Perro que ladra, por Teodoro Petkoff
Nada más parecido a la sobremarcha económica que la marchita de ayer. Aquello se asemejaba a una de esas lánguidas manifestaciones de la CTV después de la quemazón. Empleados públicos arreados mediante el más obsceno chantaje, autobuses venidos hasta del estado Sucre y una ruidosa vanguardia compuesta por los próceres del MVR, distinguiéndose entre ellos, por cierto, la figura de Aristóbulo -lo que dio pie a un observador chusco para gritarle «lambucio». Esa no era la «chusma» de Bolívar. A la de Bolívar no había que amenazarla con el despido del trabajo para que peleara. Si un extraterrestre hubiera caído en medio de la marcha habría podido creer que se trataba de una manifestación de la oposición, contra un gobierno «neoliberal salvaje» que pretende acabar con la educación gratuita. Si la educación gratuita y obligatoria, que existe, por lo demás, desde Guzmán Blanco (porque Chávez quiere hacernos creer que ha sido con su gobierno que se instauró), es pública, es decir, está en manos del Estado, ¿quién diablos puede hacerla desaparecer que no sea el mismo Estado? ¿Es que el gobierno pretende hacer paga la educación pública, y el propio presidente tiene que salir a defenderla? ¿Es que alguien en Venezuela está planteando la privatización de la educación pública? Pamplinas. Chávez fabrica un molino de viento y luego embiste contra él.
Igual la tiene cogida con la educación privada. Ahora, muy dentro del estilo de perro que ladra (pero no muerde), ya tan predecible, deja caer la idea de que podría acabar con el subsidio estatal a la educación privada, para inmediatamente desdecirse (puesto que sabe muy bien que está diciendo un disparate). Igualito que con lo del ministro de la Defensa civil. A las 48 horas ya estaba diciendo que eso había sido jugando. Nuevamente molinos de viento. ¿Qué necesidad hay de ese estilo pendenciero, guapetón, que sólo provoca irritación y enturbia un debate que debe desarrollarse con serenidad? En lugar de tanto ilusionismo lo que sale es reformar el decreto 1.011, como varias veces lo han sugerido las propias autoridades del Ministerio de Educación, y hacer que la supervisión (deber del gobierno) sea adelantada por funcionarios seleccionados conforme a procedimientos democráticos. A propósito, la gente de los colegios privados debería cuidar también las formas. Eso de presentarse como el «soberano pensante» implica que habría un «soberano no pensante». Hay que darse cuenta de todo el desprecio social que expresa la figura. Se la ponen de bombita a Chávez.
Por cierto que alguna vez Hugo debería mostrar los soportes de esa afirmación sobre el millón de niños incorporados a la educación primaria. ¿Será verdad tanta belleza o es una más de esas cobas que se repiten mil veces para que parezcan verdad?