Poder brutal, por Teodoro Petkoff
Es curioso, pero quien se está saliendo de quicio con lo de RCTV es el propio Chávez. Su reacción ante el planteamiento del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, además de brutal e inaceptablemente desconsiderada en el plano personal, habla de su imposibilidad psicológica de llevar adelante ningún debate en tono civilizado. El Presidente no tolera la menor contradicción. Al primer signo de ella se le vuelan los tapones.
Insulza, a quien hay que felicitar por la pertinencia de sus palabras, hizo una sobria declaración, alertando sobre las repercusiones políticas (las cuales ni siquiera calificó) que tendría una medida como la de cancelar la concesión a RCTV. Obviamente, no es una amenaza, es la constatación de un hecho. Sólo la interpretación paranoica de Chávez puede conceptuarla de esa manera.
¿O es que Chávez imagina que liquidar un canal de televisión no es una acción cargada de consecuencias? Chávez, que se mete con todo el mundo, que opina con el mayor desparpajo y, en ocasiones, con no poca ignorancia, sobre la política de otros países, enseguida se arropa con la bandera nacional y truena contra una supuesta injerencia de Insulza en nuestros asuntos internos. Quien ha declarado no es Bush sino alguien de quien Chávez dijo, en abril del año pasado, que “tenemos poderosas razones” para apoyarlo para la Secretaría General de la OEA.
¿El gobierno venezolano hizo lobby por un “virrey del imperio”, como ahora califica al hombre por el cual votó? Insulza llamó a la reflexión y a revisar la decisión. Un planteamiento comprensible, que ni siquiera entró en los aspectos jurídicos y legales de la materia sino que se detuvo en la consideración política de ella, y que, sin embargo, fue respondido con la ofensa personal y con el consabido alegato patriotero. Chávez, de quien dicen que en privado ha reconocido la metida de pata que fue su discurso en la ONU, seguramente pronto percibirá lo contraproducentes que resultarán sus dicterios contra Insulza. Tiempo al tiempo.
Lo de RCTV no es un asunto meramente “interno”. Las repercusiones de cerrar un canal de TV van mucho más allá de nuestras fronteras y atañen a todos los países. No se trata sólo de la defensa de un canal de TV sino del rechazo a un estilo autoritario, autocrático y brutal del ejercicio del poder. Que el Secretario General de la OEA no opine sobre ello sí que sería una anormalidad.
Un gobierno como el de Chávez, que adelanta una política internacional tan intervencionista como la actual, no puede luego desgarrarse las vestiduras cuando desde fuera se le critica o se comentan sus actos. Si el Secretario General de la OEA de hoy, que no es la de los años 60, no pudiera “injerirse” en asuntos tan graves como el cierre de un canal importante de TV en cualquiera de nuestros países, entonces sí que habría que disolver el organismo interamericano.
La integración y el multilateralismo tienen un costo, que todos los países pagan, de una reducción relativa de las soberanías nacionales. Ahora, todos los países tienen que ver con todos los países. Aunque a Chávez no le plazca tal cosa, tiene que respetar las reglas del juego.