Hasta 300.000 bolívares piden por una bombona nueva en el centro de Caracas
En varios sectores de la capital el pago de las bombonas ha pasado a manos de los líderes de calle de las juntas comunales. Se espera empezar a cobrar las tarifas de recarga a través del monedero virtual Patria
La escasez de gas doméstico no es nueva, de hecho es un problema que afecta al venezolano desde hace más de tres años. En Caracas, al igual que en otras partes del país, las personas pasan semanas sin poder recargar sus bombonas y quienes necesitan adquirir una nueva tienen que pagar precios exorbitantes.
Un residente de Puente Guanábano, en el municipio Libertador capitalino, asegura que los camiones venden el cilindro nuevo en entre 200 y 300 mil bolívares. Gilibet Betancourt decidió comprar una bombona nueva, pero le resultó más caro estrenar un cilindro que comer en la calle: tuvo que pagar 20 dólares por una bombona de 10 kilos. “En ese entonces el dólar estaba en 8.000 mil, así que le pagamos 160.000 bolívares”, afirma Betancourt.
La única excepción para que los trabajadores de Gas Comunal Pdvsa no exijan efectivo es que la compra sea un cilindro nuevo, el pago puede hacerse a la cuenta personal de uno de ellos, a través de pago móvil. Es decir, el dinero nunca llega a la empresa sino que se queda en el bolsillo de algún empleado.
Pero no solo los trabajadores de la empresa del Estado mueven el negocio. Además de los bachaqueros de San Martín, en el portal mercadolibre.com se pueden conseguir sin problemas los cilindros con el sello de Gas Comunal Pdvsa. Allí el precio varía dependiendo del peso y de si está lleno o no. Una bombona de 10 kilogramos cuesta entre 25 y 40 dólares. Por la de 18 kilos el precio promedio es de 80 dólares “medio llena”. Desde el gobierno se insiste en que la bombona no debería costar más de 6.000 bolívares por una de 10 kilos.
¿Pagamos el gas o comemos?
En el quinto piso de un edificio del centro de Caracas vive la señora Lilian Méndez Machado. Después de haber perdido a toda su familia, la soledad se ha convertido en su única aliada, razón por la cual una mano amiga que le ayude en las labores del hogar le es muy necesaria. De hecho, todos los meses tenía que vivir el viacrucis para recargar las bombonas, esperar al camión y correr con suerte para que cuando le tocase su turno aún hubiese alguna bombona llena para ella.
Para el momento en que ocurrió el primer apagón que afectó a todo el país, el 7 de marzo, ya a Lilian le habían robado las dos bombonas de gas de 10 kilos. Cocinaba en la hornilla eléctrica que le habían prestado temporalmente. Antes de dejar el estómago “pegado al chasis”, la señora de 82 años de edad tuvo que gastar toda su pensión comprando pan.
“Cuando se fue la luz tuve que comprar comida en la calle y comer pan y un vaso de leche o jugo por tres días. Así desayuné, almorcé y cené”, dice.
También en las parroquias Altagracia y La Pastora las personas pasan días sin poder recargar sus bombonas porque el camión que distribuye el gas tarda meses en abastecer los diferentes sectores de la ciudad. Casi todas las semanas, en la esquina del Guanábano con Amador, los vecinos trancan la calle para reclamar la falta de servicio, pues desde hace más de seis meses el camión de Gas Comunal Pdvsa designado a la zona no aparece.
A pesar de que no fue hasta el primero de agosto que la empresa aumentó oficialmente los precios de las bombonas, en este sector los vecinos tenían que pagar hasta 2.500 bolívares por una bombona de diez kilogramos (el precio oficial era de Bs. 50).
“Como yo lo conozco, él me dice que va a traer un camión, lo trae y le vende al que quiera pagarlo al precio que ellos fijan. El camión, cuando hay gas, viene los lunes y los viernes. Yo los anoto un día antes. Por ejemplo, si el camión viene el lunes, yo los anoto el domingo en la tarde. A las cuatro de la madrugada todos están aquí y reciben su bombona y se van”, detalla Tibisay Delgado, la encargada de contactar al amigo que tiene en el llenadero. Como si fuera normal.
