Pase de factura, por Teodoro Petkoff
¿Qué es lo que ese pozo de mezquindad, reconcomio y mediocridad en que ha devenido el chavismo le cobra a Manuel Rosales? ¿Por qué el mismísimo Chacumbele hizo de la prisión de Rosales un objetivo central de su campaña electoral para gobernador y alcalde de todos los estados y municipios del país? en los términos más ferozmente personales? ¿Por qué Chacumbele, con el rostro desencajado, echando espuma por la boca, metido tras el burladero de sus anillos de seguridad, insultaba al todavía gobernador del Zulia Porque Manuel Rosales fue un factor fundamental en el proceso de recuperación de la oposición democrática, cuando, contra todas las posibilidades, asumió la candidatura presidencial en 2006, para enfrentar a su despótico verdugo de hoy. Le cobran a Manuel la campaña enérgica y valiente que adelantara entonces, caminando por las barriadas populares de todo el país, denunciando atropellos y arbitrariedades y también proponiendo políticas públicas de alternativa. Fue una campaña que moralizó, unió y movilizó a un electorado opositor que se había evaporado al calor de la absurda e inefectiva postura abstencionista, y que reapareció en las urnas electorales, para dar testimonio de la voluntad de lucha. Esto motiva la miserable retaliación contra Manuel Rosales. No le perdonan que haya contribuido a dotar a la oposición de una estrategia democrática y unitaria, deslindándola tajantemente del callejón sin salida del golpismo, lo cual hizo posible la derrota del chavismo en el referéndum de 2007, así como los significativos avances electorales en los procesos regionales y la confirmación de esos avances en el referéndum sobre la enmienda. Ese es el imperdonable «delito» que le cobran. La persecución contra él es la demostración de la vigencia y efectividad de la estrategia democrática. Esto no debe ser perdido de vista.
También lo acusan de «corrupto» porque ha hecho del Zulia, el más grande e importante de los estados venezolanos, el inexpugnable bastión democrático que es hoy, y donde el chavismo no ha hecho sino morder el polvo en cada consulta electoral.
Esta banda de azotes de barrio que rige al país, que destruye todo lo que toca, no soporta que esa fuerza popular democrática en el Zulia haya sido producto de una gestión de gobierno eficiente y honrada. Manuel Rosales es el emblema viviente de que se puede gobernar para las mayorías y hacerlo bien. A Chacumbele lo deprime y enfurece la comparación entre su abismal incapacidad administrativa y la capacidad de Rosales. Por eso el odio que ha movido la cacería contra Manuel y la patraña que se fabricó para hacerlo preso.
El odio y la cobardía de sus perseguidores lo han empujado fuera del país. No ha huido; buscó, forzado por el acoso, un nuevo escenario para seguir la lucha. Conociéndolo como se le conoce, con sus virtudes y sus defectos, se puede tener la certidumbre de que Venezuela contará en el exterior con un infatigable dirigente político, profundamente comprometido con el combate por impedir que nuestro país sea definitivamente arrastrado por el turbión del despotismo. Vaya nuestra inquebrantable solidaridad con él.