Olímpico dictador, por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
Ver a las estrellas del deporte olímpico arrestadas y condenadas a prisión por expresar su opinión sobre el gobierno nacional de su país sería surrealista para los fanáticos del deporte en la mayoría de las naciones. Pero en el pequeño país de Europa del Este, Bielorrusia, este escenario ha sido parte de la vida diaria durante más de dos meses.
Para hacer el escenario aún más surrealista, los arrestos de los atletas son ordenados por el presidente del Comité Olímpico Nacional (CON) de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, quien también resulta ser el presidente de Bielorrusia contra quien los atletas y miles de otros manifestantes están luchando.
Hasta el momento, diez atletas bielorrusos, incluido el ícono nacional del baloncesto olímpico Yelena Leuchanka, han sido condenados a hasta 15 días de prisión por participar en protestas callejeras pacíficas contra el presidente Lukashenko, quien ha sido acusado de fraude electoral desde agosto, cuando fue reelegido para el cargo, su sexto mandato como Presidente del país.
Según la Fundación de Solidaridad Deportiva Bielorrusa, al menos otros veinte atletas en el país han sido excluidos de sus equipos nacionales, perdieron su apoyo financiero del Estado o fueron expulsados de sus clubes deportivos, también de patrocinio público, por usar su libertad de expresión para criticar al gobierno de Lukashenko, ampliamente etiquetado como «el último dictador de Europa».
A pesar de la incertidumbre de sus futuras carreras, los deportistas bielorrusos están decididos a seguir protestando hasta que el régimen de Lukashenko sea historia, dice Aliaksandra Herasimenia, nadadora bielorrusa, triple medallista olímpica y directora de la Fundación Bielorrusa de Solidaridad Deportiva. Más de 900 atletas, entrenadores y dirigentes deportivos bielorrusos han firmado una carta abierta en la que exigen una nueva elección. Como Lukashenko durante décadas ha hecho del deporte una piedra angular de su propaganda personal y política, es un duro golpe para su prestigio que tantos héroes deportivos nacionales se vuelvan contra él.
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Desde su exilio en Vilnius, la capital de Lituania, Aliaksandra Herasimenia ahora está tratando de convencer al Comité Olímpico Internacional (COI), a los Comités Olímpicos Nacionales y a las Federaciones Deportivas internacionales de la necesidad de apoyo a la lucha por la democracia que hoy libran los atletas bielorrusos al lado de su pueblo.
El apoyo del Comité Olímpico Internacional (COI) puede que no sea una tarea fácil. Porque esa organismo al que Aliaksandra Herasimenia y las Fundación Bielorrusas de Solidaridad Deportiva han acudido en busca de ayuda es el mismo COI que durante décadas ha sido leal al Presidente que los atletas intentan derrocar a través de elecciones libres y democráticas.
El dilema bielorruso del COI se remonta a mayo de 1997, cuando el COI aceptó que el presidente Lukashenko asumiera el control político del deporte olímpico en la antigua República de la Unión Soviética.
Tres años después de ser elegido presidente de Bielorrusia, el exoficial de la KGB (policía secreta estatal) del Ejército Rojo, se colocó en el cargo de jefe del Comité Olímpico Nacional de la República de Bielorrusia.
Durante más de 23 años, el COI no ha hecho nada para evitar que el Presidente bielorruso utilice su posición olímpica como herramienta para permanecer en el poder político; los últimos dos años con el apoyo de su hijo mayor, Víctor Lukashenko, como primer vicepresidente del Comité Olímpico Bielorruso.
La duradera lealtad olímpica a Lukashenko en su doble función como jefe de Estado y jefe de deportes en Bielorrusia ha demostrado, una vez más, el silencio cómplice de las autoridades olímpicas frente a los regímenes dictatoriales.
Frente al llamado de solidaridad de la Federación de Deportistas Bielorrusos cabe preguntar cuál es o será la posición del Comité Olímpico Venezolano. ¿Al lado de los deportistas o del dictador?
Jesús Elorza es Lic. en Educación, profesor en la UPEL.
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