Pleito entre mafias, por Teodoro Petkoff
Fue un informe del G2 cubano el que obligó a Chacumbele a tomar medidas contra algunos de los conspicuos boliburgueses que han hecho fortunas a la sombra de su poder. Qué el presidente no supiera del estado de Barrio Adentro es verosímil, porque los adulantes que lo rodean sólo informan lo que Los Altos Oídos quieren oír, y a esos no les gustan las malas noticias, así que se las ocultan. Esa vez tuvo que revelar el desastre porque Fidel lo emplazó. Pero que no supiera de las andanzas de los boliburgueses es imposible. Todos los días los medios han venido informando de las compras de bancos y aseguradoras que hacían Ricardo Fernández y Perucho Torres Ciliberto, amén de otros menos conocidos. Es obvio que Chávez lo sabía pero se hacía el loco, entre otras cosas porque está consciente de todas las conexiones entre estos caballeros de industria y gente de su entorno más inmediato e incluso de su propia familia. Se hizo el desentendido hasta que le llegó el informe del G2, con los detalles de los guisos boliburgueses. La historia es interesante.
Se recordará que dos semanas antes del estallido del escándalo, circularon en los medios versiones acerca de la inminente salida del capitán Hernández Behrens de Sudeban. Hasta se mencionó, con nombre y apellido, su eventual sustituto, un tal Grillet. Hernández Behrens había venido negándose a convalidar desde la Superintendencia de Bancos las operaciones de Fernández y Torres CiIiliberto. José Vicente Rangel, uña y sucio con Torres Ciliberto desde hace añales, actuó para apartar el «estorbo» que representaba el capitán Hernández. Comenzó la campaña contra el hombre de Sudeban, pero no contaban con el capitán Ronald Blanco la Cruz, ex gobernador del Táchira, cuñado de Hernández Behrens, evangélico como él y hoy embajador en Cuba. Enterado Ronald de la maniobra contra su cuñado, llamó a Chávez anunciándole su inmediata venida al país.
Ronald llegó a Miraflores con el informe del G2 en la mano. Ante las evidencias, la reacción de Chávez fue típica. Huyó pa’lante. Ordenó la inmediata detención de Ricardo Fernández. «Lo meten preso ya y si el juez ordena juicio en libertad se buscan otro que lo deje preso». Perucho Torres no quiso correr riesgos y fue a parar a Miami de un solo brinco.
Pero ahora vienen las preguntas. ¿Hasta dónde va a llevar Chávez esta jugada? Para nadie es un secreto que Ricardo Fernández y Adán Chávez son curruñas. Pero tampoco es un secreto que José Vicente Rangel y Perucho Torres son, más que curruñas, socios. El presidente de uno de los bancos de Torres Ciliberto es Arné Chacón, el hermanísimo de Jesse. Políticos del régimen están enredados en los negociados de los boliburgués. Las operaciones con notas estructuradas, con las cuales los bancos boliburgueses hicieron millones varias veces denunciadas por este diario, sin que el gobierno se diera por enterado- nacieron con Rafael Isea y Merentes en MinFinanzas. Esos «banquitos», todos quebrados, recibieron depósitos del gobierno por más de 8 mil millones de bolívares fuertes, con los cuales compraban otros bancos, amén de usar para esas operaciones dineros del público. ¿Chávez no sabía de esto? De este verdadero asalto, que trae a la memoria la boutade de Bertolt Brecht de que mejor que atracar un banco es fundarlo, ¿quién responde? ¿Llegará esto hasta las inefables «ultimas consecuencias»? ¿O privará, como siempre, la complicidad entre las mafias y el silencio? Chacumbele puede teorizar todo lo que quiera sobre el socialismo del siglo XXI, pero lo que ha aparecido desnudamente es que esta etiqueta lo que recubre es el salvaje capitalismo de las mafias. Además, son dos las que están en salsa, pero ¿y las otras? ¿Las que mantienen un cuidadoso perfil subterráneo? ¿El segundo hombre del régimen, Diosdado Cabello, no tiene nada que decir al respecto? Muchas preguntas, pocas respuestas.