Poder ¿popular?, por Teodoro Petkoff
Uno de los objetivos confesos de la reforma constitucional es revertir el proceso de descentralización que comenzó en 1989 y volver a centralizar todo el poder en el Presidente. La descentralización significó, por una parte, elegir popularmente los gobernadores de los estados, crear la figura ejecutiva del alcalde, para las municipalidades, y elegirlo también popularmente; y por la otra, transferir muchas atribuciones del poder central a las gobernaciones y las alcaldías, fortaleciendo de este modo los poderes regionales y locales.
La «nueva geometría del poder» persigue el objetivo de liquidar definitivamente la descentralización, colocando sobre los estados y las alcaldías una superestructura de vicepresidentes, no elegidos sino designados por el Presidente, cuyo propósito es colocarles bridas a los gobernadores y alcaldes, sometiéndolos a una autoridad central que fijará las líneas de acción para aquellos y decidirá sobre su destino. Si la reforma es aprobada tendremos una República ultracentralizada, donde todas las decisiones de gobierno y administración serán tomadas en Miraflores y los gobernadores y alcaldes no serán sino meros ejecutores de aquellas decisiones, sin ninguna autonomía ni capacidad para adelantar sus propios programas de acción.
¿En qué perjudica esto a la población de los estados y municipios? En que vuelve a colocar muy lejos del control popular a sus autoridades ejecutivas.
En el interior todo el mundo está conteste en que aún los peores gobernadores elegidos han resultado mejores que aquellos que eran designados por el Presidente, porque dependiendo su cargo de los electores y no del dedo del Presidente, se preocupan más por hacerlo bien.
Volver a los tiempos en que los gobernadores dependían del Presidente se traducirá en una desmejora de la administración estadal y se le restará poder al pueblo, poder para decidir sobre sus gobernantes, porque aunque los elija, el gobierno de aquellos estará sometido a las decisiones de la Presidencia, que nunca sabrá mejor que el pueblo de cada estado qué es lo que es necesario hacer.
Refutando este argumento, Chávez ha dicho que la verdadera descentralización se produce con la creación del Poder Popular y los consejos comunales. Falso de toda falsedad. Es otra trampa cazabobos. Los consejos comunales dependen directamente de la Presidencia, su poder de decisión está determinado desde esta y, además, como ya está ocurriendo, el PSUV o quien hace sus veces, trata de «cogerse» los consejos comunales.
Además, se les desvincula de las autoridades intermedias, en especial las alcaldías, lo cual los anula como ejecutores de políticas a nivel local, reduciendo su acción al rincón del barrio donde existen. De manera que, en la práctica, una idea que conceptualmente puede ser considerada como interesante y fecunda, se transforma en un poder dependiente de Miraflores y en una nueva expresión de la centralización y del arrebato de poder a las organizaciones populares. El Poder Popular no es sino otro mecanismo para reforzar el poder del Presidente perpetuo.