Participar en elecciones o reconocer a Guaidó: he allí el dilema, por Ángel Monagas
Twitter: @AngelMonagas
Después de 22 años de un régimen —dictadura o como quiera que usted lo llame en Venezuela— hay varias cosas que están a la vista, a pesar de la defensa a ultranza y por distintos intereses de algunos miembros de la comunidad nacional e internacional.
En primer lugar, la oposición realizada por todos los partidos u organizaciones políticas falló. Unos más y otros menos, con excepción del periodo anterior al 2015.
Los líderes, dirigentes, activistas, no hicieron, no quisieron o no pudieron hacer la tarea.
En consecuencia, en el país nacional —con sobradas razones y a pesar de ser, en la peor de las encuestas, un 90% opositor— estos “partidos” apenas representan el 10%.
Son culpables y su empeño constante es negar su responsabilidad.
El último invento de esta oposición fue el interinato de un desconocido y abúlico personaje de nombre Juan Guaidó.
Llegó de casualidad, por carambola, y se mantiene igual. La dictadura no tiene mayor interés en sacarlo, pues su gestión abstracta ha contribuido hoy por hoy, a tener un chavismo más fuerte, desde el punto de vista político. Muy malos para lo bueno y muy buenos para lo malo.
En segundo lugar, en medio de contradicciones e incoherencias, hoy es casi imposible —por no decir del todo muy complejo— encontrar una “ruta válida” para salir de esta pesadilla.
La política, como el derecho y las matemáticas, requiere de lógica y este sector no lo tiene. Lo más triste es que se han perdido dos generaciones políticas como alternativa al reemplazo necesario y urgente.
Los representantes de ese sector, en la práctica, han mostrado los mismos o peores vicios que sus maestros.
No por casualidad la actitud de las grandes mayorías es gélida, imperturbable. Para muchos acostumbrados a los abusos.
No es así. La carencia de ofertas políticas válidas los ha llevado a preferir, como dice el proverbio español: «Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
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No obstante, la mayoría sigue allí, esperando la conexión, la empatía, la interpretación correcta.
La participación electoral es la exclusión y renuncia del interinato.
En lo que menos ignorante soy es en derecho y en ese campo, de manera muy simple lo explico: existe la figura del reconocimiento.
Esto implica la aceptación del nuevo Estado como miembro de la comunidad internacional; el Estado reconocedor, por consecuencia, se vincula por su propia actuación de acción u omisión.
En la política podemos, por analogía, interpretar igual. Una declaración o actuación de un grupo o sector, desde que se produce implica el reconocimiento de actores en la escena y genera derechos.
En derecho, si el Estado existe, si es un hecho, “tiene el derecho (exigencia) a ser tratado por la comunidad internacional o nacional como tal”.
Es, precisamente, lo que pretende hacer la oposición política MUD-G4 al discutir su participación en un proceso sobre cuyas bases se negaron a hacerlo, por ejemplo, el pasado 6D y también en las elecciones, donde el Estado ejercido por el régimen, eligió a Nicolás Maduro.
La MUD-G4 incurre en darle beligerancia a una actuación jurídica negada por casi 50 países de los más importantes del planeta.
En derecho, brevemente podemos decir que se denomina beligerancia a la participación contenedora dentro de un conflicto determinado o a dar la suficiente importancia a alguien como para acceder o reconocer contender con él.
Nuevamente el chavismo, muy bien asesorado, triunfa en su accionar político para doblegar o quizás dominar a unos partidos, completa y absolutamente desligados de la dinámica nacional.
No me pronuncio por la materia de fondo, es decir, si es bueno o no participar en un proceso con similares características a los anteriores.
¿Cuál es el sentido?
Conclusión: Guaidó desaparece.
De hecho y de derecho, no tendría sentido una “presidencia interina”, que en el terreno de lo real, solo ha sido de papel, aun con el reconocimiento de la máxima potencia mundial.
Los partidos de la MUD-G4, quienes lo sostuvieron, sencillamente, por más escenarios que “edulcoren” lo están retirando de un aparato de salida, usando un término hípico, de donde nunca arrancó. Salvo la millonaria cifra de dólares sobre cuya gestión muchos venezolanos tenemos razonadas dudas.
Seguramente el tribuno mayor, Henry Ramos, dará forma a alguna figura del imaginario político para justificar su existencia y, al mismo tiempo, participar en un proceso desconociendo su existencia.
Los gobernadores, legisladores, alcaldes y concejales electos, de oposición o del chavismo, serán arropados con el manto de Nicolás, cuya beligerancia es de la autoría única y exclusiva de la MUD-G4. Él firmará sus presupuestos, la AN electa el 6D, ilegítima o no, no desaprovechará para legitimarlos, so pena de que se viva de nuevo la estupidez de lo sucedido en el Zulia, cuando ganó la oposición la Gobernación y se cedió ese espacio.
La máxima política siempre aconseja, no renunciar a los espacios conquistados.
¿Qué hará Guaidó?
Es posible que en su destartalado ejercicio también reconozca esa participación como ajena a su postura “interina”.
Todo es posible.
Qué hará, qué dirá Biden…
¿Renunciará Voluntad Popular, Guaidó, a una presidencia, que si bien políticamente no ha beneficiado del todo a la población, de una u otra manera sí a unos actores políticos?
Son escenarios por ahora imaginarios.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.
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