Política en los juegos, por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
Cuando se aborda el tema del deporte se hace, por lo corriente, sin conocer sus enormes implicaciones sociales, políticas y económicas. Esto no debe extrañarnos ni debe pensarse que tal situación nace espontáneamente. En mucho es buscada, es propiciada desde determinadas instancias que ven con ojos poco favorables que el grado de conocimiento de las distintas facetas del deporte sea lo más reducido posible, con el fin de poder someterlo a implicaciones interesadas.
La aplicación continua de tópicos archiconocidos, la utilización constante de lugares comunes, es un magnifico instrumento para tal fin: el deporte es apolítico, la neutralidad política es la esencia del deporte, hacer deporte es hacer patria, mente sana en cuerpo sano, el atleta es solo eso: un atleta; el deporte es puro y no debe estar relacionado con los problemas sociales.
En franca contraposición a esa concepción, el estudio del deporte como acontecimiento intrínsecamente ligado a la sociedad reclama un proceso de actualización constante. Si no, cómo explicar entonces el uso político-propagandístico en los Juegos Olímpicos de Berlín, en donde Hitler quiso venderle al mundo la tesis racista de la supremacía de la raza aria; la acción terrorista del grupo Septiembre Negro en Munich, la masacre de los estudiantes en la Plaza Tlatelolco de México, el atentado terrorista en las Olimpíaadas de Atlanta, el boicot como consecuencia de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética en los juegos de Moscú y Los Ángeles, el Black Power en 1968, la medalla de oro en natación de Anthony Nesty (1988), que derrumbó las teorías racistas que señalaban «que los negros no podían nadar», las luchas por permitir la participación de las mujeres en los juegos, las olimpiadas del movimiento LGBTIQ, las atletas hermafroditas, la búsqueda de la libertad por los atletas de los regímenes autoritarios y totalitarios, la lucha de los aborígenes australianos por sus derechos humanos, la libertad de expresión en China, el derecho a la soberanía y autodeterminación del pueblo tibetano o las implicaciones de los avances científicos-tecnológicos en los deportes como un negocio de alta rentabilidad económica en donde prevalece la corrupción y el enriquecimiento ilícito.
En los actuales Juegos Olímpicos Tokio 2021 hemos visto durante su desarrollo el surgimiento de acciones enmarcadas en el hecho geopolítico, los derechos humanos o la manipulación política de los atletas con fines propagandísticos tales como:
-En el plano político, los juegos han sido un escenario para los roces entre Japón y Corea del Sur, después de que grupos de extrema derecha japoneses protestaron por la presencia en la Villa Olímpica de unas banderas colocadas por la delegación surcoreana con la expresión: «Cuento con el apoyo de 50 millones de coreanos», una cita que hace alusión a las palabras de un héroe coreano durante las invasiones japonesas entre 1592 y 1598.
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-La delegación japonesa pretendía exhibir en los estadios la bandera del sol naciente, representada por un sol rojo del que emanan 16 rayos, ante lo cual el Comité Olímpico surcoreano pidió formalmente al comité organizador de los juegos la prohibición de la misma por tratarse de un símbolo imperial comparada con la esvástica nazi.
-El judoca argelino Fethi Nourine se retiró de los juegos después de que el sorteo de competencias determinó un posible choque con el atleta israelí Tohar Butbul. Sus palabras para anunciar el retiro fueron: «Trabajamos mucho para llegar a los juegos. Pero, la causa palestina es más grande que todo esto».
-La neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera atleta transgénero que participa en los Juegos Olímpicos. Lo que generó una fuerte polémica. Las atletas femeninas alegan que Hubbard tiene ventaja por el hecho de haber nacido hombre. Por otro lado, los colectivos LGTBIQ defienden que la única forma de alcanzar la igualdad y la inclusión de las personas transgéneros es normalizar su participación.
-En el desfile inaugural, se destacó que Hong Kong y Taipei eran presentados como territorio chino, pretendiendo así desconocer las luchas de ambas naciones por lograr definitivamente su soberanía frente al imperio chino.
-El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados fue el centro de atención al inaugurarse los Juegos de Tokio. Las 29 personas que integran el equipo envían un mensaje de esperanza a los 82 millones de personas desplazadas en el mundo. El boxeador venezolano Eldric Sella Rodríguez es uno de ellos como el primer latinoamericano en el equipo de refugiados. Sin embargo, una vez terminada su actuación se consiguió con el hecho de no poder regresar a Trinidad y Tobago, país que le dio refugio. La miserable actuación de la burocracia trinitaria impide su regreso por no tener vigente su pasaporte, dejando de lado que para la diáspora venezolana resulta imposible la renovación de sus documentos, puesto que el régimen que los obligó a salir del país no lo va a permitir.
Corresponderá a las autoridades de Acnur conseguir un nuevo país para el asilo de este joven y dejar en claro frente al mundo entero la ambigüedad servil de las autoridades trinitarias con el régimen venezolano al no permitir el regreso de un refugiado.
-Julio Mayora logra con el esfuerzo propio y sostenido una medalla de plata en halterofilia (levantamiento de pesas). Su logro deja al desnudo a todos aquellos incapaces burócratas que brillaron por su ausencia durante el duro y largo camino para llegar a los Juegos Olímpicos. Allí están presentes la falta de asistencia y seguridad social al atleta, el abandono de las instalaciones deportivas, los salarios de hambre a los entrenadores venezolanos, el despilfarro y corrupción de los presupuestos para el deporte y la permanente violación a la autonomía de las federaciones deportivas.
Pero, en un claro ejemplo de manipulación política, vemos cómo los incapaces burócratas de las autoridades deportivas se adueñan de la medalla, dejan a un lado al atleta y, con un caradurismo rampante, presentan ese logro como propio, como un producto de la política revolucionaria de frases vacías tales como: «Generación de oro» o «Somos potencia».
No es de extrañar que también manipulen al atleta con ofertas de casa, carro y dinero para que participe en la bufonada de atender una llamada del presidente para que lo visite, con foto incluida, en el palacio de gobierno y le ofrende la medalla, como regalo de cumpleaños al «Difunto eterno».
Cada medalla obtenida dará paso a una orgía propagandística revolucionaria, en donde el régimen pasa a ser el protagonista principal y los atletas son relegados a ser simples figurines.
Finalmente, debo decir que el deporte no es solo «correr, lanzar y saltar». Por el contrario, es una actividad integralmente relacionada con los fundamentos históricos, sociales, económicos, jurídicos y políticos de un país. Toca a los atletas, entrenadores, dirigentes, periodistas, padres y representantes ejercer frente al deporte actual una actitud crítica. El deporte no es un ensamblaje de partes sino una totalidad dentro de una totalidad mayor que es la sociedad.
Jesús Elorza es Licenciado en Educación, profesor en la UPEL
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