Política sin relevos, por Luis Ernesto Aparicio M.
Todos conocemos la importancia de la supervivencia de la democracia en un mundo que tiende cada vez más hacia la división y la consolidación de estilos autoritarios o totalitarios. Esta tendencia es evidente con solo revisar, de manera rápida, medios de comunicación fiables que verifican la información de manera diligente y seria, al margen de intereses particulares.
Cada día, los sistemas políticos y de gobierno parecen acercarse más al antiguo estilo hereditario de sucesión en cargos clave, como la presidencia de un país, eludiendo la formación y el ascenso de los llamados «cuadros» políticos, aquellos militantes o simpatizantes que, a lo largo de su trayectoria partidista, reciben formación para asumir posiciones de liderazgo.
La formación de políticos es crucial para el buen funcionamiento de cualquier democracia. A menudo se asume que, una vez electa, una persona está automáticamente capacitada para gobernar. Sin embargo, la preparación adecuada es esencial para la toma de decisiones responsables y para promover el bienestar común.
Hoy en día, es difícil identificar a políticos emergentes formados dentro de las organizaciones partidistas. En la senda de la individualidad y el egocentrismo, se han dejado de lado principios fundamentales como la institucionalidad, la disciplina y el desapego personal, necesarios para ejercer la representación de las mayorías de manera eficaz.
La formación política tradicional, que solía basarse en una sólida ideología y un proceso riguroso dentro de partidos o instituciones académicas, ha perdido fuerza. El populismo y las soluciones fáciles atraen cada vez más atención, en parte debido a la inmediatez de las redes sociales y a la creciente desconfianza hacia las élites políticas tradicionales.
Por otro lado, el público ha dejado de hacer el esfuerzo de revisar propuestas o ideas políticas en profundidad. El cansancio frente a la política tradicional ha llevado a muchos ciudadanos a buscar líderes que ofrezcan respuestas rápidas, o que representen una ruptura con el pasado, en lugar de examinar con detenimiento las plataformas políticas.
De esta manera, surge el desapego a la política como alternativa para enfrentar al autoritarismo, lo que abre las puertas a la consolidación de este estilo de gobernar. Bajo estas circunstancias, la autocracia limita progresivamente la participación ciudadana en la toma de decisiones, incluso en el ámbito electoral.
Existen múltiples ejemplos de esta idea malformada sobre lo que debería ser un político con preparación. Uno de los principales, que los venezolanos conocen bien, es Hugo Chávez y su sucesor, que llegó al poder por herencia política. Chávez ganó popularidad con un discurso contra la élite y promesas de redistribución de la riqueza, pero, a medida que los problemas económicos se agudizaban, Nicolás Maduro continuó con un mensaje que eludía discutir a fondo las raíces de la crisis.
Ambos líderes ofrecieron promesas de mejoras sociales rápidas y drásticas, sin enfrentar los problemas estructurales del país. El resultado ha sido una de las peores crisis económicas y humanitarias en América Latina.
Desde Hugo Chávez, otros han seguido el mismo camino trazado en la política venezolana, confirmando una tendencia global hacia el populismo, que busca evitar debates profundos y consolidar el poder personal, en detrimento de la institucionalidad democrática.
No se trata de oponerse a la digitalización en la política, pero es crucial adaptar la formación de los políticos al mundo digital sin perder los valores fundamentales de la democracia, como el pensamiento crítico y la ética pública. Los partidos, con urgencia, deberían trabajar conjuntamente para diseñar programas educativos que integren lo técnico con lo práctico.
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Debe surgir una sinergia entre partidos, universidades y academias especializadas para garantizar que los políticos estén bien preparados, tanto en lo académico como en lo práctico. Las universidades, por ejemplo, pueden proporcionar la base teórica y ética, mientras que los partidos y academias ofrecen la formación práctica y las herramientas necesarias para aplicar esos conocimientos en la realidad política.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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