Pese a todo, pa’ lante; por Teodoro Petkoff
La decisión de la Sala Constitucional del TSJ, como era de esperarse de una gente que obedece sin chistar y sin disimulo la línea de Miraflores, casi cierra el caso de las inhabilitaciones.
Aparentemente queda un resquicio de luz, porque algunos de los casos están en una Sala distinta, la Político-Administrativa, y por supuesto, hay que agotarlo. Pero a estas alturas del juego hay que enfrentar el hecho y ponerse inmediatamente a trabajar para sustituir a los candidatos inhabilitados. Es la mejor respuesta que se puede dar a este atropello anti-constitucional, burdamente ventajista, para el cual se han conchupado el mequetrefe que funge de contralor y la Sala Constitucional, ambas instancias actuando, obviamente, por orden directa de Yo-ElSupremo, amo autocrático de todos los poderes públicos del país.
Entre los valores que justifican la existencia de este diario, está el de la defensa de la democracia, así como de los principios sustantivos que le sirven de soporte y por esa razón, desde mucho antes de que la lucha de las inhabilitaciones tomara cuerpo, alertamos sobre la funesta amenaza que pendía sobre varios candidatos de los partidos opositores.
Hoy pro testamos con igual determinación la canallesca decisión de la Sala Constitucional y creemos que mantener la lucha contra ella, aún después de este proceso electoral, continúa siendo un asunto capital. Si tal poder anti-constitucional permanece vigente, este Gobierno inescrupuloso y sin sentido ético alguno, contaría con un instrumento letal para deshacerse de sus adversarios políticos, ordenándole simplemente a Rufián que los inhabilite con cualquier pretexto, contando con la obediente Sala Constitucional para convalidar los eructos «administrativos» del contralor. Por eso, la lucha contra el artículo 105 no puede morir hoy. Debe formar parte de los temas permanentes de la acción dirigida a derrotar a un Gobierno que, cada vez más abiertamente, muestra su intención de controlar no sólo los poderes públicos sino la propia vida social.
La respuesta, repetimos, tiene que ser la de sustituir cuanto antes a los candidatos inhabilitados. Estos, por su parte, deberán colocarse a la cabeza de las campañas de sus reemplazantes.
Son ellos emblemas vivientes de la gigantesca arbitrariedad de la cual el país democrático ha sido víctima y, con su presencia activa y combativa, se le podrá ganar la pelea al Gobierno en cada uno de los sitios donde cree que con artimañas puede conquistar lo que en confrontación limpia no alcanzaría jamás.