Pensiones… ¿limosna para nuestros abuelos?, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
La vejez debería suponer el retiro, el descanso y la paz de hombres y mujeres que durante sus años más productivos dieron su mayor esfuerzo para los suyos y para toda la sociedad. En Venezuela hace mucho tiempo que esto, lamentablemente, dejó de ser así. La grave crisis económica que afrontamos ha puesto a nuestros adultos mayores contra la pared, sometiéndolos a pensiones paupérrimas que imposibilitan garantizar la calidad de vida, ni siquiera la alimentación básica.
Hay que ver las penurias que ha pasado la tercera edad venezolana en estos tiempos de hiperinflación socialista, empezando por larguísimas colas para obtener bolívares que se les iban, prácticamente, en el pasaje de la casa al banco y del banco a la casa. Y llegando al caso de adultos mayores que perdieron la vida mientras esperaban en alguna de esas colas para cobrar su pensión. Esto solo por citar algunos de los peores casos que me describen a diario en los sectores más vulnerables que visito.
Desde el Ejecutivo anunciaron con bombos y platillos un incremento salarial, más que necesario, que se traslada automáticamente a las pensiones. También anunciaron el pago del retroactivo correspondiente a la segunda quincena del mes de marzo –fecha a partir de la cual entró en vigencia el aumento salarial–. Pero la triste realidad es que nuestros abuelitos apenas recibieron la mitad del retroactivo y no los 15 días completos; y además retrasaron el depósito del mes de abril.
Pese al monto transferido –que en todo caso no supera los 200 bolívares, incluido el retroactivo– los adultos mayores se siguen debatiendo entre meterle algo a la nevera o adquirir las medicinas a las que la edad los hace dependientes.
No tiene perdón de Dios que este gobierno haya dilapidado la mayor bonanza petrolera de nuestros últimos tiempos y hasta el mes pasado nuestros pensionados cobraran siete (7) bolívares, es decir, menos de dos dólares. Quisiera saber si alguien del tren ministerial puede mantenerse con ese pírrico sustento.
Según la ONG Mapani, durante la pandemia de covid-19, la desnutrición aumentó en Venezuela en los dos sectores más vulnerables de la población: niños y adultos mayores, debido a los estragos de la mala alimentación y la carencia de nutrientes.
Me da dolor ver a hombres y mujeres con sus cabezas llenas de canas pagando pequeñas porciones en las cajas de los automercados y, en muchas ocasiones, devolviendo la mercancía porque el saldo de sus cuentas es insuficiente. Y aprovecho estas líneas para aplaudir a quienes los apoyan pagando, sin siquiera conocerlos, lo que sus pobres pensiones no les permite saldar. Empatía y solidaridad en tiempos de crisis.
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Además del tema salarial, y así lo denunciamos la semana pasada en nuestro programa Blanco, Negro y Gris, los adultos mayores son los que se han llevado la peor parte de la atroz crisis de servicios públicos. Esto, porque en muchas ocasiones son quienes más tiempo pasan en los hogares y sufren los interminables apagones, la sequía permanente por falta de agua, la incomunicación por el casi inexistente servicio de telefonía fija y, además de todo, cocinando con leña porque la distribución del gas doméstico es una quimera.
Mucho se habla del futuro y de dar prioridad a la generación de relevo, pero hoy alzo la voz por quienes tanto dieron a este país e hicieron por todos nosotros y hoy viven –prácticamente– como mendigos, dependiendo de hijos o nietos en el extranjero. O de la caridad humana de quienes entienden y sienten lo que están pasando.
En cualquier proceso de diálogo, o en el primer paquete de medidas económicas serias que debería implementar el Ejecutivo, habría que incluir algunas que den respuesta a las necesidades de los más de cuatro millones y medio de pensionados. Este gobierno se da el tupé de decir que lideran el ranking latinoamericano en materia de pensiones, cuando la realidad es que no satisfacen las necesidades básicas de quienes más lo necesitan.
Venezuela, desde hace algún tiempo, está en la mira de la comunidad internacional y bajo el escrutinio de la Corte Penal Internacional. Y justamente, tras la crisis generada por la invasión y ataque militar de Rusia a Ucrania, volvimos al epicentro del panorama geopolítico –especialmente para Estados Unidos–, por contar con las mayores reservas de petróleo del planeta.
Si el gobierno –que parece adaptarse a cualquier situación con tal de mantenerse en el poder– es habilidoso, obligatoriamente tendría que aprovechar esta dolorosa coyuntura que supone el conflicto Rusia–Ucrania para, obligatoriamente, transformar los recursos del petróleo en bienestar para los ciudadanos, dándole prioridad a dos sectores: los niños y los adultos mayores.
Todos, pero principalmente el Estado venezolano, tenemos el compromiso de honrar a los ancianos, lo cual supone un triple deber con ellos: acogerlos, asistirlos y valorar sus cualidades. No olvidemos que ellos están en situación de indefensión y el gobierno venezolano es, hoy por hoy, el principal transgresor de sus derechos.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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