Policías en la UCV, por Tulio Ramírez
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Hace unas semanas me dirigía por uno de los pasillos de la Universidad Central de Venezuela, hacia el edificio del Rectorado. Era un día miércoles y tocaba asistir a la sesión del Consejo Universitario. Fui electo por los profesores para ser uno de sus representantes ante ese Cuerpo Colegiado.
Ese día se me antojó entrar por la Puerta Tamanaco que, por cierto, es poco conocida por ese nombre. Los estudiantes la conocen como la “entrada por Plaza Venezuela”, cuando le están indicando alguna dirección a alguien que va a ingresar al predio ucevista; pero también la conocen como “la salida a Plaza Venezuela”, cuando la orientación es dada a alguien que estando dentro del campus, desea abandonar la universidad. Así entonces, será “salida” o “entrada hacia…” dependiendo de la perspectiva geográfica en la que te encuentres.
Es un lenguaje que todo ucevista comprende con independencia de la época en la que realizó sus estudios. No se aprende fuera de la universidad, ni siquiera con el mero ingreso.
Hay un período, de por lo menos, un semestre, para familiarizarse con esta jerga. Por supuesto, lo aprende más rápido quien estudia de día y a tiempo completo que el que solo estudia de noche. Sin embargo, al final, unos más temprano, otros más tarde, terminan hablando el mismo idioma.
Ir a “la Cachucha”, verse en el cafetín “del Puente”, tomar el batido de fresa “donde el chino en Ingeniería”, encontrarse para estudiar en “Tierra de Nadie”, comprar un libro en “el Pasillo”, refrescarse donde “el Chichero”, darse cita en “el Reloj”, repasar en las escaleras de “024”, tomar café en “el Redondo” o en “el Cuadrado”, apartar un libro “a casa e` Víctor”, esperar a alguien en “el Cafetín de la AVP” o caminar hasta “Trasbordo” para visitar la novia que estudia Educación, son algunos de los códigos encriptados compartidos por los ucevistas.
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¿Por qué traigo a colación este tema? Lo explico. En los últimos tiempos se ha constatado la presencia de funcionarios de la seguridad del Estado, transitando en moto por los recovecos de la universidad. También los han visto husmeando por los pasillos de las facultades, tomando fotos a dirigentes estudiantiles, profesorales, empleados y obreros que asisten a las diversas Asambleas realizadas en el recinto. Estas actuaciones, por lo demás violatorias de la autonomía universitaria, generan intranquilidad y nerviosismo en la comunidad. Siempre lo han generado, pero ahora más que nunca.
Es cierto que algunas veces han sido fácilmente identificados por su gestualidad y particular manera de caminar. Cuando eso ha sucedido, se les ha conminado amablemente a abandonar el recinto, ya que no deben andar con sus chopos por la universidad, a menos que las autoridades hayan solicitado su presencia como lo indica la Ley. Sin embargo, no siempre son fácilmente identificables.
Lo procedente en estos casos, sería solicitar el carnet universitario para constatar si el sospechoso forma parte de la comunidad ucevista. Pero como quiera que, por la escasez de presupuesto, no se ha carnetizado a todos los estudiantes, sería una tarea inútil. Entonces, es necesario crear algún otro mecanismo que asegure que se está ante un miembro de la comunidad. Se me ocurre entonces, que una manera de saberlo es preguntarles, por supuesto de manera cortes y educada como corresponde a un universitario, sobre cosas que solo los ucevistas conocen.
“Caballero, si eres tan amable, ¿me puedes indicar como llegar hasta Sierra Maestra?”. Si te responde que tienes que ir a Maiquetía y agarrar un vuelo hasta La Habana y luego dirigirte en autobús a la región suroriental de la isla, porque esa serranía está entre las provincias de Granma y Santiago de Cuba, ese individuo definitivamente no es de la comunidad ucevista.
“Compañero, por favor, me podrías decir dónde me queda la pecera que voy a comprar un libro”. Si llega a responderte que queda por donde están las piscinas por mera asociación analógica, olvídate del tango que Gardel murió. Ese no sabe ni donde está parado.
Si por casualidad te dice que estudia Comunicación Social, pregúntale en cuál piso trabaja Minerva. Si tartamudea o se queda viendo el infinito, definitivamente no estudia esa carrera. Minerva forma parte del patrimonio de la Escuela de Comunicación Social y es conocida y querida por todos los profesores y estudiantes. Los de antes y los de ahora.
Finalmente podríamos lograr la prueba madre, preguntando al sospechoso si ha visto a la policía deambulando en moto o a pie por el recinto universitario. Si te responde con un “nunca los he visto”, no preguntes más nada, se delató. Es imposible hacerse el policía, siéndolo.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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