¿Por qué debe seguir la incompetencia liderizando la oposición?, por Beltrán Vallejo
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No ando en eso de seguir contribuyendo en la toxicidad que tiene años acompañando la lucha contra la tiranía de Maduro; pero, a veces es necesario que entre un viento caliente por las ventanas para que se cuele en algunas habitaciones, y no importa que ese aire levante las cortinas y se rompa algún jarrón.
Esta reflexión sale de mí, y en mí hay muchos que no comprenden por qué la palabra incompetencia tiene demasiada estadía en el liderazgo político opositor, donde nadie pide perdón por los fracasos ni se hacen evaluaciones de las derrotas, sino que se sigue ahí con soberbia, como que si no ha pasado nada; y lo que es peor, sin nada que aportar como aprendizaje, como corrección; sin nada que demuestre mejoras, madurez, desarrollo o nuevos atributos. En Venezuela se sigue en lo mismo porque siguen los mismos liderizando la oposición; en ellos nada cambia.
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¿Qué geopolítica puede explicar tener como representación de ella en un país a un líder tan incompetente y sin discurso, sin recursos, sin cultura, sin técnica, sin ciencia de la política como Juan Guaidó? Si Guaidó es el representante del «mundo libre en Venezuela», entonces, es verdad que ese «mundo libre» es una frágil adolescente a punto de ser violada por los enormes ogros del totalitarismo, que son China, de la mafia como poder, que es Putin; y del fundamentalismo, que son los ayatolás.
Compañero Guaidó, usted fracasó, ¡váyase!, y con usted un pocote; pero, por supuesto, con esto no estoy diciendo que debe ser sustituido por esa tragedia moral del harén del sultán que representan los mustios rostros que liderizan la «mesita» y lo «alacranes». Y no estoy hablando de que su sustituto sea María Corina Machado, una Juana de Arco dañina, que no ha aportado nada para la lucha democrática sino toxicidad, incoherencia e irracionalidad. Y con esto tampoco creo que su sustituto debe ser Capriles, quien sigue sin demostrar sus ganas de algo que sea coherencia, solidez política y constancia.
Van para tres años de fracaso, inmovilización del pueblo, debilidades, ausencia de estrategia y táctica. ¿Y eso no es suficiente, amigo Guaidó? Y ha caído en la bipolaridad de Maduro: un día dice algo y al otro día dice otra cosa que contradice la anterior. Es un péndulo, señor Guaidó.
Igualmente, no sé por qué tiene que ir para México —a esa fulana negociación entre dictadura y oposición— el señor Leopoldo López. Así como Maduro dice que va a llevar a los de la «mesita» para allá, y lo plantea con el propósito de «echar varilla», en esa misma condición va el principal jefe de esa carcajada foquista que fue el 30 de abril del 2019, el comienzo de esta derrota que nos corroe en el alma desde aquel año. «Arrogancia, arrogancia». Para México va la arrogancia de parte y parte, y por eso no hay confianza, y por eso hay pesimismo, y por eso que con esos liderazgos defectuosos no se va a ningún lugar.
¿Qué nos queda a los venezolanos? Además de lidiar con Maduro y Diosdado, parece que debemos seguir remando el bote con el peso de la incompetencia en la conducción de la lucha opositora. Me dicen que eso «es lo que hay», que «esos son los que son y que, además, son del agrado de los aliados». ¡Bendito sea Dios!
Hoy amanezco clamando la frase de los tiempos de Cipriano Castro a finales del siglo XIX cuando entró a Caracas en su revolución triunfante: «Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos».
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