Peligro, por Teodoro Petkoff
Una nube oscura está asomándose en el horizonte económico del mundo y de nuestro país en particular. Aunque todavía pudiera ser prematuro definir con certeza cuál será la línea principal de comportamiento de la economía, porque hay tendencias contradictorias operando sobre ella, lo que por ahora se ve es particularmente inquietante. Por una parte, se ha acentuado el declive de la economía en los países más desarrollados, en particular en Estados Unidos. Ya antes del 11S los pronósticos para los dos últimos trimestres del año eran poco tranquilizadores; se estimaba que la poderosa economía yanqui había entrado en recesión y que su crecimiento sería casi nulo en la segunda mitad del año. Ya eso, por sí solo, comportaba un augurio negativo para los productores de petróleo. Pero, a partir del atentado terrorista, la situación ha empeorado bruscamente. Los despidos se cuentan por centenares de miles y un clima de pesimismo arropa al Norte. Desde luego, parece muy improbable una gran depresión, semejante a la de 1929, porque las válvulas de seguridad del sistema van a funcionar y seguramente en el primer semestre del año próximo pueda sentirse ya el inicio de la recuperación, pero en el cortísimo plazo, la recesión en curso puede tener efectos devastadores sobre el conjunto de la economía mundial. Japón, como se sabe, está sumido en la más profunda crisis del último medio siglo y en Europa también la economía se desacelera. Todas estas son malas noticias para el petróleo. Aunque, paradójicamente, precios bajos del combustible podrían ser uno de los elementos que ayuden a la recuperación más rápida de la economía mundial.
Pero, simultáneamente, está operando otra tendencia. Esa que tradicionalmente ha empujado los precios del petróleo hacia arriba: la guerra. Sin embargo, aunque en principio no estamos ante un conflicto bélico tradicional y el escenario de éste no es, al menos hasta ahora, el Medio Oriente -lo cual parecería indicar que el petróleo no sería afectado por un impulso alcista-, subsisten incógnitas no despejadas en cuanto a la evolución de los acontecimientos, de modo que todavía no es fácil prever qué puede ocurrir con los precios del crudo en el marco del conflicto armado. Todo indica que la presión hacia la baja parece prevalecer por ahora.
¿Puede la OPEP revertir esta tendencia? Chávez probablemente va a descubrir que con la pura voluntad no se va al mercado petrolero. No parece haber mayor margen para nuevos recortes. Para varios de sus miembros, Venezuela entre ellos, el chorro no puede ser disminuido más sin afectar gravemente el conjunto de la economía. Un descenso ulterior de la producción, con precios que difícilmente se moverían espectacularmente hacia arriba, podría rebotar muy negativamente sobre la actividad económica general de sus integrantes. Eso tal vez explica por qué en la OPEP lo más probable será una decisión de esperar y ver. Venezuela debe pasearse por escenarios distintos al de un nuevo milagro en los precios (Págs. 16/17)