¿Por qué no dejaron entrar a Walesa?, por Simón Boccanegra
Este minicronista está seguro de que el gobierno se da cuenta del daño que le causa cerrarle a Lech Walesa la entrada al país. Si el líder polaco hubiera venido, habría dado unas declaraciones y participado en unos actos cuyo eco no habría traspasado nuestras fronteras.
En cambio, negarle la entrada hizo del episodio la demostración, urbi et orbi, para quienes todavía le dan el beneficio de la duda, de que este es un régimen intolerante, cuyas credenciales democráticas son cada vez más dudosas y que lo que sostienen sus opositores no está nada lejos de la verdad. El gobierno sabe esto. Entonces, ¿por qué lo hace? Alguien podría decir que lo hacen porque son torpes.
A lo mejor esa es una explicación, porque en verdad los funcionarios de este gobierno no se caracterizan por ser unas lumbreras. Pero este minicronista no cree que por ahí venga la cosa. Lo hace porque está en su naturaleza. Este no es un gobierno para el debate civilizado, no es un gobierno capaz de discutir con sus críticos o adversarios. Se siente portador de una verdad revelada, la cual, por definición, no se discute.
Así como las iglesias no participan de debates sobre la validez de sus dogmas, los pretendidos revolucionarios sólo exponen los suyos pero no los someten a debate porque, desde su óptica, quien los discute es un enemigo y con los enemigos no se discute sino que se les aniquila, física o verbalmente. De los «enemigos» no se aceptan críticas. La naturaleza del chavismo no es científica sino supersticiosa. Pide actos de fe y no apoyos conscientes. Piensa que si sus dogmas tropiezan con la realidad, pues peor para la realidad.
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