Oposición, irresolución y desesperanza, por Wilfredo Velásquez
La oposición venezolana no maneja bien las frustraciones, no supieron manejar políticamente las oportunidades que se les han presentado para enfrentar a un régimen antidemocrático y ducho en el juego del “rebuleo”, rebuleo en Venezuela significa armar el desorden para arrasar con el dinero de las apuestas o de lo que esté en juego, es el estilo jalisco de los mexicanos.
Acaban de perder una partida cantada, la mayoría de los analistas políticos que escribieron sobre el tema, yo entre ellos, dijimos que el propósito de desencamar a la oxidada y oportunista franquicia masista del pasado, solo traería como resultado la declaración de la omisión legislativa para que el TSJ chavista nombrar el CNE, para darle otra estacada (no necesariamente definitiva) a la Asamblea Nacional.
Caer en las trampas del régimen parece tan ingenuo, como creer en las promesas de un marido maltratador, se cometieron errores tan lamentables y fuera de toda lógica política, como aceptar en la Asamblea Nacional como diputados a un grupo que voluntariamente habían dejado de serlo, fueron cayendo mansamente en las trampas armadas desde la mesita, en alianza con el régimen.
Como resultado de la escasa capacidad de toma de decisiones de la oposición, tenemos un CNE, nombrado por el TSJ, al que según parece, le han otorgado capacidades normativas que serían competencia de la Asamblea Nacional, y un opositor Comité de Postulaciones Electorales, para proponer los rectores, que ni siquiera ha sido juramentado.
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La dirección opositora debería entender definitivamente, que en política el que no hace se lo hacen, se buscaba nombrar un CNE confiable, que permitiera adelantar procesos electorales en condiciones de transparencia, equidad y justicia y ahora tenemos un equipo de rectores, que lucen más comprometidos con el régimen que los anteriores, con capacidad de ajustar las normas a favor del oficialismo.
El Rector, ahora con cargo de vicepresidente, si realmente es lo que dice ser, tendrá un papel aún más triste que el del exrector Vicente Díaz.
Ahora, por no actuar oportunamente, lucen frustrados, indecisos, divididos y generando desesperanza, todavía no explican las cosas con claridad ante el país.
Parafraseando a Kant, podemos decir que el sentido de los hechos políticos no está dado por los hechos en sí, sino por el sentido que le imprimimos con el quehacer político.
Para los seguidores del régimen, las elecciones parlamentarias pudieran ser vistas como un mecanismo que ayude a resolver la terrible crisis que sufrimos, pero para quienes aceptamos y defendemos que la Constitución es el libro de normas de nuestro funcionamiento republicano, sabemos que no pueden serlo, y que, en consecuencia, aunque votemos no elegiremos, la crisis se agravará y el control del régimen sobre la población se hará más férreo.
Las elecciones legislativas, aunque aceptamos que al vencerse su periodo deben realizarse, por la forma como fue electo el CNE, violan toda legalidad y además le restan legitimidad y confianza al cualquier proceso electoral controlado por los integrantes, recientemente juramentados, de dicho organismo.
Las elecciones legislativas que pretenden realizar son un artilugio del régimen que se montó pacientemente desde la creación de la mesita del monólogo para desmontar la A.N. y terminar con el interinato presidencial de Juan Guaidó.
Teóricamente la interpretación y valoración ética de los hechos políticos, está dada, básicamente, por la concepción ideológica (valores), el compromiso social, la experiencia y la ambición personal de los políticos. Sin embargo, en el caso concreto de la oposición venezolana, pareciera que privan, en primer lugar, los intereses de los partidos, la ambición personal de los miembros de los mismos que se consideran presidenciables, y fundamentalmente la avidez económica de cada uno de los directivos, que, por una situación totalmente azarosa, logran algún manejo de información privilegiada, o de algún poder de decisión o de voto, que a los ojos del régimen pueda ser “transable”.
La inacción, por la razón que haya sido de la asamblea nacional, que ni siquiera se atrevió a juramentar el Comité de Postulaciones Electorales, mientras el gobierno montaba todo su tinglado, con el que puso a la oposición contra las cuerdas, haciendo evidente las contradicciones internas, los cuestionamientos al manejo financiero de los recursos recibidos, la falta de coherencia y de coordinación orgánica de las acciones, la torpeza burocrática para implementar los acuerdos tomados, tal como la creación de organismos, que desde que se acuerdan y se elaboran los decretos conformando las comisiones ad hoc, hasta su implementación pasan lapsos interminables, y algunas ni siquiera logran iniciar operaciones, porque las disputas por el manejo de los recursos evitan su llegada oportuna, esta irresolución que han demostrado, solo arroja como resultado la exposición de los miembros de las fantasiosas comisiones, a las sanciones impuestas por el régimen, entre ellas prohibiciones de salida o de entrada al país, riesgo de prisión, pérdida de sus bienes en territorio nacional, etc., sin que el propósito se cumpla, es tan lento el manejo y el desconocimiento burocrático, que no quedan registros de la aceptación de los miembros de dichas comisiones y pocas veces, o nunca, se efectúa la juramentación.
Por otro lado, es de suponer que aún no se conoce el alcance de la llamada operación alacrán, seguramente todavía queden algunos encuevados. Si bien el curso de los acontecimientos de Cabo Verde pudiera iluminarnos sobre los planes de financiamiento electoral de los micro partidos, que están esperando, representación proporcional de las minorías y mayor número de diputados, que le allane el camino a la próxima A.N., también pudieran inundar la cueva de los alacranes que faltan por dar la cara, agravando la crisis interna del G4.
El periodo de la Asamblea Nacional, inevitablemente se vencerá y ante la opción de prorrogarlo durante el 2021, no pareciera que el grupo denominado G4, esté dispuesto a entregarle una patente de corso a Juan Guaidó, se abre un periodo de negociaciones internas que debe hacerse de cara a la ciudadanía y con absoluta transparencia.
Por otro lado, el nombramiento ad hoc de las directivas de los partidos y la subasta de tarjetas electorales, hacen más difíciles las decisiones.
En lo inmediato Juan Guaidó en su condición de Presidente Interino, debe actuar con mayor independencia del grupo, hacer a un lado el reparto de las cuotas de poder que lo hacen ver como un irresoluto e implementar las acciones que hayan acordado, las que sean, pero que haga algo, o de lo contrario, va a quedar como aquel candidato que en su locura, permaneció encerrado en el Hotel Ávila, porque no tenía camisa para asistir a la reunión con el Presidente Medina donde se decidiría su candidatura a la presidencia.
Es hora de actuar, queda poco tiempo y mucho por hacer. No maten la esperanza.
Ojalá no tengamos que oír el lamento de Boabdil o el llanto y el suicidio de Judas.