Piratería, por Teodoro Petkoff
«Venezuela no ejerce control aéreo en la frontera con Colombia»: este fue el titular que El Nacional colocó a la transcripción que hiciera ayer de un extenso reportaje de la revista colombiana Cambio sobre el tema de los «aviones cargados de droga y armas (que) transitan a sus anchas» supuestamente por los cielos venezolanos.
Según Cambio, en 1999, «justo el año que comenzó el gobierno de Hugo Chávez» (¿es que antes no pasaban?), fueron detectados por los radares norteamericanos y colombianos 129 vuelos ilegales, que habrían surcado el espacio aéreo venezolano. De acuerdo a Cambio, 97 de esos vuelos llegaron a Colombia y 32 salieron de ese país. Si los radares gringos y colombianos los detectaron, ¿por qué no fueron derribados en el espacio aéreo colombiano? Si no lo hacen los militares colombianos, ¿qué es lo que se le reclama exactamente a Venezuela? ¿Por qué no los interceptaron los todopoderosos gringos, que espían todo el continente desde sus aviones-plataforma y sus bases en Curazao y Ecuador? ¿Por qué no los cazaron en los inmensos cielos de nadie en el Caribe o sobre los de Florida, donde llegan decenas de esos vuelos ilegales? En el 2000, según la revista, tuvieron lugar 98 viajes ilícitos desde y hacia Colombia, 20 de ellos hacia Brasil y 21 de Brasil a Colombia. ¿Es Cardoso también cómplice del narcotráfico? Que se sepa Brasil tampoco ha capturado ninguno de esos aviones. En 2001, la DEA informa desde Miami, según Cambio, que «la aviación militar venezolana no interceptó un solo avión sospechoso de los 80 vuelos ilegales que cruzaron sin problemas el espacio aéreo de Venezuela para entrar en territorio colombiano». ¡Ajá! ¿Y por qué no los interceptaron cuando entraron al territorio colombiano, si ya estaban detectados por los radares americanos? Dice la revista que 8 de «estos aparatos fueron destruidos por la FAC en espacio colombiano». Debemos inferir, entonces, que 72 de esos aviones violaron el espacio aéreo colombiano impunemente. Pero Cambio hace el reclamo a Venezuela. O, más exactamente, al gobierno de Chávez. Resulta, pues, que de la incompetencia (¿será muy malpensado decir complicidad?) de la Fuerza Aérea de Colombia tiene la culpa… la Fuerza Aérea de Venezuela. ¿Para qué, pues, tantos Black Hawks y tantos Mirages? Con el debido respeto a los colegas de Cambio, debemos señalarles que esta es una forma particularmente burda y manipuladora, además de contraproducente, de antichavismo. Con enemigos así, Chávez no necesita amigos. En Colombia operan dos ejércitos guerrilleros que suman unos 30 mil combatientes, que controlan, a la guerrillera, alrededor del 60% del territorio, armados hasta los dientes desde hace lustros; actúan los narcos más encallecidos y brutales del mundo, que llevan añales sacando vuelos hacia el Caribe y Estados Unidos, y que han capilarizado buena parte del establishment político y económico de ese país; la cocaína y la heroína la producen en laboratorios ilegales en Colombia y de allá se distribuye por el mundo y, sin embargo, Cambio quiere hacernos creer que todo el problema es que el gobierno de Chávez no tumba los aviones que debería interceptar la Fuerza Aérea de Colombia. El próximo reportaje, por favor, que sea de vaqueros.