Por ahí viene Oscar, por Carlos M. Montenegro
Mientras escribo estas líneas comienza en un montón de canales de TV abierta y por cable el anuncio a bombo y platillos de la transmisión de uno de los eventos más vistos: la entrega el 9 de febrero en directo de los premios Oscar de Hollywood 2020 otorgado por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS), más conocida como la Academia de Hollywood. En el canal que estoy sintonizado aseguran que la audiencia esa noche superara los 100 millones de espectadores. Tamañas audiencias pocos eventos las logran, suelen ser de carácter deportivo como la inauguración o clausura de las Olimpiadas o las finales de la Copa Mundial de la FIFA de futbol.
El show de los Oscar comenzará antes de la propia entrega de los premios cuando desde temprano la prensa, radio y TV global hará guardia en la entrada del teatro Dolby de Los Ángeles a la caza de las estrellas y personajes famosos cuando lleguen haciendo su “paseíllo” por ese tramo alfombrado de rojo, habilitado por los organizadores para que los asistentes al acto se luzcan a la llegada al evento. Los invitados le dan a esto una importancia enorme. Las mujeres pausadamente exhiben ante las cámaras sus costosísimos vestidos, zapatos, joyas y peinados, creados por los grandes de la moda, esperando a ser entrevistadas para figurar aún más, mientras las cámaras las escudriñan de arriba abajo sin perder detalle. Los hombres, más convencionales, también pasean su porte y, no vayan a creer, pero siempre suele haber alguno que sorprende a la audiencia con alguna extravagancia.
Aunque es cierto que la llegada a los Óscars es una vitrina donde mostrar, la frivolidad, lo superfluo y lo “frufrú”, también es verdad que dentro de tan refulgente show la Academia, no sin algunas pifias concede merecidos laureles al talento de escritores, directores, actrices y actores, productores, compositores, diseñadores y técnicos. Las estrellas nominadas suelen estar presentes, mostrando su mejor expresión, muy sonrientes, con un disimulado nerviosismo (no olvidar que son actores), todo dentro de un ambiente de camaradería y naturalidad, aunque la procesión vaya por dentro. El Oscar de este año, 2020 es el n° 92, pero en sus comienzos la cosa no era tan espectacular.
Probablemente sea el premio artístico más antiguo de todos. Pero la entrega de los Oscar de Hollywood no siempre ha gozado de la atención masiva de los medios de comunicación mundiales. Sus estrellas no eran tan conocidas, no había alfombra roja ni desfiles con rimbombantes vestidos. La “Gala” consistía simplemente en una tranquila cena en algún hotel de Hollywood, eso sí, y los ganadores se conocían de antemano. El primer año de su celebración (1928), Fue novedad que Janet Gaynor fue la única mujer en ganar el Oscar, siendo galardonada con el premio a la Mejor Actriz por su trabajo en tres películas «El séptimo cielo», «El ángel de la calle» y «Amanecer». El segundo año sólo se entregaron siete premios, pero desde entonces los Oscar han ido creciendo tanto en apartados y categorías como en audiencia.
En 1934 se incorporó un nuevo renglón a los premios: el de la música Fue debido a que hasta finales de los años 20 el cine era mudo valiéndose de letreros para los diálogos, pero la llegada del sonido al cine permitió crear el Oscar a la música incidental y a la mejor canción original, compuesta especialmente para la cinta.
Puede que no recordemos la banda sonora completa de una película, pero independientemente de los gustos particulares de cada uno, hay canciones que llevamos grabadas en nuestra memoria y que conocemos, aunque no hayamos visto la película. Hollywood las puso en el firmamento junto a “sus estrellas” desarrollando aún más la industria discográfica. A pesar de premiar únicamente a los compositores, sus intérpretes también se consagraban.
Inolvidables Oscar a las canciones son, por ejemplo el primero concedido en 1934 a The Continental, interpretado por Ginger Rogers y Fred Astaire; Over the Rainbow, cantada por Judy Garland en el Mago de Hoz, 1939; Three coins in the fountain con los Four Aces en “Creemos en el amor” de 1954; Qué sera, sera con Doris Day en “El hombre que sabía demasiado” de 1956; The windmill of your mind, cantada por Noel Harrison en “El caso de Thomas Crown” de 1968; Raindrops keep fallin on my head, con B.J. Thomas en “Butch Cassidy and The Sundance Kid” en 1969; o Evergreen con Barbra Streissand en “Ha nacido una estrella” de 1976.
Este año una de estas composiciones ganará el Oscar 2020:
I’m gonna love me again, banda sonora de ‘Rocketman’ la película biográfica de Elton John, interpretado por el actor Taron Egerton
Stand up, de Cynthia de Cynthia Erivo y Joshua Campbell. Pertenece a la banda sonora de la cinta “Harriet”
Into the unknown, de Kristen Anderson y Robert López. Soundtrack de la segunda entrega de “Frozen”
I’m standing with you, de Diane Warren el tema principal de “Breakthrough”
I can’t let you throw yourself away, de Randy Newman. Este tema es el soundtrack oficial de la cuarta y última entrega de Toy Story.
Pero a todas estas, por qué es tan importante y ¿Quién es Oscar? Pasen y vean:
La Academia de Hollywood, creada inicialmente para promover la industria del cine estadounidense, fue fundada el 11 de mayo de 1927 en Los Ángeles, California por el productor norteamericano Louis B. Meyer, cofundador con Samuel Goldwyn de los estudios MGM y promotor de los “Academy Award” (Premios de la Academia) que junto a su primer presidente, el actor Douglas Fairbanks, consideraba que todo premio que se precie debía representarse con un trofeo que lo identificara, y el premio de la Academia podía ser menos, de manera que encargó el diseño a Cedric Gibbons, director artístico de su empresa la Metro Goldwyn Meyer para crear el boceto del trofeo tal como lo conocemos.
El nombre se hizo popular en 1934, cuando el periodista Sidney Skolsky lo usó en su columna para hablar del premio a Katherine Hepburn como la mejor actriz. Sin embargo, la Academia no lo empleó de forma oficial hasta 1939. La estilizada estatuilla de un caballero armado con una espada apoyada sobre un rollo de película con cinco radios, simbolizando cada una de las cinco originales ramas profesionales de la Academia: actores, directores, productores, guionistas y técnicos. A continuación, Meyer seleccionó a un escultor de Los Ángeles, George Stanley, para realizar el diseño del trofeo en tres dimensiones.
La estatuilla siempre ha mantenido el mismo diseño, mide poco más de 34 centímetros es de bronce macizo bañado en oro y pesa unos cuatro kilos, aunque entre 1942 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de metal, por tres años los Oscar fueron hechos de yeso pintado. Finalizada la guerra, la Academia invitó a los ganadores a canjear estas figuras por las originales de metal dorado. Su nombre oficial fue Premio al Mérito de la Academia, pero la estatuilla es mejor conocida por su nombre, Oscar, aunque no se sabe bien quién la bautizó.
La historia más difundida cuenta que al ver la muestra del trofeo por primera vez, Margaret Herrick la directora ejecutiva y bibliotecaria de la Academia, comentó que el hombre del premio se “parecía a su tío Oscar”, y Oscar quedó.
Ya lo saben, Oscar está a punto de llegar, así que hagan sus apuestas