Otra vez ¿dónde estamos y qué hacer?, por Ángel Lombardi Lombardi
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La posibilidad de considerar votar en el 2025 y con los argumentos respectivos, asumiendo que el régimen siga en el poder, de manera ilegal y sin legitimidad, es un simple ejercicio «posibilístico».
Si se asume la abstención como una estrategia, significa que no participa la oposición democrática en las elecciones para gobernadores y alcaldes, diputados regionales y concejales y las de diputados al Parlamento.
Si este escenario se da, si el régimen sigue en Miraflores, el vacío que no existe en política será llenado por el régimen en su totalidad. Mientras que se hace.
La «calle» no funcionó ni va a funcionar, si el aparato represivo se mantiene, hay que recordar el 2014, el 2017 y la convocatoria del 9 de julio del 2025.
La mayoría tiene miedo y es razonable y cada quién cuida su «cotidianidad y sobrevivencia» que incluye la posibilidad de emigrar.
Los partidos políticos y la clase política no pueden prescindir de los procesos electorales por la simple razón que ese es su oficio y de allí obtienen sus recursos e influencia, por grande o pequeña que sea.
Se habla de principios y valores y ello es muy importante, pero la moral es cosa de cada persona y la ética, es la proyección moral de cada uno en función del todo social y humano.
En política no hay «buenos y malos» sino buenos y malos gobernantes, buenos y malos presidentes, gobernadores, alcaldes, legisladores, concejales, funcionarios en general, que incluye a todos los poderes, malos y buenos jueces y también a policías y militares y a los empresarios que sin ser funcionarios, sus empresas y negocios, en nuestra economía y realidad política, pasan a depender totalmente del gobierno en todos sus niveles y más cuando en nuestra sociedad la «ley y la justicia» tiene precio. Esta es la realidad-real.
Lo otro es el autoengaño, la ilusión y la propaganda y la ideología, un adorno que forma parte también de la propaganda.
Que hay otras vías para cambiar de gobierno, lo sé, basta conocer nuestra historia y la propia historia de la humanidad. El «golpe de estado» la idea prohibida, que muchos piensan y desean, pero el golpe de estado no forma parte de la teoría y la praxis democrática y yo nunca estaré de acuerdo con ello, aunque sé que ocurren y es lo más probable y así ha sido en nuestras crisis históricas y de manera reciente tenemos, 1936, 1945, 1948, 1952, 1958, 1992, 2002.
Igual la fantasía de presidentes sin respaldo militar, estos «caen»: Carmona, es un ejemplo. El propio Chávez en 2002, se le restituyó su cargo, no por el pueblo, sino por los militares. La etapa de Guaidó y el gobierno paralelo en el exterior. No funcionó, porque en Venezuela y en muchísimos países, cuartel y palacio de gobierno es casi lo mismo.
La política y el gobierno se trata del PODER que está definido y reglamentado en la Constitución y las Leyes, pero cuando esto no se cumple, entra en juego la «fuerza». Poder significa: «el que puede» no el que quiere y desea. El poder es poseer, dominar, decidir y hacer.
En democracia, el poder está dividido y coordinado, pero cada quien, con sus atributos y responsabilidades, un sistema de pesos y contrapesos y de equilibrios dinámicos y un ciudadano con consciencia de sus deberes y derechos.
La humanidad, este sistema político, lo definió en Atenas hace más de dos mil años y se viene implementado en la modernidad desde el siglo 17 y en Venezuela lo hemos experimentado y vivido, de manera progresiva, desde 1936 con una tímida apertura. En 1947 se aprueba la elección universal, directa y secreta, una gran conquista histórica y que permitió elegir a Rómulo Gallegos como el primer presidente electo democráticamente.
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La otra aventura e ilusión, es la «invasión»: la rechazo de manera absoluta. Una sociedad que se respeta asume sus responsabilidades desde sí misma, lo que no significa que ignore o minimice los factores internacionales geo-políticos.
Al final, los hechos y la realidad-real tendrán la última palabra.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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