Orden en la pea, por Teodoro Petkoff
Estimado Hugo: Bien sabemos que estás muy ocupado en esa tarea hercúlea de coordinar y concertar la acción de los otros polos de este planeta, pero no nos queda más remedio que importunarte con algunas fruslerías domésticas. Pero es que cuando te fuiste no te diste cuenta de que quedaron unos cabos sueltos y tu gente no encuentra cómo amarrarlos. Dictaste un decreto de aumento salarial que ahora nadie alcanza a descifrar. Adina y Blancanieve, que se supone debieron redactártelo conjuntamente, ahora tienen montada una galleta pública de alto voltaje. Una de ellas dice que no hay tal decreto y la otra afirma que sí, pero que tienes que regresar para que aclares qué fue lo que quisiste decir. Uno no alcanza a entender cómo es posible tanta chapucería. Si uno no supiera que Adina y Blanquita te son ciegamente fieles, creería que te están saboteando a propósito. Porque la cosa es tan sencilla, Hugo, que hasta la propia Rosinés habría podido hacerte un trabajo mejor. La ley es muy clara, Hugo. Al comienzo de cada año, previa consulta a una comisión tripartita, el gobierno debe realizar un ajuste del salario mínimo. Está bien que prescindas de la tal comisión tripartita, porque eso fue un engendro calderista y neoliberal, pero de todos modos podías dictar el decreto por tu real gana. Blanquita no te lo explicó y saliste con un decreto de aumento general de salarios en el sector público. Pero resulta, Hugo, que ese decreto reproduce un acta convenio que Blanquita había firmado con los sindicatos públicos en noviembre pasado y ahora nadie sabe si tu aumento es adicional al de noviembre o aquel no vale y este es el que es. Pero, para más vaina, Hugo, tu decreto es para el sector público; el sector privado, patronos y trabajadores, quedó en el limbo. Y ahora sale José Vicente con que él va a pedir un aumento de 10% para los militares y nadie sabe si es otro aumento, encima del que ya tú diste, o este no les tocó a ellos y hay que darles uno aparte, con lo cual quedaría abierta la pregunta de si los militares no son parte del sector público. Total, Hugo, que ahora uno entiende mejor por qué fue que ustedes fracasaron el 4F. Si redactar un simple decreto les resulta tan difícil, puede uno entender cómo fue que te quedaste incomunicado en La Planicie. En medio de aquella plomazón a cualquiera se le olvida el detalle de los celulares que nunca te llegaron.
Otra cosa, Hugo, el gordo Rosendo no mandó los recaudos de descargo que le pidió la Contraloría. ¿Te acuerdas? Es aquello del Plan Billuyo, excusa, del Plan Bolívar 2000. Resulta que el gordo debía explicar a Clodosbaldo y a la Asamblea Nacional que todo aquel choreo no había sido tal, pero lo que hizo el muy gafo fue mandar una carta anunciando las medidas que iba a tomar para que no se repitieran esos casos. O sea, que sí hubo choreo. Ahora, los compañeros están arrechísimos y Pedro Carreño, para disimular, dijo que el gordo «no había entendido» lo que le pidieron y por eso no mandó los recaudos. Te lo voy a pedir por favor, Hugo: aunque yo sé que el mundo multipolar no funcionaría igual si tú no estás todo el tiempo «cochando» a Putin y a Jiang Zemin, tus próximos viajes deben ser más cortos. Ya tú ves lo que pasa cuando te quedas más de tres días por allí.