Pataleo de ahogado, por Teodoro Petkoff
Tres meses de aguinaldos anunció el Presidente para los empleados públicos. ¿Cómo consideramos esto? ¿Populismo del más balurdo? ¿Pataleo de ahogado? ¿Las dos cosas? En todo caso, constituye un enorme acto de irresponsabilidad para con el país. Precisamente en medio de una caída de los ingresos fiscales, tanto de origen petrolero como no petrolero, anunciándose un año 2002 difícil debido a la tendencia negativa del entorno internacional y su rebote sobre nuestra economía, el Gobierno tiene la ocurrencia de anunciar el gasto de 1 billón 200 mil millones de bolívares en aguinaldos. No dudamos, desde luego, que los beneficiarios de esta medida, estarán contentísimos y seguramente muchos de ellos merecen eso y más. Pero ese no es el punto. El punto es que en un momento de escasez de recursos, la medida es francamente irresponsable.
¿De dónde saldrá la plata? Si había dinero represado de la ejecución presupuestaria es porque hubo metas que no se cumplieron, gastos que no se cubrieron y, en todo caso, habrá ahora que hacer traspasos de partidas. Si no lo había, ¿será que el Banco Central, mediante manipulaciones monetarias prohibidas por la Bicha y la ley, financiará este enorme gasto? Como quiera que sea, lo cierto es que el presupuesto contemplaba dos meses de aguinaldos y el Presidente, como si la Hacienda pública fuera su cuenta particular, en medio de un programa de radio, añade un mes más, que no estaba previsto. El Presidente es responsable de la Hacienda pública, pero no es el dueño de ella. Estamos ante un nuevo abuso autocrático de alguien que no tiene ningún escrúpulo legal, que no se detiene ante nada con tal de satisfacer sus caprichos.
Dado el particular contexto político hoy existente, la medida tiene que ser vista como una tentativa de «soborno», como un intento desesperado de detener la barrena en que está metida la popularidad del Gobierno. Pensamos en particular en ese especial destinatario de parte de esos reales, en ese que viste uniforme y de quien se dice que se remueve inquieto y malhumorado en su silla. Cuando la gobernabilidad del país exige rectificaciones políticas de fondo, Chávez nos sale con el más dañino de los recursos que utilizó la politiquería adeco-copeyana: la «solución» a los realazos, para eludir o posponer lo que realmente habría que hacer.
Pero, además, esto consagra una monstruosa desigualdad en el país. ¿Cuántas empresas del sector privado pueden pagar tres meses de aguinaldos? En un país donde más de la mitad de la gente está en el sector informal y existe un 14% de desempleo abierto (cifra oficial), ¿cuántos trabajadores de la pequeña y mediana empresa, e incluso de algunas grandes, pueden recibir beneficios salariales de esta magnitud? Por supuesto, en el cortísimo plazo el consumo recibirá un empujón, qué duda cabe. Sin embargo, ¿beneficiará eso al sector productivo nacional? Muy parcialmente. La demanda será cubierta con importaciones, sobre todo teniendo en cuenta la ganga que es el dólar en este momento. Total, pan para hoy, hambre para mañana. Pero, ¿quién va a pensar en eso en Navidad?