Política con P mayúscula, por Griselda Reyes

Twitter: @griseldareyesq
Tras las elecciones del 21N, la realidad política de Venezuela es otra. Las megaelecciones fueron una especie de primarias donde pocos tuvimos la oportunidad de ser parte del juego democrático sin poner en riesgo la jurisdicción a la que aspirábamos.
Hoy el panorama es mucho más claro. Por ello apelamos a la conciencia colectiva para apoyar a quienes tienen mayor oportunidad de concretar el cambio que hoy reclaman todos los venezolanos.
Es hora de hacer política con P mayúscula. ¿Y cómo lo hacemos? Dejando de lado a los políticos partidistas que impidieron que quienes creemos en la reconstrucción democrática del país nos alzáramos con la mayoría de las gobernaciones y alcaldías. Hubo intentos de acuerdos que no avanzaron por posiciones estériles de unos pocos que habrían permitido una hazaña electoral. Es una historia que seguro, más pronto que tarde, será de dominio público.
Barinas es solo la primera prueba de fuego de lo que como oposición nos compete hacer. No podemos seguir imponiendo nombres dejando de lado a los actores más inmediatos de la sociedad civil. En lo personal, creo en la autenticidad de los liderazgos locales, y más aún en la importancia de dejar atrás, de una vez por todas, las roscas políticas y los cogollos que tanto daño le han hecho al país. Y eso aplica para los extremos.
Los venezolanos, con la abstención, nos dieron una importante lección. Fue una campanada que debemos saber leer. Entre llamar a votar y movilizar a la ciudadanía hay un abismo enorme, que no lograremos atravesar mientras se sigan cometiendo los mismos errores de siempre.
La novela de Barinas tendrá su último episodio el 9 de enero, pero hay un país que sigue sin rumbo, extraviado con el enorme reto de enfrentarse a quienes tienen a su disposición todo el aparato del Estado para una sola tarea: mantenerse en Miraflores a troche y moche.
Para llegar a las presidenciales de 2024, hay dos pasos trascendentales que cumplir: El primero, nadie puede trabajar en función de eso poco tiempo antes. Debemos, desde ya, remar en el mismo sentido. Y el segundo, y más delicado aún, nadie puede solo y mucho menos dándole protagonismo a la soberbia.
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Hago mía la frase de Margaret Thatcher: “No soy (mujer) de consenso. Soy (mujer) de fuertes convicciones», pues creo que llegó la hora de sumar, pero sumar para la ciudadanía no para las arcas de nadie.
Y este es otro tema que quiero traer a la mesa. Los venezolanos nos exigen que impere la sensatez y trabajemos codo a codo para enfrentar a este desgobierno que solo ha traído hambre y miseria. No puede ser un salvoconducto para reinsertar a quienes han hecho desastre con fondos destinados a atender a los más vulnerables.
Todos estos son factores que deben tomarse muy en serio para empezar a ejercer una política de altura, que incorpore a todos los independientes, a esa inmensa mayoría a la que los ciudadanos aspiran poder tener como representantes en el futuro inmediato.
Venezuela necesita de coherencia política, queridos amigos, necesitamos unir esfuerzos y por eso hago este llamado. Pongamos las diferencias de lado, entendamos que el discurso de gran parte de los políticos partidistas se agotó, demos la oportunidad a los liderazgos locales de encender nuevamente esa chispa en el venezolano, y marchemos juntos a la ruta pacífica y democrática que permita oxigenar a este país hoy tan golpeado.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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