Piso resbaladizo, por Teodoro Petkoff
Señor Presidente, usted no puede continuar ignorando el cada vez más bronco rumor de inconformidad que está brotando de las entrañas de la sociedad venezolana. Deténgase un momento a revisar los datos que le ofrece la realidad. El más importante es que es de dentro de sus propias bases de apoyo de donde provienen las mayores muestras de rechazo a un modo de conducir la República que amenaza con provocar graves conmociones internas. Piense un poco. El comunicado del Alto Mando, con toda la inexcusable intromisión en el debate político contingente que implica, está dirigido a la propia Fuerza Armada más que al país. Más que ofrecer la lealtad de la FAN, la pide de ésta.
La Ley de Hidrocarburos ha sido cuestionada nada menos que por el presidente de Pdvsa, el general Lameda. Este, en un gesto de profesionalismo, que usted, señor Presidente, debe reconocerle, explicó ayer que sus opiniones fueron conocidas públicamente gracias a una «filtración». Pero lo dicho, dicho está. El país sabe que Pdvsa no está de acuerdo con ese bodrio trasnochado que es la Ley de Hidrocarburos. Si la opinión del general Lameda no lo hace reflexionar a usted, señor Presidente, entonces habrá que convenir en que su ciega arrogancia lo va a llevar a la perdición.
La Ley de Tierras, señor Presidente, es un adefesio, un «disparatario», como la califica gente de muy arriba en su Gobierno. Es una ley reaccionaria, un grave retroceso respecto de la Ley de Reforma Agraria de 1961. Mientras ésta otorgaba al campesino la propiedad de la tierra, la suya, Presidente, sólo le da el usufructo. No le da tierra sino papeles de aire. Pero, irónicamente, consagra la posibilidad de que la gran propiedad «tierracogiente» se legitime por la vía de la prescripción. Al mismo tiempo, amenaza a todo propietario, dado que exige una cadena titulativa de 50 años. No protege los derechos de los pequeños productores, no deja a salvo los derechos de las poblaciones indígenas. Inconstitucionalmente deroga leyes orgánicas como la de Procedimientos y Tribunales Agrarios, la de Régimen Municipal, la de Ordenación del Territorio, la de Ambiente, la de Publicaciones (crea una absurda Gaceta Oficial Agraria) y hasta se atreve a crear en el Tribunal Supremo una Sala Agraria, usurpando funciones de la Asamblea Nacional en materias de reserva legal y constitucional. Legisla sobre materias impositivas para las cuales la Habilitante no lo faculta a usted. Crea grotescas corporaciones burocráticas y liquida al IAN, con el riesgo de que la nación pierda juicios y patrimonio. En fin, esto es un todo un desastre.
Ayer, usted vio lo que el país piensa de su intención de rechazar la Ley de Educación. La calle ya no es sólo suya, Presidente. Es tiempo de tender puentes. Saque de la Habilitante las grandes leyes, llévelas al Parlamento y abra espacios para la participación del país en su elaboración. Recuerde a Sun Tzu, el gran clásico militar chino: no se pueden cerrar todas las salidas. No acorrale a quienes disienten, tanto fuera como dentro del Gobierno.