Oppenheimer: una víctima emblemática del macartismo, por José Rafael López P.
El término «macartismo» se origina del apellido del senador republicano Joseph McCarthy (1908-1957), quien desencadenó una frenética campaña anticomunista en los Estados Unidos (EE. UU.) en la década de los 50. Esta época oscura se caracterizó por intimidaciones, acusaciones infundadas y audiencias públicas sin garantías procesales, donde se perseguía a todo aquel sospechoso de simpatizar o ser comunista.
Miles de ciudadanos, incluidos destacados científicos como Oppenheimer, Papanek, Kamin, Solomon, así como artistas de renombre como Chaplin, Welles, Cole, Trumbo, Koch, Meyers, Hellman, Goldfrank y muchos otros, fueron acusados y, en muchos casos, encarcelados. Además, cientos de educadores, activistas de los derechos civiles, periodistas, líderes laborales y trabajadores también fueron objeto de persecución durante ese período tenebroso de la historia estadounidense.
Recientemente, la vida de una de las víctimas de la vorágine macartista, Robert Oppenheimer fue representada de manera dramática y cautivadora en la película que lleva su nombre, la cual recibió 7 premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas del país del norte, incluyendo el premio a la mejor película.
Oppenheimer, fue un eminente físico estadounidense conocido como el «padre de la bomba atómica» por su papel fundamental en el desarrollo de armas nucleares en los Estados Unidos (EE. UU.). Fue el director del proyecto Manhattan, equipo que desarrolló exitosamente la primera bomba atómica, la cual fue detonada en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945, un mes antes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, Oppenheimer fue investigado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) durante ese período de caza de brujas debido a la relación de su esposa y su hermano con el Partido Comunista de EE. UU., su apoyo al gobierno electo de la Segunda República española y su defensa de la sindicalización de sus colegas universitarios. Además, se opuso al desarrollo de la bomba de hidrógeno por parte de EE. UU. Oppenheimer, además, fue incluido por el FBI en el Índice de Detención Preventiva, una lista en la que figuraban todas aquellas personas que, en caso de emergencia nacional, debían ser arrestada.
A pesar de que las acusaciones contra Oppenheimer no fueron verificadas, se le revocaron todas las acreditaciones de seguridad y fue destituido de su cargo en la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos. Fue públicamente humillado y forzado a separarse de su carrera científica y del mundo que tanto había contribuido a construir.
Sin embargo, el macartismo aún persiste, no es un fenómeno relegado al pasado. La polarización política en Latinoamérica, especialmente en Venezuela, ha dado lugar al resurgimiento de una forma de censura intelectual y exclusión que encarna al macartismo del pasado. La influencia negativa de esta perversa narrativa también se ha extendido a las academias, donde se excluye a quienes son identificados como «socialistas-comunistas», (por favor no confundir con la farsa ideológica del chaveco-madurismo). Esta etiqueta política estigmatizante ha conllevado a la desacreditación, el veto y la exclusión de investigadores sin considerar sus logros académicos y científicos. Se les cataloga, de manera extraoficial (off-the-récord), como sujetos «controversiales», «beligerantes» y «conflictivos», sin que se prive una evaluación objetiva de su trabajo académico y científico. El problema no es científico, sino político e ideológico.
*Lea también: El terror como política de Estado, por José Rafael López P.
La ciencia debe ser un espacio donde se privilegie la búsqueda de la verdad y el intercambio de ideas, sin temor a exclusiones basadas en consideraciones políticas o ideológicas.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo