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Pena, por Gisela Ortega



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Pena
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Gisela Ortega | agosto 9, 2021

Mail: [email protected]


Pena es todo sentimiento de tristeza producido por algún acontecimiento triste, desagradable. También el castigo que se impone por alguna falta, delito o crimen cometido contra los que quebrantan las leyes o preceptos: la que algunos estiman como un bien —»medicina del alma», la llamaba Platón— o como un mal, de acuerdo al concepto expiatorio de Hugo Grocio. Asimismo, significa tormento, padecimiento físico o sufrimiento corporal. En algunos países americanos pena es vergüenza o pudor y en alguno cierta cortedad de genio. Abundemos en estos significados.

A pesar de la connotación de dolor, las penas pueden ser de formas diferentes. La pena tradicional, la pena de todos, que expresa e implica dolor, sentimiento, congoja, pesadumbre y lástima no es la única; hay otras: son aquellas que causan y producen el mal propio y ajeno. Las penas del alma, las que sentimos cuando se desaprovechan y desperdician las oportunidades, cuando se pierden y malgastan las posibilidades, cuando se malbaratan y dilapidan, los recursos de un país, cuando se menosprecian sus valores.

Existen formas de pena que son muy propias. La que significa vergüenza y la que supone timidez. Y, aunque la timidez la hemos perdido y son cada vez menos los que tienen vergüenza, son cada vez más las cosas de las que tenemos que avergonzarnos y ante las cuales deberíamos sentir esa pena nuestra abochornada.

Da pena la destrucción de la naturaleza en los medios rurales y urbanos. Da pena cómo se comportan los políticos.

Hay una pena general, que es el bochorno, mezcla y suma de dolor y vergüenza. Son muchas las penas que causan angustia: la corrupción, la forma fácil como se dejan comprar los hombres y la frecuencia con que se venden.

La pena, no obstante, produce una serie de valores en el conjunto de personas que integran la sociedad que suponen positivos para la población por los resultados de prevención general.

Al referirse a la pena algunas personalidades han señalado: «Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón», señaló el escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616).

*Lea también: Peers: mayores que cuidan de sus pares, por Luis Francisco Cabezas G.

Abraham Lincoln (1808-1865), político estadounidense: «Suavizar las penas de los otros, es olvidar las propias».

Oscar Wilde (1854-1900), dramaturgo y novelista irlandés: «Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima».

Paulo Coelho (1947), escritor brasileño: «Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena».

Las penas corporales son las que afectan la integridad física: la tortura, un trato inhumano y degradante que va contra los derechos fundamentales, pero que en muchos países se sigue utilizando —azotes, lapidación, amputaciones, etc—. La pena de muerte, la más drástica, abolida en muchas naciones

Están las penas infamantes, que afectan el honor de las personas, comunes como sanción en los delitos militares.

Toda pena priva de algún derecho al condenado. Impiden el ejercicio de ciertos derechos, despojan de ciertos cargos o profesiones o inhabilitan para el ejerció de cargos públicos durante un tiempo determinado.

La pena privativa de libertad es la sentencia emitida por el juez como consecuencia de un proceso penal, fijando para el cumplimento de esta pena que el sentenciado quede recluido dentro de un establecimiento especial para tal fin. Ese castigo es la pena que se impone al que ha cometido delito o falta grave para que le sirva de escarmiento. Y la multa es la pena o sanción pecuniaria, a base de dinero, que se establece por haber transgredido un precepto o efectuado una infracción.

Condena, es la parte de la sentencia que dicta un juez o tribunal en la cual se impone la pena al acusado de un delito o falta. Corrección es la represión o censura de un delito, falta o defecto cometido. Correctivo se aplica al castigo que se impone a una persona con el fin de corregirla.

La penitencia es la pena que sufre determinada persona, bien por voluntad propia o porque se la hayan impuesto por el daño a otros resultantes de sus acciones, es una sanción generalmente, íntima, moral.

El escarmiento es el castigo, multa o pena impuesta para enmendar la transgresión de una ley o precepto. La expiación comprende padecer y sufrir las consecuencias de desaciertos o malos procederes, así como borrar las culpas propias por medio de algún sacrificio.

El pesar implica el sentimiento de dolor que abate el ánimo. Penalidad alude al estado o capacidad de padecer alguna pena actualmente.

Sanción es la pena que se pone cuando se ha transgredido un precepto o norma. La sanción puede ser buena, cuando es la recompensa por el bien que se ha hecho; o castigo, cuando es la consecuencia de no ajustarse a la ley.

Tristeza es desabrimiento, inquietud o congoja de la voluntad que capta algún objeto contrario a su deseo, con aversión insuficiente para resistirla, y causa pesar, aflicción o tormento.

Y existe la pena ajena. La que pasamos por lo que hacen los demás, las ostentaciones, por las extravagancias de quienes no sienten el ridículo, por las pedanterías ajenas, por las chabacanerías de otros, por las vulgaridades que tenemos que oír y soportar,

Y, en medio de todo esto, hay quienes viven sin pena ni gloria, por tantos que lo hacen a duras penas y por ser tantas las cosas que no valen la pena.

¡Qué pena!

Gisela Ortega es periodista.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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