• Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro
  • Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro

Pelea a garrote, por Marcial Fonseca



0
Comparte
  • Compartir en Facebook
  • Tuitealo

Pelea a garrote
FacebookTwitterWhatsAppTelegramEmail
Opinión TalCual | julio 20, 2022

Twitter: @marcialfonseca


La posición de desafío, de llamada a combate,

no puede ser desatendida: te hace pelear a muerte

o huir como cobarde y esclavo para siempre.

Jonuel Brigue

Ya llevaba seis meses como maestro en la Escuela Unitaria de El Hato, un caserío cerca de Siquisique. Le costó acostumbrarse a tener un salón con alumnos de varios grados; pero estaba disfrutando la experiencia.

La escuela era una casa con piso de tierra, tres habitaciones y un baño. Las edades de los veintisiete discentes iban de siete a catorce años. Decidió dividirlos en dos grupos y la separación estaba funcionando. La primera sesión del día era reunirlos a todos, asignarles tareas al grupo que iría al cuarto número dos y él a continuación se iba al salón donde trabajaría con el grupo uno, y hoy serían cuentos infantiles, dramatizados por Antonio, que así se llamaba el maestro.

–Hola, niños, ¿cómo están? –saludó y esperó a que la algarabía enmudeciera para continuar–. La historia de hoy es sobre el ogro Orgo. Caminaba él por su bosque cuando vio a dos muchachos; le preguntó al más alto, ¿De dónde vienen? –los niños siempre disfrutaban la habilidad del maestro para imitar voces, esta era grave y ronca–, el muchacho contestó, Venimos de la tierra de los Ángeles –ahora era aguda…

Terminado el cuento, les dejó unas operaciones aritméticas sencillas; luego se trasladó a la otra sala.

*Lea también: Mamás y papás de colegio, por Reuben Morales

El maestro Antonio se había sumergido en las bucólicas costumbres locales; hasta tenía pensado comprarse una bestia. A pesar de vivir en el campo, añoraba las excursiones que hacía con su padre a Susucal. Recordó una anécdota. Después de haber confinado la fogata, en una noche fría y de cielo estrellado, los perturbó un ruido y fueron a averiguar; oyeron un quejido que salía de un matorral, se acercaron.

–Coño, estoy dando del cuerpo –gritó alguien.

Por supuesto, no se quedaron a averiguar quién era.

Esta era la segunda vez, en los últimos seis meses, que acampaba en Urucure, solo. Pernoctaría dos noches, y el domingo regresaría para hablar con Inés. La conoció cuando ella visitó a sus padres en Barquisimeto, un año antes, por allá en el 46. Era bastante bonita, y tenía la sencillez que da la vida rural; le gustó desde que la conoció. Por el levantamiento de las necesidades escolares del caserío, había estado dos veces en su casa; y fue muy formal porque se dio cuenta del ambiente de boda que flotaba en el aire. Este domingo le desearía suerte y se excusaría por no poder asistir a la boda.

Ya en su hogar se acicaló y fue a verla. Lo recibió la madre, le informó que Inés estaba en el caney, este quedaba al fondo del solar, en una suave colina; preguntó si bajaría pronto, no sabía y lo invitó a subir. Aceptó la propuesta, aunque allá arriba no había comodidades para conversar. La consiguió acostada en una hamaca; ella se sentó.

–Antonio, buenas noches, ¿qué lo trae por aquí?… siéntese –e hizo espacio en la hamaca

–Buena noches, ¿cómo estás?…

–Pero siéntese, por favor –insistió ella, y le indicó su lado.

–Bueno –contestó él, aunque estaba convencido de que no era lo apropiado.

Una vez sentados, envarado él para evitar rozarle el brazo, le explicó que no podía ir al matrimonio…

Como hablaban, no sintieron que alguien subía, y que se movía con el caminar del hombre que presenta una ligera cojera por el garrote metido en una de las piernas del pantalón. Era Bruno, el novio y futuro esposo.

–Buenas noches –los sorprendió; pero mayor fue la sorpresa para Antonio. Bruno, con un rápido movimiento de látigo, golpeó al maestro en la cabeza; este cayó al suelo; empezó a gatear.

–¡Bruno! –gritó ella–, nosotros estábamos conversando; me estaba diciendo que no podrá asistir a nuestra boda…

–Bruno –reaccionó Antonio–, supongo que eres un hombre y no me golpearás mientras esté caído.

–Levántate –y el maestro lo hizo.

Y empezó a moverse lentamente, con los ojos fijos en la mano que sostenía el garrote. El contrincante lanzó otro latigazo, pero con giro lateral, que esquivó. Es rápido, pero sin malicia, se dijo Antonio. Esperó a que repitiera ese lance y cuando vino el retruque, con su brazo izquierdo desvió el golpe y con la derecha le sujetó la muñeca y logró despojarlo del arma. Una vez con el garrote, Antonio presagió su respuesta: tres golpes con la punta cercana a la empuñadura, uno en la sien, otro en el lado izquierdo a la altura de las costillas y finalmente uno al estómago. El novio cayó al suelo.

