Palo abajo, por Teodoro Petkoff
Hace unos meses Chacumbele nos aseguró que nada teníamos que temer de la crisis mundial porque nuestra economía, gracias a su sabia política, estaba «blindada». «Ni siquiera si el petróleo baja a cero, «pasará nada», afirmaba, enfático, pero no por la regla de juego que obliga a todo gobierno a mostrarse siempre optimista, sino porque de verdad se lo creía. Pero la economía se negó a obedecerle. Un semestre de crecimiento negativo, avisa que estamos entrando en recesión económica. Pero lo verdaderamente grave no es el aspecto coyuntural del desplome, que en su ignorancia sin lagunas, Chacumbele atribuye, ahora sí, a la crisis del capitalismo, sino lo que ella evidencia respecto de los fundamentos de nuestra economía.
Esta ya había iniciado su descenso antes de que quebrara el primer banco en Estados Unidos; la crisis mundial y la caída de los precios del petróleo simplemente pusieran en evidencia la extrema fragilidad de una economía que coge una pulmonía cada vez que estornuda la de Estados Unidos.
Diez años de chavoeconomía han hecho de la venezolana una economía aún más dependiente del petróleo de lo que jamás fuera. La eterna aspiración nacional de romper esa dependencia ha sido frustrada una vez más y ahora peor que nunca. Siempre fuimos un país rentista; ahora lo somos hasta extremos demenciales. No sólo porque más de noventa de cada cien dólares que recibimos por exportaciones provienen del crudo sino porque ya no exportamos prácticamente nada más. Los ingresos por exportaciones no petroleras son insignificantes. La estúpida política cambiaria (pero muy lucrativa para los corruptos de todo pelaje), sumada al hostigamiento infinito al sector productivo privado y al descalabro de las empresas estatizadas, se han encargado de hacer añicos el inefable «crecimiento endógeno» del cual se vanagloriaba el Gran Ignorante, siempre contando pollos antes de que nazcan.
La chavoeconomía ha aplastado la capacidad productiva del país y con ella a los pobres.
Además, aquí nadie invierte, lo cual es la piedra angular del crecimiento económico y de la creación de empleo.
Ni los nacionales ni los extranjeros y tampoco el Estado. La inversión, tanto pública como privada, es ínfima y en este semestre cayó por debajo de cero. En el lapso 2004-2008, según cifras de la Cepal, recogidas por Víctor Salmerón en El Universal, Chile recibió 53 mil millones de dólares, Colombia 39 mil y Perú 17 mil para no mencionar al gigante brasilero, al cual la inversión extranjera no cesa de fluir. Pero nuestra economía, dirigida por el talento inconmensurable de Hugo Chávez, apenas recibió 5.844 millones de dólares, menos aún que la diminuta República Dominicana, donde recalaron más de 7 mil millones. Se equivoca Chacumbele si cree que el repunte de los precios del petróleo lo va a sacar de apuros.
Los daños que ha causado al aparato económico son tan graves que ni 200 dólares por barril lo sacan del hoyo. Mientras se mantengan las mismas pautas de política, la economía no tendrá fuelle ni siquiera para aprovechar un nuevo diluvio de petrodólares.