Pandemia cambia las normas en burdeles europeos: solo dos posiciones y adiós al anonimato
El cliente estará obligado a usar mascarilla al entrar en los establecimientos y en el vestíbulo, deberá bañarse antes de mantener encuentros sexuales y solo podrá utilizar dos posiciones que no impliquen quedar cara a cara con la otra persona
La llegada de la covid-19 cambió la sociedad por completo y muchas industrias han tenido que adaptarse para mantener sus actividades económicas y comerciales sin que esto implique impulsar la propagación de la enfermedad.
De esta realidad no se ha salvado ni siquiera la industria sexual, caracterizada por el contacto físico y los espacios cerrados. Por este motivo, los burdeles ya aplican sus particulares protocolos de higiene y distanciamiento que les permitan mantenerse operativos y cumplir con las regulaciones gubernamentales.
Los burdeles griegos, concretamente, introducen reglas que van más allá del distanciamiento y la higiene, según constató Sputnik en un recorrido realizado por establecimientos en la ciudad Salónica.
Según reportó Sputnik, las nuevas reglas en Grecia implican el fin del anonimato, pues los clientes deberán identificarse obligatoriamente y dejar sus datos para poder ser contactados en caso de que surja un brote, para rastrear las cadenas de contagio.
En casos de encuentros sexuales, las camas estarán vestidas con sábanas de un solo uso, que luego serán descartadas. Además, todas las habitaciones contarán con antisépticos.
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Por parte del cliente, deberá llevar mascarilla en la entrada y en el vestíbulo mientras espera. Antes del acto, debe ducharse y recibe toallas estériles para secarse. Lo más curioso es que solo permiten usar dos posiciones sexuales, las cuales no implican el encuentro cara a cara.
Las trabajadoras serán examinadas cada 15 días por un médico en un hospital de Salónica, y antes de retomar las actividades en estos establecimientos, se sometieron a un test de despistaje de covid-19.
A raíz de la pandemia, la actividad del sector ha caído alrededor de 50%. Las trabajadoras, que son en su mayoría autónomas, no recibieron ayuda gubernamental y fueron sus promotores quienes presuntamente les garantizaron comida e insumos necesarios.