapan la cabeza, a las mujeres que no bajan la mirada, a las mujeres que quieren estudiar, a las mujeres que quieren ser iguales».
Bravo por el diputado Bruno Gallo y vergüenza para las mujeres diputadas y dirigentes del PSUV que bajan la mirada, cierran los ojos y enmudecen ante el atropello continuo a otras mujeres, como si estuvieran bajo la dictadura ayatólica de Irán.
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