Pasar agachado es peor, por Rafael Uzcátegui
@fanzinero
Como defensor de derechos humanos me ha tocado, como parte de mi trabajo, conocer de muchas situaciones denigrantes a la dignidad humana, de personas de todo el espectro político, incluyendo funcionarios del gobierno. En los casos de personas privadas de libertad, tanto por razones políticas como por violación de sus derechos como detenido, ha sido una constante la presión de sus carceleros porque los familiares no hagan pública la situación y eviten acercarse a personas (como diputados) o las ONG que pudieran visibilizar el caso. Un defensor siempre va a respetar lo que la propia víctima o sus allegados decidan como estrategia de defensa. Y debo decir que muchas veces nos abstenemos de intervenir por la propia petición de los afectados.
El miedo es libre. De la noche a la mañana las personas se ven involucradas en situaciones dramáticas, con poca información sobre los propios procedimientos y sus derechos. En medio de la angustia y el desconcierto paralizante, el sentido común les dice no dar pasos que puedan complicar más la situación de su familiar. Por otro lado los funcionarios –y en muchas ocasiones los propios abogados que contratan para la defensa- les recomiendan la mayor discreción posible, “esto lo resolvemos en pocos días, pero si sale en los medios, puede alagarse más”. Otra situación es que si la víctima viene del mundo del chavismo es presionado para que su caso “no sea politizado” y sea usado “por la derecha para atacar el proceso”. Como consecuencia de las tres situaciones descritas la consecuencia es el silencio. El entorno familiar lleva su calvario por dentro. Y es proclive a seguir los dictados de la autoridad, como la imposición de usar un abogado público en lugar de uno privado.
Por experiencia propia, no obstante, tengo la certeza que ni antes con Hugo Chávez ni ahora con Nicolás Maduro esta estrategia, “pasar agachado”, ha logrado ni liberar a nadie ni detener el abuso de poder.
Todo lo contrario. Los días se han acumulado hasta lo injustificable y las situaciones se han agravado. Para un tipo de gobierno basado en la simulación, cuya única fuente de legitimidad es lo que aparenta ser, en cambio, el escándalo y la mayor exposición pública posible son casi las únicas herramientas para lograr revertir la ignominia.
Lamentablemente, el sistema de administración de justicia se encuentra desmantelado y partidizado, generando una impunidad que forma parte del esqueleto de lo que hoy es su estructura. La Defensoría del Pueblo, antes del 2017 y hoy bajo la fraudulenta Constituyente le ha dado la espalda a los reclamos de la ciudadanía que no avalen la teoría de la “guerra económica”. La orfandad es de tal nivel que es razonable que las personas tengan fe en que su resolución sea “en los tiempos de Dios”.
Si usted tiene la mala suerte de tener un familiar o amigo detenido en circunstancias injustas recuerde estos cinco consejos: 1) Infórmese sobre cuáles son los derechos de su familiar en esa situación; 2) Por ninguna circunstancia permita que, contra sus deseos, le impongan un abogado público en ninguna de las fases del proceso; 3) Denuncie, haga pública su situación, por todos los medios que le ofrezcan una ventana de difusión; 4) Acérquese, para que sea asesorado, a la ONG de derechos humanos que le genere más confianza y 5) Desconfíe de las palabras o promesas de los funcionarios.
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