Otra vez pasó en Güiria, por Beltrán Vallejo
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A mediados del 2019 la población de Güiria fue el centro de un escándalo dantesco cuando zozobraron dos embarcaciones con su secuela de muertos y desaparecidos. Se recuerda que en aquel momento se trataba de dos botes hasta el tope de tripulantes que integraban una operación de tráfico ilegal de personas que desde algún punto del Municipio Valdez, en el estado Sucre, intentaban dirigirse hacia la isla de Trinidad y Tobago.
Lamentablemente, en este diciembre del 2020 se repite la película de horror con una tragedia que comprende a 23 fallecidos, entre hombres, mujeres y niños, que es lo que registro en el momento de la redacción de este artículo, y cuyos cuerpos han sido encontrados a raíz de un naufragio bajo las mismas circunstancias y en la misma zona donde acaecieron los siniestros anteriores.
La respuesta inmediata del régimen de Maduro ha sido castigar con prisión a los que dieron las informaciones sobre el naufragio; es decir, como toda tiranía, o como todo régimen estúpido y hasta cómplice, se trata de “castigar al mensajero” y no de atender la problemática de manera transparente y con determinación.
Lo que se está evidenciando con esta reiteración de hundimientos es que hay incapacidad institucional para ponerle freno a esos viajes peligrosísimos, considerando también el drama social que contextualiza en gran medida la motivación de algunos venezolanos que no les queda otra que caer en las manos de mafias y de involucrase en una aventura arriesgada para llegar por cierto a un país que como Trinidad parece no ser un lugar donde haya respeto por los venezolanos desesperados que pisan esa tierra.
¿Qué organismo policial o militar se encarga específicamente de este delito que en sí se trata del tráfico ilegal de personas y su delito vinculante denominado trata de personas? ¿En Venezuela hay capacidad técnica, de formación de recursos humanos y de cooperación internacional para atacar a esas mafias transfronterizas que realizan un delito que arroja ganancias tan milmillonarias como el tráfico de drogas y el tráfico de armas?
A raíz de lo que acaba de pasar en las costas venezolanas, creo que la lucha contra este flagelo transita el camino de un horrible fracaso. Si nos faltaba algo para parecernos a un país de la áfrica subsahariana, tipo Nigeria, por ejemplo, que son sociedades desmembradas por hambre, guerra y dictaduras, pues ya apareció.
Nuestra Venezuela está africanizada, tribalizada, tomada por mafias y azotada por la extrema pobreza. La revolución bolivariana se hunde, pues, en las costas de Sucre.
En otro aspecto sobre el tema, no me cabe duda de que los organismos internacionales, si ameritan focalizar estrategias sociales o de delimitación de la ayuda humanitaria, pues los invito al estado Sucre: si Venezuela está sumida en la pobreza, en la entidad sucrense reina la miseria atroz, además de que buena parte de esta subregión está bajo el dominio de carteles de la droga, tratantes de personas, saqueadores de cobre, contrabandistas de gasolina y toda una flora y fauna de inseguridad y atrocidades; y entre esas negaciones, un gobernador incapaz, indolente y malandroide.
Por cierto, Sucre es uno de los estados más afines al PSUV en participación electoral, pero vean que su gente arriesga la vida para conseguir algún lugar del Caribe donde ganarse la comida, así termine como trabajador bajo régimen de semiesclavitud.
Lamento que con estos comentarios sobre tan infausto suceso me toque desearles una feliz Navidad, “en lo que cabe”, a los que me leen, además de que tengan un 2021 con menos sufrimiento.
Me leerán en el 2021.
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