Olímpico internacionalismo proletario, por Jesús Elorza
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En la rueda de prensa, convocada por la presidente de la Federación Venezolana de Softbol y también del Comité Olímpico, todos los allí presentes quedaron asombrados al escuchar que en el roster de la selección nacional femenina que va a participar en los XX Juegos Bolivarianos a celebrarse en Ayacucho-Lima, Perú 2025, ¡aparecen 5 jugadoras extranjeras, 4 de origen norteamericano y 1 mexicana!
Los comentarios no se hicieron esperar. Algunos pensaban que esto obedecía a una aplicación trasnochada del «Internacionalismo Proletario» de Marx y Engels que llamaba a la unidad de los proletarios del mundo y que, en su condición de revolucionaria del siglo XXI, la presidente de la FVS y el COV vio que podía atender a ese llamado trayendo a jugadoras de otros países. Pero, ¿cómo lo hizo?, se preguntaban todos, si es necesario ser nacionalizado para poder participar en esos juegos. Muy fácil, dijo alguien, le sacan cédula y pasaporte de un día para otro.
El uso indebido e ilegal de otorgar nacionalizaciones a deportistas extranjeros para que representen a Venezuela, conocido como «naturalización exprés», genera graves consecuencias negativas que afectan la ética deportiva, el desarrollo nacional y la integridad institucional del país.
1. Consecuencias en la Ética y la Integridad Deportiva
La práctica de la naturalización exprés, especialmente cuando se hace con fines de rendimiento inmediato y sin cumplir cabalmente los requisitos legales o de residencia, socava los valores fundamentales del deporte.
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Violación de la identidad y la representación: El deporte se basa en la representación de la identidad nacional. Integrar a atletas sin vínculos profundos o residencia real desvirtúa el significado de portar la bandera y cantar el himno. En el caso del softbol femenino, incluir a cuatro jugadoras estadounidenses y una mexicana en una selección venezolana diluye el orgullo y el sentido de pertenencia.
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Competencia desleal: Aunque legalmente pueda ser forzado a través de documentos, éticamente es una competencia desleal frente a las federaciones que invierten en el desarrollo de sus talentos locales.
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Cuestionamiento de la legalidad: Cuando la naturalización se realiza a través de procesos acelerados o dudosos (la «exprés»), esto abre la puerta a investigaciones por manipulación de documentos y leyes, dañando la credibilidad del país ante organismos internacionales como la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo), el COV y las federaciones mundiales.
2. Consecuencias en el desarrollo deportivo nacional
El mayor daño de esta práctica recae sobre la base deportiva y la inversión en el talento local.
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Desplazamiento del talento nacional: El ingreso de atletas extranjeros de alto nivel ocupa las plazas que deberían ser el destino y la meta de las jugadoras venezolanas formadas en el país. Esto genera frustración y desmotivación en las ligas menores y en las selecciones juveniles.
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Encubrimiento de la incapacidad gerencial: La naturalización masiva se utiliza como una solución cortoplacista para ocultar el fracaso de la Federación Venezolana de Softbol y otras federaciones en la planificación, el financiamiento y el desarrollo sistemático de atletas nacionales durante los ciclos olímpicos. Es un reconocimiento implícito de que el sistema de captación y entrenamiento ha colapsado.
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Fuga de talento: Al ver cerradas las puertas de su propia selección por atletas importados, muchas atletas jóvenes con potencial optan por abandonar la carrera o buscar oportunidades de jugar en el extranjero (una nueva forma de diáspora deportiva).
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Desvío de recursos: Los cuantiosos recursos que se utilizan para pagar la naturalización, los viáticos, los salarios y las primas de estas atletas extranjeras podrían y deberían ser invertidos en la infraestructura deportiva local (canchas, implementos), en la formación de entrenadores venezolanos y en programas de masificación del softbol.
3. Consecuencias institucionales y políticas
Esta práctica refuerza el modelo de control político y la opacidad en el manejo de recursos.
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Violación de la ley migratoria: Si los procesos de nacionalización se saltan los requisitos de residencia efectiva o de tiempo mínimo establecido en la ley venezolana, se está ante un fraude de ley que desacredita al Estado venezolano y sus instituciones migratorias.
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Uso como propaganda política: Los logros obtenidos con atletas naturalizados son usados por el régimen para generar una sensación artificial de éxito deportivo que desvía la atención de la crisis real de las instalaciones y el abandono de los atletas locales.
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Cleptocracia y opacidad: La naturalización exprés es una fuente potencial de corrupción. Los procesos acelerados y las «gestiones» para obtener documentos rápidamente abren la puerta a la apropiación indebida de recursos y al manejo discrecional de fondos destinados a «fichajes» o «incentivos» de atletas extranjeros.
En resumen, el caso de la selección femenina de softbol, conformada con jugadoras extranjeras, no es solo un problema deportivo; es una manifestación de la decadencia institucional y ética que prioriza el resultado inmediato y la propaganda sobre el desarrollo a largo plazo y la dignidad del talento venezolano.
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Por esa vía, y con este régimen, no resultaría extraño que la próxima delegación de Venezuela a los Juegos Olímpicos esté conformada solidariamente por revolucionarios rusos, chinos y norcoreanos para darle batalla a los imperialistas norteamericanos.