En Puente Guanábano, al igual que en el barrio La Trilla, los encargados del gas son los jefes de calle de los consejos comunales. Ellos son quienes avisan al vecindario qué día va el camión para que todos tengan preparado el dinero en efectivo, pues ese es el único método de pago que aceptan para recargar las bombonas.
Antes de que ocurriera el aumento de la tarifa, J. Carrillo pagaba 6.000 bolívares para llenar su bombona de 43 kilogramos, que le duraba hasta dos meses. Pero cuando tenga que pagar la recarga deberá cancelar Bs. 25.000 soberanos; es decir, más de 62% de su pensión (Bs. 40.000).
“¿Cómo pagamos una bombona si vivimos de una pensión? ¿Qué vamos a comer? Terminaremos comiendo a leña como en Barquisimeto y Táchira. Yo vivo solo, pero gracias a Dios todopoderoso vivo en planta baja. Sólo tengo que pagarle 500 bolívares a un muchacho para que me ayude a cargar la bombona hasta la casa y el efectivo para el camión”, señaló el ingeniero retirado Carrillo.
No es solo la escasez del gas lo que afecta al señor Carrillo, sino también encontrar el efectivo para pagarlo. El abuelo iba a cobrar los 40.000 bolívares de su pensión, pero el banco no se los dio. “Fui y me dijeron que estaban dando puro billetes 50.000 mil bolos, pero en la cuenta tengo solo 40.000. Ahorita voy a la casa a buscar 10.000 bolívares para regresar y depositarlos para que me den los 50. Pero, ¿y si yo no hubiese tenido 10.000 bolívares en la casa, qué hago? No cobro, no como”, se preguntaba mientras caminaba con su bastón desde el banco Mercantil que está en la avenida Urdaneta, hasta su casa en La Trilla.
En dólares
De acuerdo con un informe presentado por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (ESDA) en mayo de 2019, únicamente el 28,70% de la población caraqueña posee gas directo, por lo que el porcentaje restante (71,64%) depende exclusivamente de las bombonas que distribuyen los camiones de la empresa Pdvsa Gas. Sin embargo, esperar por ellos es un suplicio. Por esta razón, muchos prefieren ir a comprar a los negocios que las revenden, por ejemplo, en la avenida Morán de San Martín.
La mayoría de los locales de comida de la zona que no tienen gas directo prefiere esta opción, pues les ahorra tiempo y el papeleo para afiliarse al consejo comunal.
Los encargados de Casa Vrinda Caracas, un comercio ubicado en la Calle Real de Candelaria, en el centro, aseguran que han llegado a pagar a los bachaqueros de la Morán hasta 60 mil bolívares para poder recargar dos bombonas de 18 kilogramos. Cada 15 días deben realizarse estos gastos para mantener su producción de tortas y panes.
El único edificio que tiene gas en esa calle es el de Misión Vivienda. La dueña de un kiosco de empanadas asegura que hace unos años se les propuso un proyecto para poner el gas directo, pero no muchos quisieron puesto que implicaba sacar una cantidad de papeles inacabable.
“Nosotros, como tenemos un tanque de 240 kilogramos, sólo llamamos al señor del camión para que venga a llenarlo, pero como ya no vendemos mondongo ni los almuerzos nos rinde bastante y las bombonas pequeñas de 43 nos alcanzan. Por eso tampoco quisimos poner el gas directo”, señala la propietaria del local.
Los precios oficiales de llenado son: Bs. 6.000 la bombona de 10 kilos; Bs. 15.000 la de 18 kg; Bs. 18.000 la de 27 kg; y Bs. 25.000 la de 43 kg; un aumento más que considerable tomando en cuenta que desde 2016 los precios eran de 50, 250, 380 y 600 bolívares, respectivamente.