Para hundirse mejor, por Teodoro Petkoff
De los innumerables viajes de Chávez, este que lo llevará a Rusia, Bielorrusia e Irán tiene un airecillo patético, un cierto empaque decadente y siniestro que emana de una política exterior que de un tiempo a esta parte ha perdido fuelle aceleradamente. De aquellos tiempos en que Europa miraba con indulgencia, no exenta de curiosidad y hasta de simpatía, a quien parecía un líder extravagante, ciertamente, pero lleno de vitalidad y espíritu renovador, ya no queda sino muy poco y lo poco que queda no vale casi nada. Al comienzo, hasta la derecha europea, en particular la francesa y la italiana, veía con interés la experiencia chavista, entre otras cosas, porque abría posibilidad de negocios prometedores. La izquierda, ni se diga: veía como uno de los suyos a este suramericano que hablaba de revolución y lucha contra la pobreza y, sobre todo, metía el dedo en el ojo de Bush con un empeño que sentían propio. Todo eso se ha diluido en el pasado. El mismito se ha ido matando, cual Chacumbele.
En las grandes corrientes de la izquierda europea ya no hay ilusión alguna con Chávez. El PSOE, los socialistas franceses, los demócratas de izquierda italianos, el SPD alemán, los laboristas, se han desmarcado del gobierno venezolano. Sólo reliquias arqueológicas como los partidos comunistas francés, portugués y español o los grupúsculos de ultraizquierda lo vitorean y, sin embargo, hasta Fausto Bertinotti, líder de uno de esos grupitos, Rifondazione Comunista, en Italia, criticó severamente el cierre de RCTV. Por todas partes, en Europa, Chávez se ha ido cerrando puertas. El mismito se ha ido matando. La democracia es un valor sustantivo para los europeos, para quienes las restricciones autoritarias, autocráticas y militaristas a esta resultan inaceptables. Para colmo, la rampante corrupción existente en el establishment chavista es inocultable. En Europa, Chávez ya no tiene interlocutores y prácticamente a nadie a quien visitar. Este viaje incluía, de retorno, una parada no oficial en Suiza. La reacción de la prensa y de sectores políticos de ese país fue tan dura que el toque debió ser suspendido.
El periplo dejará un saldo aún peor para nuestro gobierno. Para las fuerzas políticas europeas de todas las pintas, el gobierno de Lukashenko, en Bielorrusia, es totalmente impresentable. ¿Qué sentido puede tener, ante los ojos de la Unión Europea, el estrechamiento de relaciones con este residuo dictatorial de la era soviética? ¿Qué sentido puede tener ante los ojos de la UE un gobierno que se está metiendo imprudentemente en el juego de esta guerra fría light entre Estados Unidos y Rusia y se embarca en un afán armamentista de muy dudosa pertinencia? ¿Qué sentido puede tener para una Europa aprensiva ante la teocracia reaccionaria de Irán esta alianza con Ajmadineyad? ¿Qué sentido puede tener alienarse a las fuerzas democráticas del mundo? Entre tanto, mientras anda por aquellos lares, en Mercosur las cosas no van mejor.
Autoaislamiento parece ser el nombre del juego.