Opciones y aclaraciones, por Simón García
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En grados distintos hay un país inconforme con el gobierno y el mundo de unos partidos lejanos y extraños a las dificultades cotidianas. Si no aflora la rabia, hay decepción, desconfianza y una generalizada falta de credibilidad en casi todos los dirigentes conocidos.
El nivel de sufrimiento personal y familiar de los venezolanos es más fuerte que la identificación con referencias tradicionales, oficialistas o de oposición. Los seguidores de ambos polos, que sólo se justifican convirtiendo al otro en enemigo, están cansados de ser usados como brigadas de choque y división. La lealtad con el gobierno y los partidos se está evaporando.
Estas actitudes, expresadas en público con más frecuencia, son posibles porque está en curso un ensayo colectivo de formación de opinión conectado a las redes, a lo que la población percibe «con sus propios ojos» y a una lógica básica en los sectores populares que une emoción, interpretación y explicación. Mecanismo suficiente que permite tomar decisiones políticas al margen de gobierno y oposición.
Los nuevos modos de decisión popular están conectados a la convicción que el vacío de liderazgo lo llenó María Corina Machado. Su figura y su mensaje le devolvieron a la gente la esperanza de derrotar electoralmente a Maduro. Este nuevo sentimiento crece y convierte a María Corina en la opción para conquistar el cambio que todos aspiran con los menores costos sociales y políticos para el país.
Pero, depende de ella y de las posiciones que adopte en adelante que pueda potenciarse su legitimidad carismática y su opción sed consolide como indetenible. Es un error de sectores y personalidades opositoras pretender descalificarla, negar la empatía de la gente con ella o ponerse a inventar razones para desconocer el juicio mayoritario que afirma que hubo más participantes en las primarias que en el referendo. Sea o no cierto.
María Corina es la candidata de la oposición y la figura que encarna hoy el cambio político. Sin duda es más útil convertir las observaciones críticas en propuestas para formular una estrategia más eficaz desde los diversos sectores que puedan respaldarla. Lo más importante es asegurar un vínculo claro entre la candidata y la promoción de una transición pacífica para poner en marcha un nuevo modelo de desarrollo económico e institucional. La propuesta económica de María Corina no puede ser manejada desde un lo tomas o lo dejas.
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Un segundo aspecto que exige aclaración es el alcance y límites del lema hasta final, que expresa una intención indispensable para moralizar a las fuerzas de cambio, pero que se hace ambiguo respecto a si promueve una transición como un violento choque de trenes o admite la importancia de lograr el entendimiento con factores en el seno del poder dominante o vinculados institucionalmente a ese campo.
Un tercer asunto a dilucidar es tener claro que la lucha a fondo para suspender las inhabilitaciones ilegales supone un compromiso de no abandonar ni el camino electoral ni la acción pacífica.
Si no se logra el objetivo, particularmente porque no se acude al TSJ, entonces hay que pensar en un mecanismo democrático de escogencia de un nuevo candidato que reúna las condiciones y atributos para ser candidato. Según el respaldo que muestre la gente.
Las dudas no pueden frenar el entusiasmo y la pasión de cambio que abrió María Corina, pero para muchos de los que la apoyan hay una frontera: No se trata de derrocar a Maduro dejando de lado la oportunidad enorme de derrotarlo con votos.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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