Los abuelos requieren su gota de petróleo, por Rafael A. Sanabria M.
Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender
Ortega y Gasset
Hace algunos días los abuelos pensionados del Seguro Social, alzaron sus voces para solicitar al Presidente de la República un aumento en la cuota que reciben como pensionados, pero lo único que recibieron fue maltratos por parte de las fuerzas del orden público. Al parecer se les olvidó de donde vienen, que algunos de estos ancianos podrían ser su madre o padre.
Estos connotados longevos no exigen nada que no se hayan ganado, las autoridades se hacen dizque sordos y no dan la cara, simplemente mandan sus personeros para asustar al pueblo, porque una cosa es control y otra es abuso de poder, que fue lo que se cometió contra el adulto mayor como apreciamos por las redes sociales.
Parece que la gente de poder en el país no tiene interés en brindarle el buen vivir como se expresa en el preámbulo de la constitución a nuestros mayores, que sobreviven porque familiares sostienen sus necesidades. Hay muchos que ya están en situación crítica, tanto por falta de alimentación como de medicinas.
De verdad que han desarrollado una política de inclusión en el Seguro Social con muchos ancianos que han cotizado y otros que la obtuvieron a través de Amor Mayor, buena acción, pero qué se hace con cantidad si no se le brinda calidad. Ya tenemos ancianos en situación de calle, que merodean los vertederos en busca del pan nuestro de cada día. ¿Merecen ellos vivir este suplicio? ¿Han cometido algún crimen que les haga indignos de tener un trato digno, por haber ayudado en sus tiempos de vigor a levantar las bases del país?
De que valen discursos de elogios al adulto mayor si en la práctica es otra realidad la que se ejecuta, ¿será que los ministros podrán cubrir sus necesidades con 500 mil bolívares y un bono de guerra? Cada vez que un ministro se sube el sueldo deben de aumentar también, proporcionalmente, el monto de la pensión. O expresarla en petros (ya que no en dólares) y entregarla en bolívares.
Los ancianos no están pidiendo limosna, están solicitando lo que por derecho les corresponde por haber trabajado en la edificación del país. Mientras el gobierno no se aplique a sí mismo el palíndromo reconocer, seguiremos siendo un país en retroceso, que vive del populismo, de la propaganda, pero jamás seremos capaces de generar ideas largas que al menos contribuyan a minimizar sus políticas frustradas.
¿Cómo se alimenta o sigue el más ligero tratamiento médico un adulto mayor, si su ingreso mensual apenas le sirve para comprarse dos kilogramos de harina pan? Pero el Presidente de la República vocifera que es el país que más pensionados tiene. Sí en número, pero se están muriendo de hambre, literalmente. Las ollas están vacías, no pueden tomarse una medicina, porque si no dejarían de comprarse los pírricos y pobres alimentos que es para lo que alcanza el dinero de pensión.
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Ahora también tienen que lidiar con leña, regresaron a su infancia de la Venezuela rural, cocinar a leña porque hace un buen rato que el gas anda de paseo, no llega y cuando llega los ancianos usted los ve como los cadetes en completa formación, bajo sol o lluvia. De igual forma la bolsa de comida es una lotería, se gana de vez en cuando, porque no todo el tiempo se tiene acceso a ella y si llega, en el camino se quedan algunos importantes productos en misteriosas y poderosas manos. Sin duda si no lo agarra el chingo lo garra el sin nariz.
No se entiende como se le puede mentir al mundo diciendo que todo está bien si nada funciona con coherencia, todo es ineficiente, defectuoso e inerte. Lo único que funciona “bien” es la corrupción.
El gobierno es el más interesado en que vivamos sumergidos en el silencio. El Estado, mejor que nadie sabe cuál es la realidad del país, pues ha sido tan inteligente que ha entrado a los hogares venezolanos a través de sus censos del Clap y conoce la vida y milagros de todos. No se justifica que pretenda desconocer la situación que padecemos y tenga al pueblo pasando calamidades.
Es hora que todos los sectores hagan valer sus voces, de lo contrario seguiremos siendo esclavos de nuestros miedos.
Qué triste que después de haber contribuido a forjar un país y estando ya al ocaso, no se pueda terminar de cumplir el ciclo de vida con dignidad y tranquilidad.
Señor presidente recuerde que para allá vamos todos, nadie se escapa de esa etapa, al menos que fallezca antes. Hoy son ellos, mañana puede ser usted, la vida da muchas vueltas. En el papel se exalta al adulto mayor, tanto así que para la constitución son excelsos, pero para el día a día son unos corotos viejos que han perdido su valor. Es muy admirable la obra escrita en papel, pero también es importante facilitar la buena acción.
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