Pandemia, circo y despotismo, por Carlos Alberto Monsalve
El circo es una institución de vieja data, que ha sufrido a lo largo de su historia diversas innovaciones y adaptaciones. El circo es en esencia espectáculo y entretenimiento.
Si algunos supieron mucho sobre él fueron los romanos del Mare Nostrum, quienes comprendieron su valía para mantener su vasto imperio. Tal fue el refinamiento, que los romanos le dieron, que lograron trasladarlo de las arenas del Coliseo a la vida de sus súbditos, borrando las líneas convencionales entre espectador y espectáculo. Los iniciados en la primitiva iglesia cristiana lo vivieron en carne propia.
La Roma imperial se esmeró en crear las condiciones para que sus súbditos vivieran un ambiente en el que la diferencia entre lo verdadero y lo falso dejara de existir, esa es la esencia del circo romano, su sello de distinción, la parte nefasta de su heredad al mundo.
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El espectáculo llevando de la mano a la normalidad, tutelándola.
¡Oh, la ¨normalidad¨!, ese bien tan preciado por los déspotas, ese anhelo sublime que ha llevado a tantos a la locura. La corte de Nerón celebrando las cualidades artísticas de su emperador, con el fondo de una Roma incendiada. Las humeantes chimeneas de los campos nacional socialistas de concentración como marco de una sociedad alemana que tararea una canción dedicada a Lili Marleen.
A los despotismos de antaño parece habérsele agregado en estos días un ¨despotismo democrático¨. Un contrasentido más en tiempos de contrasentidos.
El quid del asunto es que el despotismo no es tan solo una forma de gobierno sino también es una manera de vivir. De tal manera que pudiéramos hablar de sociedades despóticas y de un mundo despótico.
Se ha presentado la pandemia con su aliento devastador, acompañada de sus demonios. El miedo aspirando señorearse sobre la vida de los habitantes del planeta tierra. Vivimos horas en que pendemos de la naturaleza de la respuesta que le demos a esta tragedia, desde la humanidad que presumimos ser.
Hay noticias preocupantes que nos revelan espacios donde la pandemia, el circo y el despotismo tienen vasos comunicantes.
Estamos ante la presencia de actores relevantes del mundo moderno interpretando a la cuarentena como circo político, la normalidad como espectáculo y la pandemia como joker.
¿Hasta dónde serán capaces esos actores de estirar las cuerdas de esta pretendida gran carpa?
El asunto de la pandemia encontrará solución en los laboratorios, ¿pero los desvaríos dónde?
Hay quienes han convertido a la palabra cuarentena en una palabra extraviada.