Pareceres, por Iván López
En Venezuela destaca, indudablemente de manera negativa, la cultura política fundamentada en la centralización, el irrespeto a las leyes y el protagonismo excesivo del Estado. Estos son flagelos, si bien presentes, en todos los niveles gubernamentales, en el orden local –entiéndase gobiernos municipales- es innegable que hay una malsana dependencia del poder, especialmente por parte de los sectores menos favorecidos en educación e ingresos, que ha contribuido a hacer inmanejable estos gobiernos de ciudades.
En dichas administraciones, las recaudaciones son mucho más bajas de lo que podrían ser. Todo esto configura un cuadro cuyo resultado es la frustración, resignación o violencia de los ciudadanos, nutriente de una gobernabilidad precaria.
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Particularmente tengo la convicción, a pesar de este negro panorama actual –es justo decir que desde hace ya varios años se mantiene así– que en la medida que los ciudadanos tengan más acceso a la adopción de decisiones de los asuntos que les conciernen y los afectan, en cuanto puedan estar mejor informados y tener mayor control de la gestión de las autoridades elegidas por ellos, los presupuestos municipales se elaboren en consultas ciudadanas de acuerdo con sus prioridades, que la administración de gastos sea sometida transparentemente al escrutinio público, los presupuestos deslastrados de actividades que con mayor eficacia puede desarrollar el sector privado; en la medida que logremos todo eso, estaremos logrando día a día comunidades urbanas que avancen en nivel y calidad de vida.
Con Gerencia, las Ciudades mejoran
En Latinoamérica y en Europa, existen ejemplos bien interesantes sobre el desarrollo urbano de sus ciudades. Muchos gobernantes locales han demostrado que sí se puede gestionar óptimamente una ciudad. Ellos, con políticas claras y abiertas, administrando el consenso y, sobre todo, focalizando los objetivos de interés colectivos, han venido revirtiendo el proceso continuo de deterioro de su calidad de vida de importantes y tradicionales urbes, víctimas de mala gerencia, abandono, impuestos irracionales, inseguridad, deterioro material y humano, todo lo cual propicia el éxodo de negocios y comercios, ocasionando disminución de recaudación, convirtiéndose en un círculo de reforzamiento de males. Sin dudas, hay formas y políticas para enfrentar estos procesos degenerativos de las ciudades. Con medidas e iniciativas creativas, innovadoras, ejemplos edificantes y estimulantes, las localidades pueden avanzar hacia un mejor vivir.
Son moldes tradicionales los hay que romper. No es fácil la tarea, pero hay que cumplir el deber de gobernar bien; hay que recordar que se delega en los Alcaldes la Gerencia de una ciudad. Se acaba el espacio y aún es mucho lo hay que decir…