Platov, el amigo ruso, por Carlos M. Montenegro
No puede decirse que el régimen que gobierna Venezuela desde hace dos décadas, legalmente o de facto, se haya esmerado mucho en cumplir con el refrán de nuestros mayores “dime con quién andas y te diré quién eres”, que no por antañón es menos cierto.
El presidente sobrellevado ya comenzó mal cuando en plena campaña electoral, buscando la amistad de Pérez Jiménez lo visitó en su mansión de la Moraleja en Madrid. El ex-dictador con más horas de vuelo que la capa de Superman y nada que perder, lo recibió sentado en su poltrona, lo escuchó y lo despidió amigablemente deseándole suerte, pero sin entrar al capote que el sobreseído golpista le tendió tratando de colgarse la medalla de colega.
A lo largo de tres lustros mandando, para no entrar en detalles, se fue apropiando de todas las instituciones nacionales que pudo, a la vez que iba perdiendo paulatinamente la confianza de los países serios, dado que cada vez enseñaba más el plumero, despilfarrando lo que no está escrito en comprar los votos de cuanto país necesitado y corruptible fue encontrando en sus múltiples viajes en plan “aquí vengo con la chequera”, para estar a cubierto en la ONU, la OEA y las organizaciones multinacionales modelo “bolivariano”, que iba fundando con los “panas”.
Mientras, Venezuela iba haciendo agua, asunto al que no atendía ocupado como estaba en hacerse un nombre internacional, para eso tenía a sus revolucionarios del siglo XXI, que entre otras cosas no supieron cómo atenderlo, aunque no nos engañemos, no fueron escogidos para eso. Fueron buenos para ayudarle a ganar, de aquella manera, “N” elecciones.
Aunque ningún país se le puso en contra, estando todo tan claro, paulatinamente se le iban cambiando de acera, lo que tampoco parecía importarle mucho, ya que se fue rodeando de nuevos amigos que no le hacían “¡fo!”, a saber: Nicaragua, Bolivia, Ecuador, “KirchnerLand”, “OdebrechtLand” y un chiripero de chupópteros regado por el Caribe; Cuba no está incluida por ser el “coach”
También se fue juntando con lo mejor de cada casa en el resto del mundo, como Libia, Irak, Siria, o Bielorusia entre otros emporios del prestigio, además de sus favoritos: Turquía, Rusia y China, a los que compró cuanto cachivache le mostraron, casi todo usado, a precio de nuevo, pero con sobreprecio y sin factura, incluyendo un par de satélites artificiales para comunicarnos mejor. Y así dejó las cosas cuando fue sobrellevado.
Pero quedó su sobrevenido discípulo testamentario, un profesional del volante, que seguramente pasará a la historia por pisar a fondo el acelerador cuando el país que heredó ya iba pendiente abajo.
Leo que el presidente de facto está negociando con Putin varios asuntos importantes; uno, anunciado a bombo y platillo, consiste en el convenio estratégico Rusia-Venezuela para la producción de insulina, ese líquido que antes nunca faltaba en las farmacias. Debe ser que se lo roban los del sulfuroso país del norte, para abastecer a sus imperiales diabéticos.
Personalmente durante mi montón de décadas vividas jamás escuché, en ninguno de los países que he conocido, que para fabricar insulina hubiera que firmar un tratado entre naciones.
La otra noticia, mucho menos aireada, es que nuestro previsor presidente de facto está tratando de poner a salvo los lingotes de oro que quedan con el fin de que los gringos no se lo lleven cuando nos invadan. Debe temer que ese catire loco del norte se levante una mañana de éstas y ordene una invasión para quedarse con el oro y las riquezas que tanto estamos disfrutando. El presidente de las cadenas, entiéndase, de radio y tv, nos lo repite hasta el cansancio en todas.
No es para echar en saco roto la noticia, pues desde que llegó a la presidencia el sucesor del fundador, más de 200 toneladas de oro ya no están donde solían guardarse. A finales de enero de este año, la prensa internacional publicó que un avión ruso que nos visitaba, regresaría a su casa con 20 toneladas de oro del Banco Central, para ponerlo a salvo en Moscú
Como esta operación podría guardar cierta concomitancia con la famosa operación conocida como el “oro de Moscú”, me voy a tomar la libertad de apuntar a los jefes bolivarianos criollos encargados del asunto, y a su presidente, del insólito hecho acaecido en septiembre de 1936, cuando la Republica española llevaba apenas meses de iniciada la guerra civil, tras el fallido levantamiento militar comandado por el General Franco.
Manuel Azaña presidía la II República, su jefe de gobierno era Francisco Largo Caballero, dirigente del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y Juan Negrín, marxista del mismo partido, ministro de Hacienda.
Incondicional de Stalin, Negrín negoció con él la compra de armas para sostener el esfuerzo bélico de la Republica en guerra; en la mañana del 13 de Septiembre de 1936, Azaña firmó un decreto reservado a iniciativa del nuevo ministro, Juan Negrín, autorizando a éste para “el transporte, con las mayores garantías al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España” (sic). El motivo expuesto por Negrín era que convenía poner el oro a salvo, dado que las tropas de Franco estaban cerca de Madrid.
