Para los escépticos, por Fernando Rodríguez
Es posible, seguro más bien, que haya sectores de la oposición, minoritarios en las encuestas consideradas serias, que no se sientan motivados por una candidatura, la de Edmundo y María Corina, por derechista, y en consecuencia decidan quedarse en casa el día 28 de los corrientes. Sería un lamentable error y no porque no sea razonable esa valoración ideológica. Es, dicho con todas sus letras por sus actores, una opción neoliberal con todos sus efectos y defectos. Y usted prefiere abstenerse, a pesar de odiar la dictadura, por disentir de esa solución derechista, que usted ha combatido desde CAP, y que nada tiene que ver con los intereses reales de las grandes mayorías.
No lo haga pana, no lo haga. No porque sus razones no sean muy coherentes sino porque de lo que se trata no es tanto de las soluciones económicas que se proponen, que ya habrá que combatir y tratar de modificar, sino de conseguir algo que el país necesita como el oxígeno, la democracia, la honestidad y el respeto de los derechos humanos.
Y el fin de esta atroz pandilla que no solo ha pisoteado todos los derechos, un gobierno torturador para decirlo sintéticamente, y tan cleptómano e incapaz que ha destruido el país en todos sus ámbitos y malogrado con ello su vida, la de su vecino y la mía.
La democracia, por clasista que sea, porque les entregue a los empresarios la parte del león, o reponga a las pandillas de los míseros de ayer en la conducción espiritual, mediática, del país y sume y siga. Por más que mucho de eso pueda pasar habrá un espacio de libertad, de democracia, de legalidad, en el que todos tendremos una manera de respirar distinta y mejor; tendremos espacios de movimiento, que hoy no tenemos. De eso puede estar seguro. Y eso es una necesidad de todos, ese es la manera de respirar y actuar que han extinguido los bárbaros. Una sociedad de algunos derechos que casi hemos olvidado, en síntesis… Eso también puede ser el neoliberalismo. Y allí usted, progresista de otro signo, podrá encontrar maneras de actuar y tener la dignidad que durante veinticinco años le han negado esta cáfila de falsos izquierdistas, ladrones como nunca hemos conocido, empobrecedores que han echado del país millones de pobres y los que han quedado los ha hambreado como nunca y que ha secuestrado la libre expresión y los derechos políticos hasta reducirlo al silencio y no pocas veces al horror de la crueldad y el atropello físicos.
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No se equivoque entonces. Además, amigo renuente, esa opción va a ganar. A la tiranía no le queda sino rendirse y tratar de que no la castiguen como se merece y le permitan en alguna medida disfrutar de sus robos y se olviden sus destrozos de la vida de los venezolanos. Es muy probable que eso es lo que están dialogando con los gringos, en esa sorpresiva aceptación de Maduro de conversar a un mes de las elecciones, después que han hecho inútilmente hasta las más infantiles y burdas violaciones de los pactos electorales precedentes, de castigar vendedoras de empanadas u hoteleros humildes por servir a la que ha capturado, cosa que los demás no supieron hacer, el corazón y la voluntad de los venezolanos, que parecían muertos. Lo que debemos agradecer quienes hemos odiado la degradación a que nos había llevado eso que llaman chavismo, la peor plaga que ha caído sobre la vida nacional posiblemente en toda su historia.
Lo demás es cuento y las puertas de otro futuro pueden ser, al fin, abiertas para todos. Para todos, digo. Salvo para los depredadores y sus cómplices, que son muchos y muy escondidos, en Fedecámaras por ejemplo, alacranes disfrazados y gestores de aparatos mediáticos. Carajo, vamos a votar el 28, todos y reconozcamos que mucho le debemos a María Corina, el despertarnos con un valor a toda prueba de un cuarto de siglo de absoluta oscuridad, vergonzosa. Déjese de vainas.
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