Por primera vez en siete años se redujo la pobreza: casi 50% de los hogares no son pobres
La recuperación del ingreso y la economía ofrecen un soporte para la disminución de pobreza; pero se podría llegar a un tope si otras condiciones no acompañan esta etapa, señalan los investigadores de la UCAB, coordinadores de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), Luis Pedro España y Anitza Freitez
La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de 2022 fue presentada este jueves 10 de noviembre por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), con el principal hallazgo de que la pobreza disminuyó de 65,2% de la población en 2021 al 50,5% en 2022.
El estudio fue presentado en el campus de la UCAB por Luis Pedro España, exdirector del Instituciones de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES-UCAB), y Anitza Freitez, geógrafa experta en estudios de población y coordinadora de la Encovi.
De acuerdo con Luis Pedro España, las cifras sugieren que Venezuela regresó a los niveles de pobreza existentes en 2018, en gran parte, explicado gracias al repunte económico que ha experimentado el país en los últimos dos años y, especialmente, la recuperación de los ingresos en el sector laboral.
«Por primera vez en siete años (desde 2014) la pobreza se reduce en el país. 50% de los hogares no son pobres; lo que significa una reducción de casi 15 puntos porcentuales con respecto a 2021. Sin embargo, aunque la economía mejora, no mejora la situación de las familias», explica el estudio.
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La recuperación del ingreso y la economía ofrecen un soporte para la disminución de pobreza, pero se podría llegar a un tope si otras condiciones no acompañan esta etapa, señalan los investigadores de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi)
El ingreso empieza a perder peso como responsable de la pobreza multidimensional, pero otros factores sociales no siguen el ritmo del crecimiento económico, como el acceso a la vivienda, la educación y los servicios.
«Se necesitan políticas públicas. Mientras eso no ocurra, vamos a llegar a un valle en el cual no se seguirá recuperando la pobreza únicamente por el crecimiento económico», explicó España.
De la misma manera, Luis Pedro España sostuvo que en este momento la pobreza tiene más que ver con factores sociales y de infraestructura (vivienda, educación y servicios); aunque las económicas siguen predominando.
Se amplían las brechas
La disminución de la pobreza en un contexto de crecimiento económico presenta matices no tan positivos, pues se registra también un incremento de la desigualdad a tal punto que, para 2022 Venezuela se perfila como el país más desigual del mundo.
Las encuestas permitieron segmentar el ingreso promedio de los venezolanos en diez deciles que agrupan a diez grupos en función de sus remuneraciones. Se encontró que 10% de la población más adinerada gana 70 veces más que 10% de los venezolanos más pobres.
El ingreso promedio del decil más adinerado es de $553,2 mensuales y España asoma que incluso en ese escalón, hay diferencias importantes que se disipan al promediar el salario de todo ese grupo. Este 10% genera ganancias muy superiores al decil que le antecede, pues el segundo escalón de los más adinerados promedia apenas $169,1 mensuales. En contraste, el primer decil, el más pobre, registra un monto de apenas $7,9 mensuales.
Pero las desigualdades no solo se marcan por los dispares márgenes de ingresos mensuales, sino incluso por región, género y color de piel.
Casi 40% de los hogares con mayores ingresos se encuentran en Caracas, a pesar de que en esta ciudad solo se concentra un 16% de las familias del país. La actividad económica que aglomera la capital le otorga una mayor estabilidad que en el interior. Entre más rural es la ciudad, peores suelen ser las condiciones de vida.
La Encovi de este año encontró una tendencia peculiar en la división de ingresos por género, ya que los resultados indican que los hombres ganan, en promedio, 11% menos que las mujeres. Sin embargo, al diseccionar los datos, se encuentran diferencias muy favorables para los hombres en cargos gerenciales.
El salario promedio de los hombres en cargos de peso, como directores de compañías, es de $16,85 por hora, mientras que los de las mujeres en el mismo puesto alcanzan apenas $5,67 por hora, apenas un tercio de lo que perciben los hombres.
De acuerdo con España, la diferencia a favor de las mujeres se encuentra en puestos de menor importancia y labores no profesionales, pero cuando se trata de puestos de importancia, el hombre tiene prevalencia, posiblemente por su disponibilidad de tiempo para trabajar.
Finalmente, por primera vez Encovi estudió el acceso de oportunidades y la obtención de ingresos según el color de piel. El estudio determinó que las brechas no son abismales, pero que las personas de piel blanca tienen más acceso al estudio y mejores ingresos. 50,3% de la población blanca se declara como «no pobre», en contraste del 44,1% que se considera mestiza y 43,9% que se define como negra.
Educación de capa caída
En medio de diversos indicadores recuperándose, el mayor negativo de Encovi tuvo que ver con la educación, pues incluso con el regreso a la presencialidad tras dos períodos escolares bajo la modalidad de educación a distancia, se redujo la cobertura educativa.
La tasa de cobertura educativa cayó de 65% en el período escolar 2020-21 a un 63% en el 2021-22. «Volvimos a la presencialidad, pero con menos estudiantes», resaltó Anitza Freites, profesora del equipo de investigación de IIES-UCAB.
Esto se traduce en 550.000 inscritos menos que en el año escolar pasado, número que incrementa la cantidad de niños desescolarizados a 1,5 millones.
