Penfold: Guerra en Ucrania le da una relevancia a Venezuela «que no hay que exagerar»
Para Michael Penfold, la Casa Blanca está saliendo de un letargo en relación a cómo actúa frente a la situación de Venezuela. Las alteraciones de los esquemas energéticos de Estados Unidos y de Occidente abren caminos para el juego nacional, uno marcado por los intereses de Washington, los de Miraflores y los que puede alinear la oposición. Son discusiones en distintos planos y tiempos, que el analista recomienda aprovechar
La guerra en Ucrania ha cambiado el juego geopolítico global, y estamos viendo en tiempo real la adaptación de Estados Unidos, de Europa y del mundo occidental a un cambio que es un antes y un después. «¿Cómo va a ser ese mundo? Todavía es muy difícil saberlo, pero cuando Washington deja de comprar petróleo ruso creo que lo hace con la idea de que esta crisis tiene unas consecuencias de largo plazo. Y veremos cambios aún mayores, que van a ir más allá de la crisis ucraniana y la invasión de Rusia», abre fuegos Michael Penfold, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia.
Son unos «nuevos lentes» con los que el gobierno de Joe Biden comienza a mirar la realidad geopolítica y energética del mundo, en un reacomodo global. América Latina también pasa a ser evaluada con esa óptica fresca y, especialmente, urgente. «Cuando Venezuela sale del mercado petrolero con las sanciones, que no le prohíben exportar petróleo a EEUU sino porque deja de tener sentido comercial para Pdvsa vender allí porque no puede cobrar, Rusia aprovechó y ocupó ese espacio suministrando crudo pesado al sur de los EEUU», para ser procesado con las refinerías dispuestos para ese tipo de hidrocarburo.
Una realidad de mercado que ahora la Casa Blanca busca revertir y, al mismo tiempo, aprovechar para impulsar otros objetivos. «EEUU quiere reducir la influencia de Rusia en Venezuela, que no es solo energética sino de otros componentes como el militar. Y también creo que abre un espacio para empezar a ver si es posible ajustar una política exterior hacia Venezuela, que hasta los momentos no ha funcionado para generar un proceso de democratización del país».
Para Maduro el interés de Biden puede ser muy atractivo. Después de todo, sería conseguir vender crudo a un mercado cercano sin dar descuentos tan altos como ha debido hacerlo hasta ahora con otros clientes pero sin operarlo directamente. «Chevron pareciera tener un papel muy importante como el trader de ese petróleo, porque Pdvsa no lo va a hacer. Para eso hay que modificar las licencias actuales, que no necesariamente levantar las sanciones», explica Penfold.
El analista sugiere que esa primera conversación conducirá a un segundo punto de agenda: cómo permitirle a los operadores petroleros internacionales tener una presencia en Venezuela que vaya más allá de simplemente mantener las instalaciones de sus inversiones, «que es la situación de Chevron en este momento y de otras empresas de servicio globales». Un cambio en el que Washington tratará que el incremento de la producción venga acompañado de concesiones geopolítias y geoestratégicas».
-Pero, ¿es viable disminuir la influencia de Rusia en Venezuela?
-Esto hay que verlo con un lente histórico. El chavismo ha tenido distintos momentos en su relación política y petrolera con EEUU. Entre 1998 y 2002 la política era de entendimiento fluido con el chavismo, y que se resumía en la frase de «No le preste atención a lo que dice sino a lo que hace». Un segundo momento va de 2002 cuando la política comienza a ser mucho más complicada, y la relación petrolera fluía pero con cambios importantes producto de las nacionalizaciones del sector petrolero, y las salidas de Exxon y de Conoco. A partir de 2014 y 2015 la relación política comienza a ser muy compleja, con poca comunicación hasta el quiebre de 2019 con el reconocimiento al gobierno interino y las sanciones. La aspiración de Maduro puede ser volver a una relación como la de antes: que exista políticamente aunque no sea buena, pero que en lo petrolero fluya a pesar de dificultades. EEUU desea es cambiar la conversación política para que garantice la restauración del orden constitucional pero sin sacrificar la relación petrolera. Eso va a ser una tensión enorme, y muy gradual.
Pero sin duda marca la intención de ambas partes de tratar de buscar otro tipo de relación.
-¿Cuál puede ser la reacción de Moscú al ver que zamurean a su aliado?