Con el decreto en mano, milicianos socialistas, ordenaron abrir la bóveda y las cajas de seguridad del Banco de España, y con ayuda de obreros metalúrgicos del partido en menos de cuatro días embalaron más de 700 toneladas de lingotes de oro y monedas de oro y plata de las cámaras acorazadas.
Todo fue embalado en 10.000 cajas, de las usadas para transportar munición de unos 75 kilos cada una. Suponían casi 5.240 millones de pesetas de la época, unos 15.000 millones de euros actuales, que fueron trasportadas al puerto de Cartagena donde se almacenaron en secreto en los polvorines de la base naval.
El 20 de octubre, el director de la agencia de seguridad NKVD (posterior KGB) en España, Alexander Orlov, recibió un cablegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar a petición de Largo Caballero concertar los preparativos con Negrín del envío del oro a la URSS. El texto era: “Junto con el embajador Rosenberg organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el envío de las reservas de oro de España a la Unión soviética… esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado de la URSS preparará un recibo formal en Moscú (sic). Stalin convenció a sus “amigos” comunistas y socialistas españoles que el oro estaría seguro en Rusia y que tras la guerra sería devuelto al gobierno de España tras descontar los gastos empleados en los envíos de “la ayuda solidaria de material bélico cedido al ejercito republicano”(sic)
En 1939 se acabó la Guerra Civil española, 1945 se acabó la II guerra Mundial y este es el momento en que ni Franco, ni Juan Carlos I, ni Felipe VI han visto un gramo del oro de Moscú. Considerado el desfalco más grande de la historia.
Se puede tratar de difuminar la comparación y argüir que eran otros tiempos, que aquello era la URSS y mandaban los comunistas; ahora es diferente la cosa pues la Rusia actual es capitalista, lo que puede ser cierto, pero hay matices a considerar por lo que ha llegado la hora de presentar a quienes no lo conozcan al amigo Platov
Nació en octubre de 1952 en Leningrado, hijo de un capataz de fábrica y antiguo oficial de la Marina Soviética condecorado por su desempeño en la defensa de Leningrado contra los el ejército nazi durante la II Guerra Mundial, y de María una trabajadora en una fábrica. Se crió en un apartamento compartido por tres familias y aunque se graduó de abogado, desde niño siempre había querido ser espía. Le fascinaba la idea de que un hombre solo pueda lograr lo que ejércitos enteros, como ocurría en las novelas y películas de agentes secretos. Vatios autores han escrito que durante años, la placa del Audi negro que uso durante años contenía discretamente los números 007.
Abandonó su carrera sin ejercerla y en 1975 fue reclutado por la KGB (Comité de Seguridad del Estado) heredera de la temida NKVD (Agencia de Seguridad del Estado) stalinista, donde hizo unos cursos para agentes operativos y obtuvo el grado de oficial. Trabajó en el contraespionaje en la filial de Leningrado del KGB y en 1979 hizo un curso de capacitación intensivo en Moscú. Cinco años más tarde, ya con el grado de mayor de Justicia, volvió a Moscú, esta vez para estudiar durante un año en la Academia Andrópov de Espionaje de KGB.
En 1985, el término de sus estudios en la Academia de Espionaje, fue enviado a la Alemania Oriental, donde sirvió en Dresde, era un cargo burocrático pues la comunista Alemania Oriental, era una nación amiga. Sin embargo Platov se infiltró en la Stasi, el órgano de Inteligencia de la RDA para espiar desde adentro a la “nación amiga”. Tras la caída del Muro de Berlín, y el comienzo de la Reunificación alemana, fue llamado de regreso a la URSS.
Platov se convirtió en funcionario del Estado y ha ido subiendo en el escalafón con notable éxito. Platov, como buen espía es de carácter analítico y muy reservado, sin embargo con el paso de los años y el cambio de responsabilidades ha cedido algo en su hermetismo.
El Centro Sirius, una institución creada a iniciativa de Platov a finales de 2014 en Sochi, ciudad en la costa del mar Negro, cuyo fin es desarrollar y prestar apoyo profesional a niños con talento, donde reciben enseñanza gratis unos 600 jóvenes de entre 10 y 17 años, recientemente durante una charla con los alumnos del Centro les reveló que Platov era realmente el alias que uso desde cuando estudiaba en la academia de espionaje, que su nombre verdadero es otro.
Y efectivamente es así. Según consta en su partida de nacimiento en Leningrado y en los archivos de la KGB; su verdadero nombre, bien conocido actualmente por ser el actual presidente de ese conocido país tan capitalista, la Federación Rusa, es Vladimir Vladimirovich Putin.
Los viejos hábitos no se pierden fácilmente, así que rememorando el refrán criollo “al que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito”, deberían pensar mejor donde guardar el oro de los venezolanos.
Y lo mejor para todos los padres y abuelos en nuestro día.