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La deserción escolar fue una constante entre los jóvenes de entre 12 y 17 años. La razón más común ya no responde a factores económicos como el costo de los útiles o la necesidad de integrarse al mercado laboral. En su lugar, ahora un 35% de los hombres y el 16% de las mujeres de esta edad abandonan los estudios por «no querer o no considerarlo importante».
Freitez razona que esto se debe a que se mantiene una oferta educativa desactualizada, con conceptos que se aplicaban hace décadas, mientras que en el resto del mundo la educación evoluciona y encuentra nuevas fórmulas de aprendizaje, que además aportan a la economía de los países al formar talentos para incorporarse en áreas técnicas.
«Seguimos anclados a una oferta educativa del siglo pasado. Las ofertas de formación a nivel técnico están ausentes dentro de la oferta educativa», razonó.
A pesar de que las condiciones generales de la educación empeoraron, se evidenció un leve repunte en la cantidad de inscritos en instituciones privadas de educación media y una mayor matrícula universitaria.
«Seguimos sin observar de parte del Ministerio de Educación una política para disminuir la deserción escolar», señaló Freitez.
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Por otra parte, el estudio recoge datos del Programa de Alimentación Escolar (PAE), que en esta edición registró un repunte relacionado con el retorno a las clases presenciales.
Unos 4,2 millones de estudiantes son beneficiados por este programa estatal. El problema es la frecuencia en la que se otorga, pues solo 42% de la población escolarizada es alimentada por el PAE todos los días.
Migración sin retorno
Los investigadores de IIES-UCAB razonan que la población migratoria no da indicio alguno de regresar masivamente a Venezuela en ningún punto en el horizonte próximo, considerando que ni siquiera la crisis laboral desatada en los países receptores gracias a las cuarentenas por covid-19 propiciaron el retorno.
La tendencia de retornos por covid-19 fue diminuta y duró poco tiempo. Además, antecedió a un incremento de salidas que se produciría luego ante el levantamiento de las restricciones de movilidad entre países.
Los datos indican que solo un 6% de la población que migró ha regresado al país. Esto representa a poco más de 360.000 de los más de 6,1 millones que habían abandonado el país hasta mayo de 2022, fecha en la que se levantaron los datos para Encovi.
Ahora la magnitud de la diáspora es aún mayor. Según estadísticas de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), ya son más de 7 millones los venezolanos que buscaron nuevas fronteras.
Sin embargo, los investigadores advierten que las cifras podrían estar viciadas, ya que los países receptores difícilmente lleven con precisión la migración circular, esa que se produce cuando un mismo venezolano vuelve a emigrar de su país receptor a otro destino.
Freitez critica al Gobierno por estas imprecisiones estadísticas, puesto que llevan el registro de las salidas, pero no publican los datos.
«La cuantificación de la migración sigue siendo un problema. No se publican cifras a pesar de que sabemos que se llevan esas estadísticas. No contamos con datos internos», recordó.
Lejos de determinar la cantidad de migrantes, Encovi se enfocó en explorar las motivaciones para abandonar el país y las condiciones de esta población en los países receptores.
El primer hallazgo va en concordancia con otros descubrimientos de esta edición: el factor económico pierde preponderancia. Aunque se mantiene como la principal razón para migrar, ahora otros elementos ganan espacio en esos porcentajes.
Entre 2019 y 2020, el trabajo era la motivación principal para migrar en el 84% de los casos. Este porcentaje se redujo a un 75% para este 2022, mientras que la reagrupación familiar subió de 7% en 2020 a 10% en 2022.
Al evaluar a ese 10% que respondió «reagrupación familiar», se evidencia que las familias empiezan a completarse. En años pasados, el parentesco más importante era de hijos, hijastros, padres y madres. Ahora ganó mucha más relevancia el ítem «otros parientes», ya que empiezan a reunirse familiares menos directos como tíos, primos y afines.
Esta nueva migración de los últimos años presenta características diferenciales con respecto a la registrada en años anteriores. Conforme incrementa el flujo, se reduce el nivel de profesionalización. La proporción de migrantes con nivel de educación media creció.
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Mientras que en 2017 la población profesional ocupaba un 40% entre la población que migraba, un 12% era técnico medio, un 32% completaron la educación media y solo un 8% llegaba a otro país con un nivel de educación inicial; cinco años más tarde la distribución cambia a 22% profesionales, 8% TSU, 49% bachilleres y 21% con primaria o menos.
De igual manera ha cambiado la distribución geográfica. En 2017 un 33% de los migrantes salían de Caracas y un 21% de zonas rurales. Ahora los papeles se invirtieron y mientras solo un 12% emigra desde Caracas, un 33% lo hace desde localidades rurales.
Freitez razona que este fenómeno se relaciona con la falta de oportunidades característica de las zonas rurales. Los caraqueños, con más facilidades, abandonaron el país primero y sirvieron de plataforma para que la población rural siguiera sus pasos años después.
Finalmente, se observa un cambio en la naturaleza de las remesas, elemento que ha caracterizado a la economía venezolana en los últimos años. Ahora un 51% de los migrantes no envían remesas a sus familiares en Venezuela. El 49% restante, lo hace con frecuencias más reducidas que antes.