Paradójicamente hablando, Fernando Rodríguez
La actual actitud de Estados Unidos frente a la Corte Penal Internacional de La Haya, por pretender una investigación contra algunos soldados norteamericanos en Afganistán, es de tal virulencia y soberbia que nos deja perplejos. Al parecer tiene la melodía personal de John Bolton, asesor de Defensa de Trump, tan reaccionario que a su lado éste se parece a la famosa paloma con que Picasso quiso representar en algún momento el anhelo de paz. La ferocidad llega hasta llamar héroes americanos a los presuntos, más bien seguros, torturadores. Y ofrecer prebendas y amenazas a los Estados que los acompañen o los adversen en función de repeler la causa. Esto no es nuevo, USA ha perseguido ferozmente a la Corte, para empezar fue de la minoría de países que no firmó el Tratado de Roma que fundamenta está, y luego ha hecho toda suerte de maniobras para hacerla desaparecer de la faz de la tierra.
No importa que ella represente el noble intento, el primero (los juicios contra los nazis fueron localizados y ad hoc), de la humanidad para juzgar los crímenes abominables contra personas, pero sobre todo genocidas, al margen de cualquier nacionalidad. Anhelo mayor y muy antiguo de la defensa de los derechos humanos. Si acaso durante el período de Obama, tímidamente, algún alivio se logró en esa tensa, más bien imposible relación (pero es una prueba más de la tesis científica que he venido manteniendo de la superioridad de la raza negra sobre la raza blanca).
Es imposible porque no se puede permitir que los peces chicos se comparen al grande y quieran juzgarlo. Más cuando el grande ha hecho tantas felonías en el planeta con toda impunidad»
Imagínense un juicio contra el presidente Bush por invadir, y luego devastar, a Irak en nombre de unas armas químicas que nunca aparecieron. No por azar las acciones del Tribunal se han centrado en míseros países africanos, donde hay gente muy mala, tanta como en muchas otras partes no tan desvalidas. Pero no es exactamente el punto que quería apuntar que es una rara paradoja, muy circular.
Se trata de que nosotros los venezolanos, y amigos, gente en general seria y valiosa, se ha empeñado en empujar a nuestros tiranos locales y sus escoltas, con sus repletas bolsas y sus remordimientos a cuestas, ante el abominado tribunal por los americanos. Bueno en principio nada de estrambótico hay entre que diversos grupos humanos trabajen con diferentes y hasta contradictorios fines. Que cada cual empuje hacia dónde quiere ir.
Pero lo que hace más enredada la jugada por bandas es que justo ese mismo día en que Bolton vociferaba contra La Haya, hasta desear la muerte el Tribunal, es más, que él ya lo daba por difunto, los delegados de USA en la ONU se portaron con la causa opositora venezolana con una estelar solidaridad. De todo le dijeron a los tiranuelos locales, incluso que Cabello, era narcotraficante y ladrón, y el Gobierno no hacía sino robar para su propio beneficio y desesperación del pueblo. Comprometiendo su gobierno en seguir luchando hasta acabar con esa sangrienta satrapía.
Como se verá el mundo es muy complejo. Un tanto esquizofrénico agregaría. Sobre todo cuando sujetos como Trump tienen más poder que cualquier otro mortal sobre el globo.
Pero no deja de ser contradictorio que tantas veces tengamos que forzar nuestro apoyo a causas muy poco decentes pero que son aliadas de nuestra desesperante e inhumana situación. Un caso muy cercano, en el espacio y el tiempo, es el de Brasil. Me refiero a la candidatura mefistofélica de Borsolano, Hitler tropical, que al parecer tiene los numeritos para ganar hasta ahora las inmediatas presidenciales pero que seguramente será un feroz contrincante de Maduro y su combo. Así el señor hable mal de mujeres, gays, negros, judíos y cualquier forma de progresismo (a los “comunistas” hay que matarlos). No es que yo diga que la tenemos fácil al respecto pero hay que tratar de facilitarlas.
Por ejemplo, recordar que el PSOE español es el creador de la España moderna, democrática y próspera y no seguidores de Pol Pot o de la revolución cultural china. O atender a que López Obrador anda lanzándose recíprocos piropos con el propio Donald, con todo y muro. Paradojas de nuevo. La diplomacia es asunto complicado y hoy más complicado que nunca en que no hay ninguna línea divisoria demasiado clara, pongamos atención.