Porqué Trump es tan solícito con Putin, por Gonzalo González

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Como bien dijo, Javier Cercas, lo que está haciendo Trump no debe sorprender vista la personalidad, «ideología», antecedentes y promesas de campaña. Pero también es cierto lo que dice el embajador y politólogo Oscar Hernández, en el sentido de que está yendo demasiado lejos en su acción disruptiva en la esfera internacional. Y yo acotaría, a lo interno de su país igualmente.
La gobernanza trumpiana es noticia de primera página en la prensa y en las redes sociales. No podía ser de otra forma por la profunda incidencia asociada a que proviene desde la mera Presidencia de Estados Unidos.
De todas esas cosas, quisiera relevar y tratar de desentrañar las motivaciones del posicionamiento favorable de Trump con relación a Putin. ¿Por qué asume su discurso respecto de la guerra en Ucrania, humilla y chantajea a Zelenski, le mete una carga de profundidad a la OTAN y agrede a la Unión Europea casi hasta el rompimiento? Esa conducta puede explicarse desde razones y motivaciones políticas, desde otras más congruentes con su concepción del manejo y gestión del poder y de los rasgos relevantes de su personalidad; y otras, digo yo, (especulando), desde compromisos y deudas personales con el neo zar.
Trump, parece calcular que no puede seguir sosteniendo dos frentes y ubica a China cómo el rival principal de la hegemonía estadounidense – en el segundo estaría Rusia-.
En ese sentido ha decidido concentrarse en el primero y de paso tratar de romper la alianza chino-rusa; como en su tiempo hizo Nixon aconsejado por Kissinger con la diferencia de que el acercamiento fue hacia China, en aquel entonces, en desmedro de la Unión Soviética y no supuso consecuencias lesivas para su hegemonía ni su posicionamiento respecto de Europa.
Su visión autocrática de la gobernanza, su praxis confrontativa y polarizante, su escaso apego a la legalidad (salvo cuando lo favorece) propia de los populistas autoritarios de diverso signo lo llevan a sentirse más a gusto y cómodo relacionándose y coincidiendo con Putin, Netanyahu, Orban, Milei, Bukele, afines y similares.
Barrunto al igual que otros que su deferencia con Putin también se origina en asuntos non santos mantenidos en secreto o de bajo perfil. Recuérdese la injerencia activa de la maquinaria propagandista del régimen ruso a favor de Trump en sus campañas electorales, activismo que trascendió de sugerir o expresar su preferencia por Trump. Hay quienes sostienen que hubo actos reñidos con la legalidad norteamericana en esa injerencia.
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Conviene recordar que la relación Trump-Putin es bastante anterior a que el primero fuese candidato presidencial; de que en el marco de esa relación hubo una visita, por lo menos, de Trump a Rusia. De que no es descartable que sean socios en alguna clase de negocios. Y esto aunque sea una especulación es sostenible porque esa era una de las acciones comunes de Putin para solidificar relaciones con políticos y empresarios relevantes de occidente; conducta que sería coherente con la de alguien del mundo de los negocios como Trump máxime cuando se trata de un régimen que práctica «el capitalismo de amiguetes».
Sin embargo, el calado de las concesiones que le está haciendo Trump a Putin son desmedidas a tal punto que no guardan proporción con lo anteriormente expuesto. Por lo tanto, es pertinente considerar que de la estancia de Trump en Rusia haya quedado algo: fotos, documentos, videos con lo que puedan chantajearlo.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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