Poeta, el pueblo sí lo felicita, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
Recuerdo que en la escuela municipal donde estudié la primaria, se realizaban muchos actos culturales durante el año escolar. Todavía hoy, no estoy seguro de si se debía a una política de preservación de los valores nacionales, regionales y locales o a una inteligente artimaña para organizar festejos y eludir la dura tarea de dar clases a muchachitos resabiados y tremendos durante seis horas diarias por cinco días a la semana, desde octubre hasta julio del año siguiente.
Adicional a las fechas oficiales indicadas en el calendario escolar de un Ministerio de Educación, por cierto, más popular que el de ahora, se celebraban otras efemérides. Nunca descubrí si eran inventadas o rescatadas de la memoria colectiva debido al olvido oficial. Un dato bien curioso es que la mayoría de estos eventos siempre caían en viernes al igual que las reuniones del Consejo de Maestros. En este último caso, si bien es cierto que no había clases, tampoco había puente. Los Consejos se hacían.
Todos los años celebrábamos el Día del Árbol, el de La Alimentación, del Panamericanismo, las fechas ligadas a la Independencia (19 de abril, 5 de julio y 24 de julio), el nacimiento del Libertador, el Día de la Raza, entre otras festividades. Pero también se celebraba el aniversario de la fundación del municipio, un año más del primer choque de automóviles en el estado, el día del aguacate pintón, el onomástico del primer director del plantel y otros que no me vienen a la memoria, pero que, con toda seguridad, no estaban reseñados en el calendario oficial.
Así, entre fecha y fecha, se iba construyendo un ambiente festivo y culturoso todo el año. ¿Que por qué puedo dar fe de ello?, porque fui testigo de excepción. Siempre me las arreglé para estar en la Comisión de Cartelera. Esa condición GARANTIZABA ciertos privilegios como no hacer cola en la cantina. «El joven está colaborando con la organización del acto cultural, tiene prioridad».
Algunos podrían argumentar que tantos eventos eran innecesarios por la pérdida de clases. Sin embargo, no recuerdo que por esa causa se haya incumplido el contenido de los programas de estudio. Prueba de ello es que los exámenes finales se hacían con jurados de otras escuelas quienes, con programa en mano, preguntaban sobre cualquier temática por insignificante y poco trascedente que pareciera. El consabido argumento «pero eso no lo vimos», nunca se esgrimió como defensa o excusa y no se regalaban notas, como sospecho que se hace ahora.
Muchos de esos estudiantes que iban en alpargatas a la escuela pública del barrio y recibían de las monjas «ayuda humanitaria» en forma de paquetes de manteca Los Tres Cochinitos para paliar la situación económica del hogar, son hoy ingenieros, científicos, médicos, economistas, artistas o empresarios exitosos que, gracias a la educación, escaparon del seguro destino para quien no estudiaba: la pobreza.
Las cosas han cambiado. Ya casi no hay celebraciones en las escuelas. No hay material para hacer carteleras ni ánimo para organizarlas. Los «actos culturales» que se llevan a cabo «por orden ministerial» son para conmemorar fechas emblemáticas de la llamada revolución bonita. Estos se hacen por obligación y no por convicción. Por ello el desgano y el desinterés cuando llegan a efectuarse. Sin embargo, tal como sucede en Corea del Norte, en esos «actos culturales» hay que simular entusiasmo aunque sea para la foto. No vaya a ser…
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Me atrevo a apostar fuertes contra lochas a que el Ministerio de Educación no dio la orden de celebrar el Premio Cervantes otorgado al poeta Rafael Cadenas. El silencio ante tan importante e histórico acontecimiento ha sido de indignación. La pregunta que todos se hacen: ¿por qué no se instruyó a las escuelas a unirse a la celebración nacional? La respuesta se cae de m…
Para el gobierno, nuestro Rafael Cadenas no tiene méritos para tal reconocimiento porque se trata de un venezolano con pensamiento propio y con el agravante de no haber escrito nunca una línea alabando a Hugo Chávez y su revolución socialista.
¿Que estoy exagerando? No lo creo. Recordemos que desde que el chavismo es gobierno, los premios nacionales otorgados por los «imparciales» jurados cuidadosamente designados, siempre han estado reservados para los aliados al régimen. Tener pensamiento diferente descalifica a cualquier candidato, aunque tenga méritos de sobra para ganarlos.
Así entonces, no haber visto ninguna nota, ningún comunicado, ninguna alocución ministerial o cadena nacional, donde se felicite al poeta barquisimetano, no causa ninguna extrañeza. Pero no se preocupe, poeta Cadenas, el pueblo, su pueblo, sí se siente orgulloso de usted, por ello lo felicita y celebra su premiación.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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