-La relación de Rusia también tiene su historia. Es una relación que tiene un componente militar porque EEUU sancionó la compra de armamento, y China y Rusia pasaron a ocupar ese papel en Venezuela. La relación petrolera es fundamentalmente comercial y de apoyo al chavismo a tratar de bypassear las sanciones, como lo ha venido haciendo. Pero hay un problema en el plano energético: Venezuela suministra petróleo a China, y Rusia también quiere vender más crudo allí porque no lo va a poder colocar en EEUU. Si los rusos consiguen más mercado en China, no veo que haya más tensión. Lo que sí hay que decir es que van a seguir teniendo interés en una presencia en Venezuela para hacer counterbalance a EEUU en esta región, de cara a lo que sucede en Ucrania. Es un juego complejo.
En medio del conflicto bélico en Ucrania, invadida por tropas rusas bajo las órdenes de Vladimir Putin, el experto en políticas públicas y planificación estratégica Michael Penfold ratifica que «Venezuela pasa a tener cierta relevancia, que no hay que exagerar».
La oportunidad de la oposición
El acercamiento a Caracas directamente con Maduro demuestra «el interés de Washington de querer retomar el control del canal entre Miraflores y la Casa Blanca que permita gestionar el suministro de crudo pesado de corto plazo, con una conversación de mediano y largo plazo sobre democratización que dependerá de una negociación política en Venezuela. Son conversaciones distintas, aunque interrelacionadas. El gran cambio es que EEUU ha decidido entrar a gestionar directamente esa relación, crear ese canal», dice Michael Penfold, profesor del IESA y fellow del Wilson Center.
A su juicio, Estados Unidos busca cómo ajustar su política exterior para involucrarse directamente con el proceso que se avanzaba en México y quedó dormido en octubre de 2021. Especialmente porque es difícil que tal proceso produzca resultados si no hay incentivos cercanos vinculados a licencias, sanciones, acceso a organismos internacionales, solo garantizables por la nación norteamericana. «Y Maduro entiende que tiene que volver a esa mesa para ajustar su interés en el corto plazo de exportar crudo a EEUU».
Dice Penfold que Joe Biden está aprovechando una coyuntura internacional y una nueva realidad energética para impulsar un ajuste ulterior. «¿Esto quiere decir que va a dejar de reconocer al interinato? No. Al menos no hasta que no aseguren que haya elecciones libres y justas en Venezuela, que es lo que van a buscar en la negociación».
Michael Penfold, coautor del libro Un dragón en el trópico (2011) que estudió la economía política de la revolución chavista, hace análisis que se escuchan como llamados, casi que consejos a una oposición desenfocada. Por eso llama a entender lo que busca el chavismo en una nueva negociación para entender qué deben hacer sus contrincantes.
«El chavismo quiere dos negociaciones, una en México y una en Caracas. Sabe que la primera es una especie de notaría para certificar acuerdos nacionales, para que EEUU tome decisiones. El chavismo va a jugar a volver a México y a crear un diálogo nacional en Caracas», explica.
A la oposición, sostiene, le toca aprovechar tal necesidad para garantizar que ambas conversaciones estén integradas, y que los mismos actores estén involucrados. «Si no se hace eso, el chavismo le subirá el ancho de banda al diálogo de Caracas para minimizar el de México y aprovechar la asimetría para buscar lo que quieren: una apertura política limitada con concesiones energéticas importantes».
Penfold recomienda que las negociaciones sean conducidas con una delegación representativa, alejada de la fragmentación opositora actual. «La oposición pasó de un pacto político alrededor de reglas en la MUD a un pacto parlamentario, y luego trataron de pasar a regirse por la plataforma unitaria del G4 y el interinato. En este momento lo que está claro es que tienes que tratar de volver a una especie de acuerdo sobre reglas y sobre objetivos. A mí no me importa quién está en México o quién lleva las conversaciones en Caracas, siempre y cuando compartamos una misma visión sobre los objetivos de la negociación y qué estamos dispuestos a sacrificar para obtener lo que se busca. Pero eso pasa por una conversación de adultos, con un interés nacional y probablemente con actores que no son todos políticos».
Por otra parte, el analista cree que este cambio de EEUU «le permite también a una parte de la oposición volver a Caracas y entender que el tema internacional es fundamental pero este juego hay que jugarlo aquí, y con inteligencia». Observa que, hasta ahora, se han venido jugando intereses grupales que han conducido a la fragmentación.
Por eso llama a la oposición a ampliar la visión, a ser más ambiciosa. «Maduro va a tratar de tener una negociación que sea estrictamente electoral. Pero la oposición tiene que ir a una negociación con un componente de reforma institucional que permita restaurar el orden constitucional, lo cual requiere de un acuerdo político. Desde la oposición también la discusión se ha limitado a lo estrictamente electoral y eso hay que llevarlo a un plano diferente».