Orden literal, por Marcial Fonseca

A pesar de que le gustó mucho la película El Código de Da Vinci, prefería hacer sus catalogaciones con letras en vez de con números. Así que cuando aceptó ser vendedor de molinos eléctricos Singer, que sería una buena mampara, solicitó que le asignaran la zona centro occidental, de esa manera le sería más fácil conseguir una retahíla de poblaciones, pueblos y ciudades que satisficieran su obsesión por el orden: Acarigua, Barquisimeto, Carora, Duaca, Ejido, Farriar, Guacara, Hoyo de la Puerta o Humocaro o Higuerote, con la H no se había decidido. Tenía que chequear que todos tuvieran operaciones bancarias.
Mientras desayunaba, antes de partir, se dedicó a asignarle a la lista alfabética un orden numérico: Acarigua, 1; Barquisimeto, 2; Carora, 3; etcétera. Luego se fue a dormir muy contento por la buena planificación que estaba logrando. Los policías quedarían desconcertados.
Y empezó su plan. Llegó a la primera población, esperó que abrieran el banco seleccionado; con bastante sangre fría y un arma pidió que abrieran la bóveda; la gerente, la única que sabía la combinación, no había llegado y fue llamada a su casa e informada del asalto y que tenía que suministrar los números para abrir la caja fuerte o el asaltante empezarían a disparar. Ella se negó, y a pesar de que los empleados le rogaron que diera la información, no cedió. El ladrón tuvo que irse con las manos vacías.
Este dejó pasar una semana y se fue a la ciudad siguiente, acá si tuvo suerte. Se apaciguó por un mes, luego quiso continuar con la secuencia seleccionada, es decir con Carora; pero el carro estaba presentando una falla, y como él no era tan ordinario como robar un carro, decidió repetir lo anterior, mismo banco en la misma ciudad, Barquisimeto.
Luego de nueve meses de ardua labor, se reía solo al pensar que todo le estaba saliendo más o menos como lo había establecido: Acarigua, Barquisimeto, Barquisimeto, Carora, Duaca, Ejido, Farriar…, pensó en cómo sería el orden con números. Los convirtió: 0, 1, 1, 2, 3,… Cero (0) porque no hubo suerte con Acarigua, dos unos porque Barquisimeto fue trabajada igual número de veces; Carora fue sencillo, igual que Duaca. Con sorna y presuntuoso se dijo: ¿empiezo los preparativos de la cuarta ciudad o disfruto del éxito?
Mientras tanto, el comisario Seamol, se pronuncia [simol], recibía un resumen del caso para que tomara el mando de las pesquisas; quedó impresionado con la labor de los detectives; estos le mencionaron que el orden de los asaltos debía ser analizados desde el numero dos que debía ser el numero uno porque el de Acarigua no fue exitoso; así que ellos también llegaron a la misma secuencia del delincuente. Orgullosos le preguntaron al comisario si debían esperarlos en el cuarto pueblo, Ejido; el comisario Seamol aceptó que pusieran unos detectives de guardia; pero no en Ejido, en Farriar.
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Y en efecto, hubo un asalto en Farriar; el delincuente, íngrimo y atrevido, fue detenido. Este creyó que lo estarían esperando en Ejido; pero Seamol había develado la secuencia, que era la de Fibonacci[1]: después de la ciudad tres (3), es decir, Duaca, seguía la cinco (5), o Farriar, no Ejido, la cuatro (4).
[1] La Serie Fibonacci empieza con 0 y 1, y cada término siguiente es la suma de los dos anteriores: 0, 1, 1, 2, 3, 5, …
Marcial Fonseca es ingeniero y escritor
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