¿Paquetazo sin sacudón?, por Juan Vicente Gómez
La reconversión monetaria implementada por Maduro y el rosario de medidas económicas que la han acompañado no han logrado detener el fenómeno hiperinflacionario, por el contrario, parecen empeorarlo, como apuntan las cifras de agosto con más de un 200% de incremento en tan sólo ese mes.
Tal como han advertido muchos expertos, “los 5 ceros que se le quitaron al bolívar fuerte no van a lograr derrotar la tendencia hiperinflacionaria”, mucho menos cuando el conjunto de medidas que anunció el gobierno luce incompleto, incoherente y hasta improvisado para atender la emergencia económica.
El monto del salario integral, los 1.980 soberanos de la discordia no podrán ser asimilados por grandes sectores de la empresa privada, los despidos masivos son un hecho y la actividad económica va a seguir constriñéndose de manera irreversible mientras se mantengan las imposiciones y restricciones gubernamentales.
Por mucho menos de lo que estamos viviendo en 2018 a Carlos Andrés Pérez le “bajaron los cerros” en febrero de 1989 y –a pesar de que las protestas sociales siguen en aumento- los reclamos de la población no llegan a sentirse como una voz unánime y poderosa, capaz de poner en jaque a los grupos de poder que detentan el gobierno desde hace casi dos décadas
La falta de direccionalidad política en las protestas sociales quizás ha contribuido a que las voces en contra del régimen no alcancen mayor magnitud. Las luchas internas entre grandes factores de la oposición seguramente expliquen esa “dispersión de fuerzas”, mientras que en Miraflores deben suspirar aliviados por el funcionamiento de la máxima “divide y vencerás”.
Debilitado el descontento mayoritario, fraccionado en pequeños grupos, la lucha contra la opresión oficialista parece quedar sofocada en “fuegos aislados” y la cosa no termina de “llegar al devastador incendio” que yace en potencia.
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Los “mangos bajitos” de las dádivas populistas tampoco le están garantizando al chavismo la “rodilla en tierra” que ellos asumen como “respaldo ciego” de los sectores económicamente más necesitados hacia el régimen. Mucha gente sigue “haciéndole el juego” al gobierno, se sacan el Carnet de la Patria a regañadientes y cobran cualquier tipo de subsidio oficial, pero no renuncian a expresar sus opiniones críticas contra el oficialismo y tampoco parecen haber adquirido “acuerdos de sumisión”.
Por el contrario, la protesta por motivos sociales, a pesar de no contar con apoyo o direccionalidad política, ha imperado en 2018, las estadísticas sobre conflictividad así lo demuestran, y el gobierno de Maduro podría estar pendiendo de un hilo, un equilibrio político muy frágil que en cualquier momento se podría romper.
¿Será factible que ocurra en Venezuela algún estallido social comparable al “sacudón” de 1989? ¿Podrá el oficialismo controlar el descontento que ocasiona el “paquetazo rojo” y seguir intentando avanzar con la aplicación de medidas tan impopulares? ¿Cuánto tiempo de vida política le quedará a Maduro después de haber agotado la estrategia populista del reparto de dádivas y dinero? ¿Cómo impactarán esas medidas en el futuro de nuestra nación?