Para emprender hay que incentivar, por Rafael Antonio Sanabria Martínez
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En los últimos años, con la economía de Venezuela venida a pique, se ha mirado más la alternativa del emprendimiento como opción para oxigenar la precaria situación; actitud positiva que ha dado resultados favorables en otros países en crisis. En nuestro caso, muchos jóvenes se han preparado académicamente y han formado empresas para enrumbar proyectos rentables. Hay quienes sin formación se aventuran, después de reunir algún capital, por la ruta del emprendimiento, motivados por la necesidad de trazarse un destino.
Es una brillante idea del gobierno venezolano el que la generación actual dé el primer paso para emanciparse en lo referente a lo económico, mas su implementación ha sido nula. Otra vez palabras y no hechos. Un bello mundo imaginario y una terrible concreta realidad. Fomentar el emprendimiento debe ser una gestión planificada profesionalmente, proporcionando ayuda material y organizativa, pero lo que hay es la carrera de obstáculos de siempre.
Hoy más que nunca se requiere emprender en la agricultura, la industria, la ciencia y tecnología, pues nuestro país está sumergido en una profunda necesidad de bienes y servicios. Además, es necesario prestarle mucha atención a la educación, con su eficaz planificación contribuiríamos al progreso y evolución de nuestro país. Es necesario el emprendimiento privado porque se está asfixiado por unas sanciones que obligan al venezolano a atreverse haciendo algo diferente, con esto quiero dejar claro que Venezuela no es el único país sancionado en el mundo, hay otros por años bajo tales condiciones y hoy son potencias (habrá que indagar cómo lo lograron).
La solución no es que el gobierno se haga la víctima para generar compasión sino asumir pertinentemente una actitud constructiva. Lo importante es mover los «motores» que nunca arrancaron por irresponsabilidad suya, que no observó la relevancia que ameritaba, siempre justificándose y evadiendo responsabilidades o buscando culpables.
Es un comportamiento infantil de un gobierno llorón, que evita gobernar y quiere que los ciudadanos le protejan. Inaudita confusión de roles.
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Si el gobierno hubiese utilizado la masa joven para mover con seriedad y pertinencia los llamados motores otro sería el relato, pero prefirió dejar partir la mano de obra calificada a otros países y terminar de llevarnos al abismo. Hoy, ante tanto atraso e involución, frente a sus ojos gritan que hay que motivar el emprendimiento. ¡Al fin lo descubrieron!
El detalle es que la pujante juventud que aún permanece en el país se encuentra con una barrera impuesta precisamente por las mismas autoridades. Venezuela es terreno fértil para emprendimientos innovadores, la inventiva criolla está a flor de piel y solo requiere de una mano amiga, honesta y bien dispuesta, para disponerse a parir ideas.
Los jóvenes se sienten inspirados por emprender, pero están atados de manos frente a un gobierno voraz que, al primer contacto, les quita el poco capital en un torbellino de impuestos. Quién puede surgir en la génesis de una empresa si no tiene apoyo y consideración. Entonces, no se hable de emprendimiento si a la vez se suman barreras.
Es cuestión de entender que para hacer surgir la economía es vital que el emprendedor sienta que está recibiendo el reconocimiento por un colectivo que requiere de sus servicios.
Pareciese que fuese el mismo gobierno el interesado en que la economía no mejore, pues sus estrategias siguen apuntando al fracaso y, aun sabiéndolo, siguen empeñados en aplicar estrategias que no conllevan a construir una verdadera nutrición económica.
Emprendimiento es compromiso desde todas sus aristas, donde todos se benefician en simbiosis. Pero, cómo emprender en un país donde a los dos días de haberse fundado una empresa, el alza del dólar y los exorbitantes impuestos arrastran al fracaso.
Yo soy pueblo y creo en el emprendimiento como el cultivo de una idea que da frutos y pone a prueba nuestra capacidad personal, bajo un esquema de planificación, paciencia y perseverancia.
El país bulle de iniciativas individuales y comunitarias, hagamos que el inagotable ingenio criollo se haga realidad.
Rafael Sanabria es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua) / Ilustración: Eduardo Moreno.
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