Política sin relevos (caso Venezuela), por Luis Ernesto Aparicio M.
En el artículo anterior, resalté la importancia de la formación de políticos para enfrentar la amenaza que representan los populismos, tanto de izquierda como de derecha, contra la democracia liberal. La ausencia de un relevo bien formado es clave para entender por qué los partidos políticos en Venezuela, al igual que en muchas otras partes del mundo, han perdido su capacidad de representar el interés común y han caído en la improvisación.
En los últimos 25 años, Venezuela ha sido testigo de la aparición de outsiders, figuras ajenas a los cuadros partidistas tradicionales, como Irene Sáez, Hugo Chávez y algunos actuales. En lugar de emerger de las filas formativas de los partidos, estos personajes fueron lanzados al ruedo político para derrotar a sus adversarios. Sin embargo, esa estrategia tuvo un precio: los partidos sacrificaron su capacidad de formar nuevos liderazgos y de construir un relevo político sólido.
Al optar por outsiders, los partidos dejaron de lado uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia: la formación de cuadros políticos que puedan garantizar la continuidad y renovación de la clase dirigente. Esta decisión no solo debilitó a las estructuras partidistas, sino que también erosionó la institucionalidad y el sentido de responsabilidad que debería acompañar a quienes aspiran a cargos de poder. El abandono de la tarea formativa debilitó la capacidad crítica y el compromiso ideológico de sus militantes, apostando en cambio por la popularidad inmediata y los discursos fáciles de vender.
En un intento por adaptarse a las demandas de figuras que conectaran rápidamente con la ciudadanía, los partidos sucumbieron a la idea de que «cualquiera puede ser político», siempre y cuando tuviera carisma o la capacidad de cautivar a las masas.
Este enfoque descuidó un hecho clave: la política es una tarea compleja que exige no solo carisma, sino también formación, conocimientos y habilidades para afrontar los desafíos de gobernar.
Esta estrategia populista, basada en figuras mediáticas en lugar de cuadros formados, ha sido uno de los factores que ha llevado a Venezuela a la profunda crisis en la que se encuentra hoy. Aunque han surgido intentos de una nueva generación de líderes políticos, estos fueron rápidamente absorbidos por las viejas prácticas debido a la falta de un respaldo ideológico y formativo que les permitiera consolidarse como una verdadera alternativa de cambio.
No debería sorprendernos que, en medio de este panorama, sean los mismos actores quienes intenten abrir caminos para la recuperación democrática. Aunque ese esfuerzo es encomiable, también es evidente que las ideas y estrategias para lograrlo se agotan con el tiempo, especialmente cuando no existe un relevo bien formado capaz de asumir la tarea de regenerar la política y guiar al país hacia el futuro.
Es importante aclarar que estar en el circulo de los personajes con cierto carisma, no debería ser tomada como una medida que garantice ser parte del liderazgo político emergente que se requiere. Como evidencia solo basta con echar un ojo a quienes estuvieron en el circulo más estrecho de un personaje como Hugo Chávez, no son más que figuras que todavía pretenden sobrevivir, políticamente, a costa de lo que era el padre de la crisis venezolana.
Esta crítica no tiene como objetivo descalificar los esfuerzos y sacrificios que desde la política se han venido realizando durante años. Tampoco busca socavar las trincheras construidas para derrotar al autoritarismo. Por el contrario, se trata de una contribución a la rehabilitación de la política en manos de líderes verdaderamente comprometidos, que busquen recuperar el foco perdido entre vengadores y figuras improvisadas.
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La conclusión es clara: a pesar de las demoledoras acciones que desde el autoritarismo se aplica a ellos, si los partidos políticos no recuperan su papel en la formación de nuevos líderes, difícilmente se podrá construir una alternativa de cambio real.
De lo contrario, el ciclo de populismo, improvisación y crisis continuará repitiéndose, dejando al país atrapado en el autoritarismo y la inestabilidad.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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