–Inés, lamento lo sucedido, tuve que defenderme, me atacó sin razón. Mira, que lo lleven al Centro de Salud de Siquisique –y se marchó

Después de una semana, Antonio ya había gestionado su traslado y Bruno estaba de regreso. El primero hizo lo imposible por no encontrarse con el segundo; ya este había jurado que se vengaría.

Un día de fiesta popular en el caserío, cuando casi todo el mundo estaba congregado frente a la iglesia, Bruno y sus dos hermanos, todos con sendos garrotes, se fueron para la casa del maestro. A cincuenta metros de esta, vieron una Coleman encendida; se fueron acercando con cautela y los garrotes en ristre. Estando a pocos pasos, oyeron la voz de Antonio.

–Pero tú, Carlucho, solo tienes que cuidar mis cosas por una semana –dijo él.

–Claro, Antonio, vete sin más. Rodrigo, ¿puedes acompañarme?

–Por supuesto –contestó Rodrigo.

–Les agradezco de verdad –replicó el maestro.

Bruno les hizo señas a sus hermanos y les susurró:

–Ese carajo tiene visita, será en otra oportunidad –y se retiraron.

Antonio respiró tranquilo; la práctica con los cuentos infantiles lo había salvado. Al día siguiente salió de madrugada para Barquisimeto y luego Duaca, donde trabajaría en una escuela graduada.

 

[email protected]

Marcial Fonseca es ingeniero y escritor.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

Post Views: 3.171
FacebookTwitterWhatsAppTelegramEmail
0
Comparte
  • Compartir en Facebook
  • Tuitealo

garroteMarcial FonsecaOpiniónpelea


  • Noticias relacionadas

    • Cuando los hunos vuelven y nadie quiere advertirlo, por Luis Ernesto Aparicio M.
      noviembre 20, 2025
    • Soberanía constitucional, por Fernando Luis Egaña
      noviembre 20, 2025
    • Europa decide, Mercosur espera: el acuerdo aún pendiente, por María Victoria Álvarez
      noviembre 20, 2025
    • Dopamina digital: La tiranía del «me gusta», por Rafael A. Sanabria M.
      noviembre 20, 2025
    • Propuesta para superar la crisis, por Jesús Elorza
      noviembre 19, 2025

  • Noticias recientes

    • Cuando los hunos vuelven y nadie quiere advertirlo, por Luis Ernesto Aparicio M.
    • Soberanía constitucional, por Fernando Luis Egaña
    • Europa decide, Mercosur espera: el acuerdo aún pendiente, por María Victoria Álvarez
    • Dopamina digital: La tiranía del "me gusta", por Rafael A. Sanabria M.
    • Carlos Correa gana el Premio a la Libertad de Expresión 2025 de Index on Censorship

También te puede interesar

Hay que darle chance a una salida negociada, por Gonzalo González
noviembre 19, 2025
Democracia en juicio, por Marjorie Corrêa Marona
noviembre 19, 2025
El chavismo: modelo posmoderno del fascismo del siglo XX, por José Rafael López P.
noviembre 19, 2025
Sopa de alacranes, por Aglaya Kinzbruner
noviembre 18, 2025
  • Portal venezolano fundado por Teodoro Petkoff, comprometido con la verdad, ejerciendo la libertad de expresión. 25 años ofreciendo actualidad informativa, reportajes, investigaciones, análisis y opinión. Un producto de Editorial La Mosca Analfabeta.

  • Contacto: [email protected]

    Síguenos
  • Noticias

    • Carlos Correa gana el Premio a la Libertad de Expresión...
      noviembre 19, 2025
    • Arriban 167 venezolanos deportados desde Arizona: ocho...
      noviembre 19, 2025
    • CTV acusa a Maduro de una "política de exterminio...
      noviembre 19, 2025

  • A Fondo

    • La migración: del trauma a la resiliencia
      noviembre 19, 2025
    • Narcotráfico protagoniza disputa entre EEUU y Maduro:...
      noviembre 19, 2025
    • Catar, negociador en conflictos complicados, quiere...
      noviembre 18, 2025

  • Opinión

    • Cuando los hunos vuelven y nadie quiere advertirlo,...
      noviembre 20, 2025
    • Soberanía constitucional, por Fernando Luis Egaña
      noviembre 20, 2025
    • Europa decide, Mercosur espera: el acuerdo aún pendiente,...
      noviembre 20, 2025


Diseñado y Desarrollado por Binaural
  • Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro
Presione enter para comenzar su búsqueda